sábado, 6 de agosto de 2016

¿Qué están haciendo los mundos invisibles?



¿Qué están haciendo los mundos invisibles?

CONFERENCIA DEL SEÑOR  ROBERTO RUGGIERO
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Queridos Amigos:
Estamos recomenzando nuestro ciclo anual, y, como es nuestro sistema, comenzamos siempre por la parte preliminar de la enseñanza. Hoy queremos tratar qué son los cielos, y cómo funcionan para la Humanidad. Un estudioso de muchos años, conoce el tema, la parte técnica, sabe cuáles son los mundos, cómo se dividen, cuáles son sus cualidades. Este conocimiento es dado en la Filosofía Rosacruz, con toda claridad, con toda precisión. Es indispensable primero, conocer; familiarizarse con el Plan Divino. Para que después que la persona llega a conocerlo, se familiarice con el sistema que se sigue para que la Humanidad crezca espiritualmente y busque dentro de si mismo esas notas que los mundos celestes están emitiendo para su propio adelanto.
Nos estamos refiriendo a la segunda parte: al entendimiento. Es para nosotros la parte más importante, porque es la parte más lenta. Se estudia la literatura, la Filosofía Rosacruz; se va conociendo pormenores, todavía se levanta en cada uno, las dudas de la debida explicación. ¿Cómo interpretar cuidadosamente el Plan Divino, para que este ejerza en el interesado, como una especie de palanca que lo eleve encima del común, de una modalidad que tomó el mundo, que mantiene un nivel bajo en general? El que aspira, el que busca el camino espiritual, es porque está sintiendo inquietud, quiere ser diferente. Vamos a tratar la forma de que pueda ser diferente dentro del conocimiento que dice: “los mundos espirituales trabajan para cada planeta – como para el nuestro –de forma múltiple”, es decir, cada planeta tiene su constitución física visible, las masas que se mueven en el espacio que generalmente tienen la parte visible, esencialmente física, esencialmente mineral, y una parte que ya no es tan visible: la parte etérica, funcional, como productora de vida. Si no los planetas, serían tierras completamente frías y sin vida. Me estoy refiriendo a planetas, y no a satélites como la Luna, que son las lunas retiradas, como parte que está perjudicando, como parte que no va acompañando el adelanto normal y que entonces es relegada a la distancia, para que no perjudique el desenvolvimiento principal. Aunque cumplen cierta finalidad, porque no hay nada en la economía del Plan Divino que no cumpla un fin. Cuando algo se torna totalmente innecesario, se disuelve y desaparece para entrar nuevamente en la economía de la Naturaleza transformándose y preparándose para otras utilidades. Esto, para hacer referencia a por qué la Luna está sin vida, sin manifestación; pero la Tierra manifiesta su actividad, como manifiesta Venus, como manifiesta Mercurio, y los demás planetas, cumpliendo todo lo que hay en un sistema, una misma finalidad: crecimiento. Aunque cada tierra tenga su propia etapa; es decir, se sabe que Venus y Mercurio, por su proximidad al Sol son enormemente adelantados en comparación a la Tierra.
Nuestro desenvolvimiento se ha resentido; estamos procurando aplicar nuestra inteligencia y nuestra conciencia para corregirlo. Estamos en el sendero espiritual, para comprender las leyes de Dios, vivir más de acuerdo, y alcanzar lo que nos falta.
Y siguiendo a como trabajan los cielos, digamos, que mientras la Tierra tiene su parte física, tiene también su parte etérica no visible a los ojos físicos, pero que trabaja de forma dinámica para canalizar todo lo que es vitalidad en la Tierra. Cumple así, la parte etérica, una misión, una labor concreta, definida. Sin esa canalización de la vitalidad, no habría crecimiento en la Tierra, porque la misión de la región etérica, es dar en cada caso, exclusivamente, la vida y vitalidad que corresponde. Mis amigos: ésta es la realidad de un Plan cumpliendo una labor precisa, metódica, que va más allá del alcance humano. Porque cuando observamos nuestras condiciones de vida en la Tierra, opinamos ligeramente, observando tales o cuales anormalidades, tales o cuales circunstancias, olvidando que obedecen a un Plan Divino que sólo persigue nuestro bien y nuestra finalidad aunque a veces se nos nieguen circunstancialmente en la Tierra.
Pero siguiendo la mecánica de los Cielos, recordemos que cada tierra está envuelta en un mundo que tiene una finalidad trascendental. Mientras las formas físicas están cuidadosamente vitalizadas, un segundo mundo  esencialmente espiritual, no visible naturalmente, pero dinámicamente activo , está educando en el sentido de hacer, que las formas con vida vayan desenvolviendo sentimientos y el mundo trabaja para que ese sentimiento sea educado.
Esto es los cielos; esto es lo que en parte realizan. Todavía, para completar, cada esfera tiene un tercer mundo que cultiva, para las ondas más adelantadas la posibilidad del pensamiento. El pensamiento es el regulador, el pensamiento – que ya la onda humana consigue desenvolver – sirve como control a los impulsos de deseos.
Y aquí estamos entrando en la realidad que nos interesa. ¿Qué están haciendo los mundos invisibles? Permitiéndonos que tengamos cuerpo con vitalidad, que este manifestar nuestro en el mundo material consiga ir desenvolviendo sentimientos, educándonos en ese sentido. Y todavía se nos concede el medio de controlar esa educación.
Amigos: este es el panorama de los cielos; esto es en lo que los cielos trabajan.
Trabajan con sabiduría, para aportarnos a cada uno, lo que necesitamos para nuestro crecimiento. De forma tan maravillosa, que cuando analizamos la región etérica, nos encontramos con éteres que se estratifican con todo cuidado para tareas específicas, múltiples, independientes unas a otras. Las figuras humanas en su parte química, mineral, material, están sustentadas por un éter químico que se encarga de esa función:
la función de asimilación, como la función de eliminación, independientes de cada uno.
Veamos en qué medio nos encontramos. Seamos lo suficientemente perspicaces para aprovechar las oportunidades que tenemos. Nosotros cumplimos nuestra parte de alimentar un organismo. Pero los éteres – en este caso el éter químico – se encarga de la función de asimilación y de eliminación. Los éteres se caracterizan siempre por su polo positivo y por su polo negativo. El polo positivo es la parte activa; el polo negativo, la parte pasiva. Todavía, la especie se perpetúa a través de la reproducción, que lo posibilita un segundo éter: un éter de vida que trabaja con esa finalidad de forma siempre dirigida. No nace un bebé de un sexo o de otro por casualidad; nace dirigido, en las circunstancias que tienen que ser cumplidas.
Todo se va cumpliendo a través de un programa para el propio beneficio de la Humanidad, y siguiendo una ley de causa y efecto, (o “karma”; karma es el nombre oriental que encuadra en la ley de causa y efecto), dando a cada uno lo que corresponde, y dirigiendo cada nacimiento, estrictamente en las condiciones que corresponden.
El éter luminoso cumple su función de circulación, calor para nuestro organismo, circulación para los vegetales, en su parte activa; en la parte pasiva, posibilita los sentidos, posibilita el color.
Y el éter reflector es el que posibilita transmitir los pensamientos del interior, del ego hacia el cerebro, para comandar la acción. Todavía en su aspecto negativo, permite la memoria; porque recordamos los hechos.
Esta funcionalidad es la que siempre destaca el estudio rosacruz basado en un principio trascendental; porque sólo dentro del conocimiento filosófico se pasa a conocer esta modalidad de cómo trabajan los mundos invisibles – o sea lo que llamamos los Cielos – en beneficio de la Humanidad.
Cuando pasamos a conocer la realidad del mundo de deseos, pasamos a algo un tanto complejo, un tanto profundo. El mundo de deseos no es uniforme, como no lo es ningún mundo. Un mundo físico se compone de materias diversas: sólidos, líquidos y gases, y todavía los cuatro éteres. El mundo de deseos también se divide en dos grandes partes, secciones, y tiene todavía siete subdivisiones, que es donde debemos detenernos a analizar. Cuidado a los estudiantes de mucho tiempo que descuiden el análisis que vamos a hacer: porque después que se inició el camino espiritual, a veces las vidas no cambian porque se deja de dar el debido cuidado a la enseñanza que se recibe. Cada uno sabe de memoria la enseñanza, pero sigue sin aplicarla. Herimos con toda intención, porque venimos aquí a aprovechar nuestro tiempo: nunca pretendemos entretener.
Queremos ver gente dinámica, inteligente, activa, que no pierda tiempo: tampoco a nosotros nos gusta perderlo. Entonces, analicemos qué pasa con el mundo de deseos.
Tiene siete regiones. La primera región es de los deseos groseros, la pasión, lo inferior, todo está caracterizado por esta región. La segunda región es de la impresionabilidad, la que impresiona; la que da el sentido de impresión, de impacto. La tercera es aún de deseos egoístas, familiares, limitados. La cuarta es fundamental, porque es la del deseo del sentimiento; es decir, la que va a hacer la selección de acuerdo al sentimiento que despierten los hechos. No los hechos en si mismos (los hechos pueden ser de la naturaleza que sean); lo que importa es el sentimiento que despierta en nosotros, la correspondencia que despierta en nosotros. El interés nos va a ligar al hecho, sea cual fuere; sea bueno o sea malo, el interés que despertemos frente a un hecho, nos va a ligar a el. La indiferencia se marchita, como se marchita una planta en un sótano oscuro, sin recibir luz.
Las regiones superiores del mundo de deseos, son – como su nombre lo dice – de vida, de luz y poder. Tenemos que agigantar todo nuestro esfuerzo para despertar nada más que sentimientos que nos liguen a la parte superior del mundo de deseos.
Todo lo que es altruismo, todo lo que es nobleza, todo lo que es sacrificio, todo lo que es filantropía, es una característica del mundo de deseos superior. Poco abunda en la Tierra. Abunda lo demás; abundan los sentimientos derivados de las regiones más densas, que tienen solamente una finalidad: experimentar. Y por el choque de las fuerzas que la rigen  principalmente activa la de repulsión , son producto de todos los sufrimientos humanos. Tocamos directamente una realidad que tiene que ser entendida.
Nos quejamos, criticamos circunstancias, nos rebelamos ante ellas; no hay ninguna circunstancia que pueda llegar a la Tierra, que no esté con un propósito estrictamente de educación y de ayuda, de beneficio. Mientras buscamos imperiosamente la felicidad, nos olvidamos de que lo que importa es la tranquilidad que alcancemos por nuestro desenvolvimiento cierto: la tranquilidad del bien sentir y del bien actuar, que depende exclusivamente de nosotros. Son mundos activos que obran, que se ponen a nuestra disposición, desde las primeras hasta las más elevadas regiones. Tenemos que trabajar en forma selectiva; tenemos que atraer aquello que nos hará exclusivamente obrar bien.
El sentimiento superior está regido por la fuerza de atracción, positiva, unificadora, que armoniza, que está en la nota de armonía de nuestra constitución.
No se si conseguimos hacernos entender; procuramos utilizar las palabras más claras. Aunque imprimimos una cierta energía, es para el bien de todos. Comprendan qué queremos decir. Si aspiramos, sentimos deseos y cultivamos deseos superiores, no ya exclusivamente pasionales, no ya exclusivamente egoístas sino en un sentido más sabio, una realidad de una medida mayor. El mundo no está compuesto por el círculo de familiares y amigos en que nos desenvolvemos, sino que el interés va más allá, el interés va a la generalidad; el mundo está hecho para todos, y la familia humana no es la familia que por circunstancias están formando en el momento, sino todo el conjunto humano. Y mientras no vivamos esa realidad, no estamos viviendo totalmente: estamos atrayendo hacia nosotros, notas del mundo de deseos inferior, en que rige principalmente, la ley de repulsión. La ley de repulsión, es la que destruye sistemáticamente; y en esa destrucción surgen todas las desarmonías del ser: dolores, sufrimientos, y toda la cadena de contrariedades a las que la Humanidad se ha habituado, porque todavía no acierta. Si con verdadero deseo de la felicidad de todos, hablamos así, es para que procuren abrir el entendimiento, y si son capaces de expandir el corazón para que abarque el género humano todo, comenzarán a vibrar una nota tan superior que los pondrá por encima de un desenvolvimiento común. Facultades, poderes, alcances reservados solamente a los que sepan dirigirse, esperan a la Humanidad, esperan a los que hagan ese mérito, dentro de un Plan Divino tan justo que no negará a nadie ese alcance. Y está previsto que toda la Humanidad lo alcanzará.
Apenas hay una diferencia de tiempo, de espacio; lo que unos alcanzarán para su propio crecimiento en términos de tiempo menor, otras que no tengan esa inquietud, que no tengan el cuidado de condicionarse a la realidad demorarán edades incontables, en donde el crecimiento será similar al esmeril que va puliendo una piedra preciosa hasta hacerla brillar. El esmeril, que es el sufrimiento, podemos evitarlo, no es necesario; para
desenvolver sabiduría, tenemos condiciones internas que no podemos opacar. Apenas tenemos que darles salida, manifestación. Para eso están trabajando los mundos celestres, los que llamamos cielos.
Todavía para terminar el análisis de nuestras posibilidades, recordemos que por encima de la esfera celeste, y por encima todavía del mundo de deseos, hay un mundo superior – el mundo del pensamiento – mucho mayor – pero que nos compenetra, porque la virtud o la cualidad de los mundos invisibles, es que ocupan un ámbito mayor pero se introducen en los mundos más densos. Así que cuando hablamos de un mundo inmensamente mayor – el mundo mental , no imaginemos que está allá lejos; está permanentemente junto a nosotros y activo, para experimentarnos sus condiciones. Las condiciones del mundo mental, es que todo pensamiento del eco interno, la chispa divina, se envuelve en material concreto, y este material concreto incursiona en la mecánica cerebral para realizar los actos. Pero por medio del pensamiento, o sea de la razón, estamos controlando nuestros impulsos y nuestro desenvolvimiento. ¿Acaso podemos ver algo más completo y más perfecto? Mundos que están dinámicamente activos para producir nada más que el bien que necesitamos para nuestro crecimiento.
El mundo mental o del pensamiento, se divide, como todos los demás, en varias regiones sobre todo las más densas, son del mundo mental concreto. Imagínense regiones arquetípicas en las que, antes de que aparezca una forma en la Tierra, tiene su réplica en el mundo mental para que esa forma en la Tierra sea estrictamente como debe ser.
Una región continental trabaja para las formas; una región aérea trabaja para la vitalidad; una región arquetípica trabaja controlando las tres regiones que dijimos: continental, oceánica, aérea, y finalmente la arquetípica que es asiento de la memoria de la Naturaleza.
Mientras el éter reflector guarda las memorias circunstanciales de los hechos humanos durante un tiempo limitado, la memoria de la Naturaleza en el mundo mental guardará el recuerdo de todo el desenvolvimiento humano, mientras viva el Plan Divino de Dios en el actual período terrestre. Quiere decir que todo queda debidamente guardado para que a través de esa memoria se regule el crecimiento de cada uno. ¿A qué asistimos, amigos? A mundos cuya acción no percibiremos si elevamos nuestros ojos que sólo alcanzan lo físico. Pero si nuestra conducta y nuestras actitudes van haciendo méritos, se van abriendo ojos espirituales que al mismo tiempo que cumplen su función en la Tierra, cumplen la segunda función trascendental de permitirnos la visión de la actividad de los mundos invisibles, que trabajan exclusivamente para producir – como dijimos – nuestro adelanto y nuestro crecimiento. Es decir, que nada le será negado al ser humano que, comprendiendo las circunstancias en que se desenvuelve su vida, va en completa sabiduría dirigiendo su desenvolvimiento para alcanzar lo mejor, lo que está reservado a los que hacen esfuerzos por alcanzarlo. La sabiduría que está reservada a la Humanidad que sepa finalmente alcanzar su destino.
Mis amigos: no lo alcanzamos fácilmente, porque las condiciones materiales han atraído, han enceguecido la capacidad. Aceptémoslo, porque el discernimiento nos dice que es así. Hablamos de Filosofía que nos instruye en las leyes de la evolución; apenas debemos aplicar un toque de sensatez, para darnos cuenta de que debe ser así porque no puede ser de otra manera. Las propias condiciones que vivimos nos dicen que nuestro desenvolvimiento no es acertado, porque si somos criaturas que hemos venido al mundo, que tenemos cuerpo (eso no es discutible), si hemos venido significa que tenemos un origen. Y ese origen nos tiene que decir que las condiciones que hemos conseguido realizar en la Tierra, no están de acuerdo con ningún origen especial, porque nos estamos desenvolviendo enfrentándonos unos a otros. Las naciones – que son una prolongación del individuo – sólo buscan su beneficio particular, enfrentándose con problemas cada vez mayores y más alarmantes. El más simple análisis nos dice que las condiciones a las que asistimos, no son ciertas; que debemos procurar modificarlas.
La enseñanza filosófica Rosacruz que se da, no es improvisación de hombres: son cursos adelantados que se ofrecen para los que tengan una cierta inquietud. Y los que tengan esa inquietud, procuren examinar los hechos; en un análisis, en una meditación cierta, vayan seleccionando lo que les importa, dejando de lado aquello que ya no nos corresponde.
Mis amigos: todos lucharán con condiciones ya establecidas. Cada ser que vuelve a la Tierra, es una criatura ya hecha. Hecha, con un pasado enormemente grande, que le ha impartido – de acuerdo a su desenvolvimiento, a su comportamiento – ciertas condiciones totalmente estables; es decir, que está obrando en cada uno una condición permanente, que es insuficiente cuando surge la inquietud de alcanzar.
Y lo que queremos aclarar, y que comprendemos, es que cada uno luchará con una condición que quiere mejorar, pero que es estable en cada uno. Estamos refiriéndonos a que cada uno tiene que enfrentarse a si mismo, y buscar la solución.
Nadie puede comer un alimento por otro; nadie puede – en el campo espiritual – adelantar por otro: cada uno tiene que adelantar por si mismo. Y la sabiduría que sea capaz de manifestar, le dictará la conducta a seguir, o en qué sentido alcanzar lo que le falta.
Todos disponen, sin excepción, de una cualidad, de un principio divino que se llama VOLUNTAD. Es nada más que manifestarla; es aplicarla con todo cuidado, con toda serenidad y con toda perseverancia para ir alcanzando objetivos cada vez más elevado. ¿Quién no es capaz de hacer un buen programa de adelanto? ¿Quién no es capaz, aplicando su voluntad, de ir salvando los obstáculos que por ventura existen?
Estar en la Tierra, es la evidencias más terminante, de que algo tienen que alcanzar. Si no estuvieran en la Tierra, sería porque habrían alcanzado una perfección que les permitiría desenvolverse en los mundos celestes.
La coordinación de los vehículos de que se dispone durante las horas de vigilia, se pierde en los mundos de los que estamos hablando. La familia humana aún no se desenvuelve con completa conciencia en mundos dinámicos más activos que el mundo físico. La condición física, a pesar de ser la condición más densa y la que se cataloga de inferior, es la condición preciosa para asimilar enseñanzas que solamente en la condición física podemos asimilar. Mentalmente podemos proyectar, y cuando vamos a ejecutar es que se hacen evidentes nuestros errores. De ahí el valor inmenso del mundo material.
La gente comienza a estudiar una doctrina espiritualista, en donde se entera de los mundos superiores, y comienza a aspirar despreciando las preciosas circunstancias de la vida en la Tierra. Cometen un error gravísimo. La Tierra está programada en el Plan Divino, porque es aquí donde se hacen manifiestos nuestros errores, y tenemos la posibilidad de corregirlos. Cuando un profesional hace un proyecto – vamos a suponer de una máquina, de un edificio – imagina, inventa, lo ve resuelto mentalmente. Cuando lo pasa al papel, posiblemente deba modificarlo, y cuando lo va a ejecutar en la práctica, finalmente, muchas veces debe recomenzar el proyecto, porque en la práctica no dio resultado. Así, en lo espiritual, la Tierra cumple el mismo propósito: mostrarnos, hacernos evidente lo que aún nos falta alcanzar, para ir cuidadosamente modificando nuestra acción y nuestro desenvolvimiento. Y así alcanzar finalmente, la perfección que solamente aquí se alcanza.
Si aquí se alcanzara la perfección como meta para el destino humano, después si, tranquilamente, podremos enfrentar condiciones más severas en mundos que nos esperan y que, siguiendo el Plan Divino, serán nuestra posibilidad futura.
Cuando transcurra el actual período, un nuevo período con condiciones más adelantadas se abrirá a una Humanidad, que no será la Humanidad de hoy, sino una súper humanidad. Siguiendo los ciclos, el reino animal más joven ocupará nuestro lugar; y nosotros, sabiamente, podremos guiarlos porque sólo tendremos que aplicar la experiencia que adquirimos. Así se sucederán los ciclos inevitables; así serán. Los ciclos no se determinan en cantidad de tiempo, porque dentro del Plan Divino, hay algo determinado: absoluta libertad, libre albedrío. Cada uno hará su propio desenvolvimiento, y alcanzará su propio progreso. Esa libertad está preestablecida; de ella estamos haciendo uso. Si lamentablemente no alcanzamos todavía un desenvolvimiento superior, lo alcanzaremos a través de la aplicación de las cualidades que ya disponemos. En estado de conciencia, ya tenemos discernimiento, ya tenemos observación; es nada más que aplicar observación, discernimiento, y una voluntad persistente en objetivos superiores, para que estos finalmente sean alcanzados. Todo lo que aún podamos sufrir, las debilidades, irán desapareciendo paulatinamente, porque iremos haciendo méritos, para no merecer más las limitaciones que aún sufrimos.
Estamos acompañando a cada uno; no nos sentimos independientes. No estamos levantando una mano acusadora; estamos acompañando con sentimiento y con sufrimiento, todo lo que pueda pasarle a cada uno, porque nos sentimos hermanados, confundidos en una verdadera unidad. Pero como deseamos el bien, no podemos negarlo: la condición individual de cada uno no es producto del acaso. No acusemos a terceros, ni digamos que la culpa la tienen los demás. Si esa es nuestra actitud, estamos equivocados. Las circunstancias que vive cada uno, son consecuencia exacta del desenvolvimiento personal. Pero de la misma forma que enfatizamos en esta afirmación, aseguramos: despleguemos esfuerzos conscientes cada vez más cuidadosos, y las circunstancias que hoy nos parecen insalvables, desaparecerán definitivamente. Las oposiciones que surgen, son apenas una advertencia que se nos presenta para que busquemos causas que hemos puesto en desenvolvimiento sin la debida precaución, sin el debido cuidado. Si sabemos corregir causas, desaparecerá los efectos. Para que esto sea posible, trabajan los mundos celestes – los cielos – para posibilitar todo el adelanto humano.
Elevémonos, sintamos vibrar en nuestro corazón nuestro principio divino de unidad con el Creador; hagamos comunión con la verdad, seamos más reales. Seamos lo que somos realmente: la chispa divina en desenvolvimiento. Hagamos comunión con la fuente central, cumplamos nuestro trabajo en el mundo, porque nada nos será negado.
Para terminar, debemos decirles: San Juan. En el Apocalipsis, en esa tremenda revelación que hace para el bien de la Humanidad, termina diciendo que una Humanidad de blanco, con palmas, canta hosannas al Creador, porque ya no tiene más limitaciones y alcanzó el triunfo final. Esta es una garantía que nos da San Juan; él, que fue iluminado, y que se limitó a escribir lo que había visto, para que con esta promesa ante si, la Humanidad procure merecerla y alcanzarla. Todos, sin limitación, serán dignos del triunfo final.
Estos temas modestos que desenvolvemos, son motivados por un ansia de que despierten a la realidad, y que para vuestra propia felicidad, vivan momentos cada vez más acertados. Alcanzarán, como cosecha correspondiente, frutos celestiales invalorables, que les darán el triunfo final.

18 de Marzo de 1981
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