martes, 7 de octubre de 2014

Meditación sobre la Paz Mundial - The Rosicrucian Fellowship - en you tube -


The Rosicrucian Fellowship
Meditación sobre la Paz Mundial
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Existe una única fuerza en el universo: la fuerza de Dios, que Él lanzó al espacio en forma de Verbo, que no es una simple palabra o sonido, sino un Fiat Creador. Ese Fiat Creador transformó los millones y millones de átomos en estado caótico, en figuras y formas que van, desde la estrella de mar hasta la estrella de los cielos, desde el microbio hasta el hombre; de hecho, en todas 
las cosas y seres que constituyen y pueblan el universo. Las sílabas o tonos de este verbo creador van siendo emitidos, uno tras otro, a lo largo de las eras, dando lugar a nuevas especies y haciendo evolucionar las anteriores. Y todo ello, siguiendo fielmente el pensamiento y el plan concebidos por la Mente Divina, antes de que esa efusión dinámica de energía creadora fuese dirigida a 
los abismos espaciales. 

Dios es la única fuente de poder y en Él, real, verdadera y literalmente, vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. No fue, pues, un mero sentimiento poético el que hizo exclamar al salmista: 

Dónde me esconderé de Tu espíritu? 
Adónde huiré de Tu presencia? 
Si asciendo a lo alto de los cielos, allí estás Tú.
Si preparo mi lecho en la tumba, allí Te encuentras. 
Si, en alas de al aurora, voy a habitar 
en lo más alejado del mar, 
también allí me conducirá Tu mano 
y Tu diestra me sostendrá. 

Todos conocemos el poder del pensamiento dirigido a un propósito 
determinado. Unamos, pues, nuestros pensamientos a los de todos los amantes de la paz, mientras formulamos la siguiente plegaria: 

"Padre Celestial: de acuerdo con Tu voluntad, que el Principio Amor-Sabiduría del Poder Divino erradique la discordia y establezca la armonía y la paz universales en los corazones y en los asuntos de los hombres". 

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En el caso de que esta meditación se haga en grupo, y si así se prefiere, puede romperse el silencio con la Oración de la Fraternidad Rosacruz. 


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Plegaria para el Estudiante - Plegaria para el Estudiante - en you tube -


The Rosicrucian Fellowship
Plegaria para el Estudiante 
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El estudiante Rosacruz debe cultivar la devoción por la plegaria. He aquí una de las mejores plegarias que el estudiante debería repetir frecuentemente: 

"Acrecienta mi amor por Ti, oh Dios!, 
para que Te pueda servir mejor cada día. 
Haz que las palabras de mis labios 
y las meditaciones de mi corazón sean gratas a Tus ojos, 
 oh Señor, mi fuerza y mi Redentor!" 
Orad incesantemente, según aconseja San Pablo. 
Si esta plegaria se repite con regularidad, desarrolla el conocimiento interior de modo científico y espiritual. 


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Servicio del Equinoccio de Primavera - The Rosicrucian Fellowship



The Rosicrucian Fellowship
Servicio del Equinoccio de Primavera 

1 - Música: la concurrencia canta la tercera estrofa del Himno Rosacruz de Apertura.

2 - El lector descubre el emblema y da el siguiente saludo: Mis queridos hermanos y hermanas, Que las Rosas florezcan sobre vuestra Cruz. (La concurrencia responde: Y sobre la vuestra también). 

3 - Lectura del Servicio:
Estamos de nuevo en la época de la Pascua. Una vez más hemos llegado al acto final en el drama cósmico que envuelve el descenso del rayo solar de Cristo en la materia de nuestra Tierra, el místico nacimiento que celebramos en la Navidad, y la muerte mística y la liberación. El impulso de vida del Cristo cósmico que entró en la Tierra en el pasado otoño, llegó al místico nacimiento en la Navidad y realizó su magia maravillosa de fecundación durante los meses 
comprendidos entre el otoño y la presente época de Pascua, ahora se está liberando de la cruz de la materia para ascender de nuevo hacia el trono del Padre, dejando a la Tierra vestida con el glorioso verde de la primavera y lista para las actividades físicas de la estación del verano. El rayo espiritual enviado por el Cristo cósmico cada otoño para despertar la vitalidad latente de la Tierra, 
está próximo para ascender al trono del Padre. En esta época del año, una energía aumentada recorre con una fuerza irresistible a través de las arterias y las venas de todas las cosas vivientes, inspirándolas, infundiéndoles nueva esperanza, nueva ambición, y nueva vida, e impeliéndolas hacia nuevas actividades mediante las cuales aprendan lecciones nuevas en la escuela de la experiencia. Consciente e inconscientemente para los beneficiados, esta 
energía fluyente vigoriza todo lo que tenga vida, y aún la planta responde con una incrementada circulación de su savia, con lo que resulta un crecimiento adicional de las hojas, las flores y los frutos mediante los cuales esta oleada de vida se expresa y evoluciona en la actualidad hacia un más alto estado de conciencia. 

Maravillosas como son estas manifestaciones físicas y gloriosa come puede ser llamada la transformación que cambia a la Tierra de una superficie de nieve y hielo a un maravilloso y floreciente jardín, es esto insignificante ante las actividades espirituales que corren paralelas con éstas. Los rasgos más sobresalientes del drama cósmico son idénticos en cuanto al tiempo con los efectos materiales del Sol en los cuatro signos cardinales: Aries, Cáncer, Libra y Capricornio, ya que los acontecimientos más significativos ocurren en los puntos equinocciales y solsticiales. 

Es verdaderamente cierto que "en Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser." Fuera de El no podemos tener existencia; vivimos por y a través de Su vida; nos movemos y actuamos por y a través de Su fortaleza; es Su poder el que sostiene nuestra morada, la Tierra, y sin Sus esfuerzos persistentes y firmes, el universo se desintegraría. Se nos ha enseñado que el hombre fue hecho a la semejanza de Dios y se nos ha dado a entender que de acuerdo a la Ley de la Analogía, tenemos ciertos poderes latentes dentro de 
nosotros, los cuales son similares a aquellos que vemos tan potentemente expresados en la labor de la Deidad en el universo. Esto nos da un particular interés en el drama cósmico anual que envuelve la muerte y la resurrección del Sol. La vida del Dios-Hombre, Cristo Jesús, fue modelada de conformidad con 
el drama solar y anuncia de una forma similar todo lo que le puede suceder al Hombre-Dios, de quien Cristo Jesús profetizó cuando dijo: "Las obras que yo hago, vosotros también las haréis, y mayores aún, donde yo voy, no podréis seguirme ahora, pero lo haréis después." 

La naturaleza es una expresión simbólica de Dios. Ella no hace nada en vano o gratuitamente. Hay un propósito detrás de cada cosa y cada acto. Por consiguiente, deberíamos estar alertas y mirar cuidadosamente las señales en el cielo, porque ellas tienen un profundo e importante significado que se relaciona con nuestras propias vidas. La comprensión inteligente de su propósito nos permite trabajar mucho más eficientemente con Dios en sus 
esfuerzos maravillosos por la emancipación de nuestra raza de la esclavitud de las leyes de la naturaleza y por su liberación hasta alcanzar la estatura de hijos de Dios coronados con gloria, honor e inmortalidad, y libres del influjo del pecado, la enfermedad y el sufrimiento que ahora acortan nuestras vidas debido a nuestra ignorancia e inconformidad con las leyes de Dios. El propósito 
divino demanda esta emancipación, pero si esto es logrado por el largo y tedioso proceso de la evolución o por el inmensamente más rápido sendero de la Iniciación, depende si estamos o no dispuestos a prestar nuestra cooperación. 

Durante los últimos seis meses hemos estado más enteramente impregnados con las vibraciones espirituales que predominan en el invierno. En el otoño llegó a nosotros un nuevo impulso para la vida superior que culminó en la Noche Santa y ejerció su magia en nuestras naturalezas de acuerdo con la forma en que aprovechamos nuestras oportunidades. De acuerdo con nuestra diligencia o negligencia en la pasada estación, el progreso será acelerado o 
retardado en la próxima, porque no hay palabra más verdadera que la que nos enseña que somos exactamente lo que hemos hecho de nosotros mismos. El servicio que rendimos o dejamos de rendir determina si se nos dará una nueva oportunidad para un servicio mayor, el cual nos dará un aumentado impulso hacia el cielo; y es muy importante tener en cuenta que es inútil esperar la 
liberación de la cruz de la materia hasta tanto no hayamos aprovechado nuestras oportunidades de servicio aquí, y así merecer un campo más útil para servir. Los clavos que ataron a Cristo en la cruz del calvario nos engrillarán hasta que el dinámico impulso del Amor fluya de nosotros en ondas y oleadas rítmicas como la ola de Amor que entra anualmente a la Tierra y la imbuye con su vida renovada. 

Durante los meses de invierno, el Cristo agoniza, "gimiendo, trabajando y esperando por el día de la liberación", el cual llega en la época llamada por las iglesias ortodoxas como la Semana Santa. Pero de acuerdo con las enseñanzas místicas, nos damos cuenta que esta semana es justamente la culminación de Su sufrimiento y que El está saliendo de su prisión. Cuando el Sol cruza el Ecuador, El cuelga de la cruz y exclama: ¡Consummatum est! 
¡Todo se ha consumado! No es un grito de agonía, sino uno de triunfo, una exclamación de gozo por la hora de la liberación que ya ha llegado y que de nuevo le permite remontarse por un corto período, libre de la prisión que representa para El nuestro planeta Tierra. 

Deberíamos regocijarnos con El en esa grande, gloriosa y triunfal hora, la hora de la liberación, cuando El exclama: ¡Todo se ha consumado! Entonemos nuestros corazones con este gran evento cósmico; regocijémonos con el Cristo, nuestro Salvador, de que el tiempo de Su sacrificio anual ha sido completado nuevamente y sintámonos agradecidos desde el fondo de nuestros corazones, pues El ahora está por liberarse de las ligaduras de la Tierra; la vida 
con que El ha imbuido nuestro planeta es suficiente para llevarnos hasta la próxima Navidad. 

La vida es una escuela y a través del aprendizaje de sus muchas lecciones, la humanidad está evolucionando lentamente desde una chispa divina hasta la Divinidad. Si hubiéramos aprendido las lecciones como nos fueron dadas, no hubiera habido necesidad del gran sacrificio que fue hecho y es hecho anualmente por el Espíritu de Cristo, quien es la encarnación del Amor. A través del egoísmo, la desobediencia a la ley y las prácticas malas, nosotros 
habíamos cristalizado no solamente nuestros cuerpos, sino también la Tierra en la que vivimos, a tal grado que como medios de la evolución habían llegado a ser completamente inútiles. Cuando nada podía salvarnos de los resultados de nuestros propios errores, el compasivo Cristo se ofreció a Sí mismo y Su gran poder de Amor para romper las cristalizadas condiciones de los cuerpos 
humanos y de la Tierra, y El no la abandona hasta que haya dado de Sí mismo hasta lo sumo. 

Para aquellos que han elegido trabajar a sabiendas e inteligentemente con la ley cósmica, la Pascua tiene un gran significado. Para ellos representa la liberación anual del Espíritu Crístico de los confines estrechos de la Tierra y su gozosa ascensión hasta Su verdadero hogar, para permanecer allí toda la 
estación descansando en el seno del Padre. Es también el signo anual dado al aspirante de la base cósmica de sus aspiraciones y esperanzas, y si ellos tienen sus ojos abiertos realmente, percibirán las huestes angelicales esperando listas para acompañarlo en Su viaje al cielo; si es que sus oídos están sintonizados con los sonidos celestiales, ellos oirán coros celestes cantando loas a El, con alegres "hosanas" al Señor resucitado. Cuando se toma esto como un hecho cósmico y se relaciona con la Ley de la Analogía que enlaza al macrocosmos con el microcosmos, es esto simbólico de que algún 
día alcanzaremos todos nosotros la conciencia cósmica y sabremos 
positivamente por nuestra propia experiencia que la muerte no existe y que lo que parece ser tal, es solamente un tránsito hacia una esfera de acción más elevada. 

Es un símbolo anual para fortalecer nuestras almas en la tarea del bien obrar para que podamos tejer el "Manto Dorado Nupcial", requerido para ser los hijos de Dios en el más alto y sagrado sentido.  
 Es literalmente verdad que a menos que "caminemos en la luz, como Dios está en la luz," no tendremos fraternidad. 
Pero al hacer los sacrificios y prestar los servicios requeridos de nosotros para ayudar a la emancipación de nuestra raza, 
estamos construyendo el "Cuerpo Alma" de radiante luz dorada, que es la substancia emanada de y por el Espíritu del Sol, el Cristo Cósmico. Cuando esta substancia dorada nos haya cubierto con suficiente densidad, entonces podremos imitar al Sol de la Pascua 
y remontamos hacia una esfera de acción más elevada.
Con estos ideales firmemente fijos en nuestras mentes, la Pascua se convierte en una estación propicia para revisar nuestra vida durante el año precedente y tomar nuevas resoluciones para la venidera estación con el fin de promover nuestro crecimiento anímico. Es una estación cuando el símbolo del Sol ascendente nos debería orientar hacia el entendimiento del hecho que somos solamente peregrinos y extraños sobre la Tierra, que como espíritus nuestro 
verdadero hogar está en el cielo y que debemos esforzamos en aprender las lecciones en esta escuela de la vida, tan rápidamente como sea posible con un adecuado servicio. El día de Pascua representa la resurrección y liberación del Espíritu Crístico de las vibraciones inferiores de la Tierra, y esta liberación nos 
debería recordar de mirar continuamente hacia el amanecer del nuevo día que nos libere permanentemente de las redes de la materia, del cuerpo del pecado y de la muerte, en unión con todos nuestros hermanos en cautiverio. Ningún aspirante verdadero podría concebir una liberación que no incluya a todos aquellos que se encuentren en condición similar. 

Esta es una tarea gigantesca, su contemplación puede acobardar al corazón más valiente y si estuviéramos solos esto no podría lograrse; pero las divinas jerarquías que han guiado a la humanidad en el sendero de la evolución desde el comienzo de nuestro peregrinaje, están todavía activas trabajando con nosotros desde sus mundos, y con su ayuda eventualmente podremos lograr 
esta elevación de la humanidad como un todo, y obtener una comprensión individual de gloria, honor e inmortalidad. Teniendo esta gran esperanza dentro de nosotros mismos, esta gran misión en el mundo, trabajemos como nunca antes para ser mejores hombres y mujeres a fin de que nuestro ejemplo pueda despertar en los otros el deseo de llevar una vida que nos conduzca a la liberación. 

Nos concentraremos ahora en el Amor Divino y el Servicio. 

4 - Concentración.

5 - Música: el organista toca el Himno de Clausura.

6 - El lector cubre el emblema y da la admonición de partida: Y ahora, mis queridos hermanos y hermanas, al partir para volver a entrar en el mundo material, salgamos con la firme resolución de expresar en nuestras vidas diarias, los elevados ideales espirituales que hemos recibido aquí, para que día tras día podamos convertirnos en hombres y mujeres más dignos de ser usados como canales conscientes en la obra benéfica de nuestros Hermanos 
Mayores en el servicio de la humanidad. 




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Servicio del Solsticio de Invierno - The Rosicrucian Fellowship



The Rosicrucian Fellowship
Servicio del Solsticio de Invierno 

Orden del Servicio:

1 - Música: la concurrencia canta la tercera estrofa del Himno Rosacruz de Apertura.

2 - El lector descubre el emblema y da el siguiente saludo: Mis queridos hermanos y hermanas, Que las Rosas florezcan sobre vuestra Cruz. (La concurrencia responde: Y sobre la vuestra también) 

3 - Lectura del Servicio:
Estamos ahora en el solsticio de invierno, época en que la luz del Sol casi ha desaparecido, y el Hemisferio del Norte está frío y triste. Pero en la noche más prolongada y obscura, el Sol cambia su camino ascendente, la luz de Cristo nace de nuevo en la Tierra, y todo el mundo se regocija. La ola de luz y vida espiritual que será la base del crecimiento y progreso del próximo año, está ahora en su mayor apogeo y poder. La Tierra está ahora más cerca del Sol y 
los rayos espirituales caen en ángulos rectos sobre la superficie de la Tierra en el Hemisferio del Norte, aumentando la espiritualidad, mientras que las actividades físicas están restringidas a causa del ángulo oblicuo con el que los rayos solares afectan a la superficie de la Tierra. Es de gran importancia para el estudiante esotérico, el saber y comprender las condiciones, particularmente favorables que prevalecen en la natividad para que él pueda aplicar todas sus 
energías en esta época de esfuerzo espiritual, y así cubrir una mayor distancia con un menor esfuerzo, lo cual es más favorable ahora que en cualquier otra época. 
El apóstol nos dio una maravillosa definición de la Deidad, al decir que "Dios es luz"; por lo tanto, esta palabra ha sido utilizada para ilustrar la naturaleza de lo divino en las enseñanzas Rosacruces, especialmente en lo referente al misterio de la Trinidad en la Unidad. Se enseña claramente en las sagradas escrituras de todos los tiempos, que Dios es uno e indivisible. Al mismo tiempo, 
vemos como la luz blanca se refleja en los tres colores primarios, rojo, amarillo y azul; así también, Dios aparece como un triple aspecto durante la manifestación, mediante el ejercicio de las tres funciones divinas de creación, preservación, y disolución. 
Cuando El ejerce el atributo de la creación, aparece como Jehová, el Espíritu Santo, y entonces es el Señor de la ley y de la generación, quien proyecta indirectamente la fertilidad del Sol a través de los satélites lunares de todos los planetas, en donde es necesario proveer cuerpos para los seres que evolucionan allí. 
Cuando El ejerce el atributo de la preservación con el propósito de sostener a los cuerpos generados por Jehová bajo las leyes de la naturaleza, aparece como el redentor, Cristo, e irradia directamente los principios de Amor y regeneración hacia cualquier planeta en el cual las criaturas de Jehová requieran de esta ayuda para librarse de las garras de la muerte y el egoísmo con el fin de lograr el altruismo y la vida eterna.
Cuando El ejerce el atributo de la disolución, aparece como el Padre, quien nos manda volver a nuestro hogar celestial para asimilar los frutos de la experiencia y el crecimiento anímico, acopiados por nosotros durante el día de manifestación. Este solvente universal, el rayo del Padre, emana entonces desde el Sol espiritual invisible. 
Estos procesos divinos de la creación y el nacimiento, la preservación y la vida, la disolución y la muerte, y el retorno hacia el creador de nuestro ser, los vemos por doquier y reconocemos el hechos de que son actividades del Dios triuno en manifestación. ¿Pero hemos alguna vez comprendido que en el mundo espiritual no hay acontecimientos definidos, ni condiciones estáticas; que el 
principio y el fin de las aventuras de todas las épocas, están presentes en el eterno "aquí" y "ahora"? 
Desde el seno del Padre hay un eterno brote de las semillas de todas las cosas y de los acontecimientos que hacen parte del reino del "tiempo" y el "espacio". 
Allí, este brote se cristaliza gradualmente y se vuelve inerte, necesitándose de la disolución con el fin de que pueda haber lugar para otras cosas y otros acontecimientos. 
No hay escapatoria de esta ley cósmica ya que esta se aplica a todo lo existente en el reino del "tiempo" y el "espacio", incluyéndose en esto al rayo de Cristo. Del mismo modo como el lago que se vacía en el océano, es llenado nuevamente por la evaporación del agua que lo abandonó y que vuelve de nuevo a éste en forma de lluvia para fluir incesantemente hacia el mar, así también el espíritu del Amor nace del Padre, día tras día, y hora tras hora, fluyendo eternamente en el universo solar para redimirnos del mundo de la 
materia que nos enmaraña con las garras de la muerte. Ola tras ola, así impelido hacia afuera desde el Sol hasta todos los planetas, dando un impulso rítmico a las criaturas que evolucionan en ellos. 
Y así es este impulso en el sentido mas verdadero y literal, un Cristo recién nacido, al cual aclamamos en cada nochebuena, representando la Navidad el acontecimiento anual más importante para toda la humanidad, sin importar que nos demos o no cuenta de ello. No es meramente una conmemoración del nacimiento de nuestro amado Hermano Mayor, Jesús, sino la venida del 
rejuveneciente Amor-vida de nuestro Padre celestial, que El envía para redimir al mundo de las garras de la muerte invernales. Sin esta nueva infusión de la vida y energía divinas, muy pronto pereceríamos físicamente y nuestro progreso ordenado se frustraría en lo relativo a nuestras líneas presentes de evolución. 
Pero el amor divino fluye incesantemente y así como un padre ama a sus hijos, así también nuestro Padre Celestial nos ama ya que El sabe de nuestra dependencia y fragilidad espiritual. Por lo tanto, esperemos ahora confiadamente el místico nacimiento de Cristo que nos trae una vida renovada y Amor enviados por el Padre para socorrernos del hambre física y espiritual que sobrevendría si no fuera por Su ofrenda anual de Amor. 
Con el transcurrir del tiempo, el mundo comprenderá que Dios es espíritu y que debe ser adorado en espíritu y en verdad. No debemos hacerle imagen alguna que lo represente ya que El no tiene forma ni en el cielo ni en la Tierra. Podemos ver los vehículos físicos de Jehová moviéndose alrededor de varios de los planetas y también vemos al Sol, que es el vehículo visible de Cristo; 
pero el Sol invisible, el cual es el vehículo del Padre y el origen de todo, aparece solamente a los más grandes videntes, como la octava superior de la fotósfera del Sol en la forma de un anillo luminoso de color azul violeta detrás de el. Nosotros no necesitamos ver ya que sentimos Su Amor, y este sentimiento no puede ser tan intenso como en la época de Navidad, cuando El nos da el mejor de todos los regalos, a saber: el Cristo del nuevo año. 
Es del Sol visible de donde viene cada partícula de energía física y es del Sol espiritual invisible de donde viene toda nuestra energía espiritual. En la actualidad, no podemos soportar el mirar directamente al Sol ya que esto nos cegaría. Pero podemos mirar al reflejo de la luz del Sol que proviene de la Luna. De la misma manera, el hombre no puede soportar el impulso espiritual 
directo que nos viene del Sol, por lo cual éste tiene que enviarse a través de la Luna y por medio del influjo de Jehová, su regente, como una religión de raza. 
Solamente por la Iniciación, fue posible tener contacto directamente con el impulso espiritual del Sol. Un velo colgaba delante del templo. 
Así, pues, en la Noche Santa que llamamos Navidad, era usual para los sabios (aquellos que estaban más allá de la humanidad ordinaria), el llevar a los templos a los que estaban logrando la sabiduría y que, por lo tanto, estaban listos para ser iniciados. Se efectuaban ciertas ceremonias y se ponía a los candidatos en el estado de trance. Sin embargo, en aquella época no se les 
podía dar la Iniciación en un estado de completa vigilia, ya que esta tenía que ser dada en el estado de trance ya mencionado. Cuando la percepción espiritual era despertada en ellos, podían ver a través de la Tierra, sin percibir detalle alguno, sino que esta se volvía transparente y veían la estrella de la medianoche. 
Más tarde vino la época en que el hombre pudo recibir más directamente el impulso espiritual y cuando llegó el tiempo en que el espíritu de Cristo podía ser recibido y sentido sobre la Tierra (al haber elevado nuestra conciencia), entonces un rayo del Cristo cósmico vino y encarnó aquí en el cuerpo de nuestro Hermano Mayor, Jesús. El espíritu de Cristo constituye, entonces, la primera llegada del impulso espiritual directo. 
Exotéricamente hablando, el Sol ha sido adorado como el dador de la vida desde épocas inmemoriales, ya que la multitud era incapaz de mirar más allá del símbolo material de esta gran verdad espiritual. Pero, además de aquellos que adoraban a la órbita celestial que es vista por el ojo físico, siempre ha existido y continúa existiendo una pequeña pero creciente minoría, un 
sacerdocio consagrado por su rectitud más que por sus ceremonias, quienes veían y ven las verdades espirituales eternas, detrás de las formas temporales y evanescentes; estas revestían a las verdades con ceremoniales de diferentes ropajes, de acuerdo a las épocas y a los pueblos a quienes les fueron dadas originalmente. Para ellos cada año brilla la legendaria estrella de Belén como 
un Sol místico de medianoche, que penetra en nuestro planeta durante el Solsticio de Invierno, y comienza entonces a irradiar desde el centro de nuestro globo, Vida, Luz y Amor, que representan a los tres atributos divinos. Estos rayos de esplendor y poder espiritual llenan nuestro globo con una luz suprema 
que envuelve a todos los seres de la Tierra, desde el más insignificante hasta el más grande, sin tener en cuenta su condición. 
En la época del año en que los días son más breves y las noches más prolongadas, y en especial en la Noche Santa de la que hemos hablado, es cuando el Cristo nace de nuevo como un Sol que alumbra nuestra obscuridad y cuando la influencia espiritual es más intensa y puede ser alcanzada más fácilmente. Fue esta gran verdad la que se encontraba en el seno de la estrella durante la Noche Santa, que iluminaba la más prolongada y obscura noche del 
año. Cristo vino y alteró las vibraciones de la Tierra y continúa alterándolas ininterrumpidamente desde ese momento. El "rasgó el velo del templo". El hizo al "Santo de los Santos" - el lugar de iniciación abierto para "todos aquellos que la querían". Desde esa época ya no se necesitaba el trance, no más estados 
subjetivos para pasar la iniciación. Hay un camino consciente hacia el Templo para todos los que deseen recorrerlo. 
En la Orden Rosacruz, los nueve misterios menores o iniciaciones menores, tratan únicamente con la evolución de la humanidad durante el Período Terrestre y el quinto grado lleva al candidato al final de este período, cuando la gloriosa humanidad estará recogiendo los frutos del trabajo concluido y llevándose la esencia de los siete globos sobre los cuales evolucionamos en cada día de manifestación, al primero de los cinco globos obscuros que son 
nuestra habitación durante la noche cósmica. Después de que se le ha mostrado el fin del quinto grado, se familiariza al candidato con los medios mediante los cuales se logrará el fin perseguido durante las tres revoluciones y media restantes del Período Terrestre; los cuatro grados restantes están dedicados a darle la iluminación a este respecto. El noveno y último de estos grados se otorga durante los solsticios de invierno y verano, cuando al candidato le es permitido penetrar a través de todos los estratos de la Tierra. 
Este es el gran destino que está ante cada uno de nosotros. El Cristo dijo a sus discípulos: "Aquel que crea en mí, las obras que yo hago, él también las hará... y aún mayores que ésas hará." Es un hecho sublime el saber que todos somos Cristos en formación, y que entre más pronto nos demos cuenta de que debemos cultivar al Cristo interno antes de que podamos recibirlo externamente, tanto más apresuraremos el día de nuestra iluminación espiritual. A su debido tiempo, cada uno de nosotros será conducido por la estrella hacia Cristo; pero, es necesario enfatizar firmemente lo siguiente: que no seremos guiados hacia un Cristo externo sino al que yace dentro de nosotros mismos. 

"Aunque el Cristo nazca mil veces en Belén 
Y no dentro de ti, tu alma será desdichada." 

Nos concentraremos ahora en el Amor Divino y el Servicio. 

4 - Concentración.

5 - Música: el organista toca el Himno de Clausura.

6 - El lector cubre el emblema y da la admonición de partida: Y ahora, mis queridos hermanos y hermanas, al partir para volver a entrar en el mundo material, salgamos con la firme resolución de expresar en nuestras vidas diarias, los elevados ideales espirituales que hemos recibido aquí, para que día tras día podamos convertirnos en hombres y mujeres más dignos de ser usados como canales conscientes en la obra benéfica de nuestros Hermanos 
Mayores en el servicio de la humanidad. 




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Servicio del Equinoccio de Otoño - The Rosicrucian Fellowship


The Rosicrucian Fellowship
Servicio del Equinoccio de Otoño 

Orden del Servicio:

1 - Música: la concurrencia canta la tercera estrofa del Himno Rosacruz de Apertura.

2 - El lector descubre el emblema y da el siguiente saludo: Mis queridos hermanos y hermanas, Que las Rosas florezcan sobre vuestra Cruz. (La concurrencia responde: Y sobre la vuestra también). 

3 - Lectura del Servicio:

"Dios es luz"

Cada vez que nos concentramos con estas tres palabras, nos sumergimos en una fuente espiritual de profundidad infinita, y en cada ocasión posterior sondeamos más a fondo las profundidades divinas y nos acercamos más a nuestro Padre en los cielos. 

Para familiarizarnos con esto, ahora que la luz de Cristo está comenzando nuevamente a penetrar en la Tierra, retrocedamos en el tiempo para establecer la dirección de nuestra línea futura de progreso. 

La primera vez que nuestra conciencia fue dirigida hacia la luz, fue poco tiempo después de que habíamos sido dotados con la mente y entrado definitivamente en nuestra evolución como seres humanos en la Atlántida, el país de la niebla, situada en los profundos valles de la Tierra, donde la niebla caliente que provenía de la Tierra enfriada pendía como una densa bruma sobre esta. 
Entonces las alturas estelares del universo nunca eran vistas, ni la plateada luz de la Luna podía penetrar la densa y brumosa atmósfera que rodeaba aquella tierra antigua. Aun el ígneo esplendor del Sol estaba casi totalmente extinguido, y cuando observamos en la Memoria de la Naturaleza lo perteneciente a 
aquella época, veremos que era excesivamente obscuro y que tenía un aura de varios colores, muy parecidos a los que observamos alrededor de una lámpara en una noche nebulosa. 

Pero esta luz tenía una fascinación; a los antiguos atlantes les enseñaron los Jerarcas Divinos que estuvieron con ellos, a ambicionar la luz, y como la luz espiritual ya estaba entonces disminuyendo, ellos ambicionaron más ardientemente la nueva luz, ya que temían a la obscuridad de la que habían llegado a hacerse conscientes a través de la recientemente adquirida mente. 

Entonces vino el inevitable diluvio, cuando la niebla se enfrió y condensó. La atmósfera se aclaró y fue salvado el "pueblo escogido." Aquellos que habían trabajado dentro de si mismos y aprendido a construir los órganos necesarios requeridos para respirar en una atmósfera tal como la que hoy tenemos, 
sobrevivieron y llegaron a la luz. Esto no fue una elección arbitraria; la obra del pasado consistió en la construcción del cuerpo. Aquellos que únicamente tenían branquias, tal como todavía las usa el feto en su desarrollo prenatal, eran fisiológicamente tan ineptos para entrar en la nueva era, como lo sería el feto al nacer si descuidara la construcción de los pulmones, ya que entonces moriría como murieron aquellas antiguas gentes cuando la atmósfera enrarecida hizo inútiles las branquias. 

Desde el día en que abandonamos la antigua Atlántida, nuestros cuerpos han sido prácticamente terminados y desde aquí en adelante aquellos que deseen seguir la luz deberán esforzarse por crecer anímicamente. Los cuerpos que hemos cristalizado deben ser disueltos y extraerse de ellos la quintaesencia de la experiencia, que como "alma" puede ser amalgamada con el espíritu para 
elevarlo desde la impotencia hasta la omnipontencia. Por esto, fue que se les dio a los antiguos el Tabernáculo en el Desierto y la luz de Dios descendió sobre el altar de los sacrificios. Esto es de un gran significado: el Ego acababa de descender a su tabernáculo, que es el cuerpo. Todos nosotros conocemos la tendencia del instinto primitivo hacia el egoísmo, y si hemos estudiado la ética superior, también sabremos cuán nociva para el bien es la indulgencia de 
esta tendencia egoísta; por consiguiente, Dios colocó inmediatamente ante la humanidad la divina luz sobre el altar de los sacrificios. 

Sobre este altar, ellos fueron obligados por una gran necesidad a ofrecer sus queridas posesiones por cada transgresión cometida, apareciéndoseles Dios como un severo Maestro, cuya cólera era peligroso incurrir; pero todavía la luz les atraía. Entonces comprendieron que era inútil intentar escapar de la mano 
de Dios. Nunca habían oído las palabras de Juan, "Dios es luz", pero ya habían comprendido en alguna extensión el significado de lo infinito, por la contemplación de los cielos, cuando David exclama: "¿A dónde iré yo que no esté ante tu Espíritu, o en dónde me esconderé de tu presencia? Si tomase las alas de la aurora y morase en las más apartadas regiones del mar, aun allí tu 
mano me guiaría y tu diestra me sostendría... Ciertamente, la obscuridad no se esconde de ti, y la noche brilla como el día, porque la noche y el día son como tú." 

El hacer permanente esta condición de estar en la luz, fue el siguiente paso en la obra de Dios con nosotros, la cual culminó con el nacimiento de Cristo, quién como presencia corporal del Padre encarnaba en sí mismo a esta luz, que fue traída al mundo para que cualquiera que creyese en Cristo no pereciera, sino que tuviese la vida eterna. El dijo: "Yo soy la luz del mundo." El altar en el 
Tabernáculo había ilustrado el principio del sacrificios como medio de regeneración, y así Cristo dijo a Sus discípulos: "Nadie tiene más Amor, que aquél que da la vida por sus amigos; y vosotros sois mis amigos." 

Inmediatamente comenzó el sacrificio, que no fue consumado en unas pocas horas de sufrimiento físico sobre una cruz material, sino que es tan perpetuo como lo fueron los sacrificios que se hacían sobre el altar del Tabernáculo en el Desierto, ya que ello implica un descenso anual a la Tierra y el sufrimiento que sus limitadas condiciones representan para tan gran espíritu. 

Esto debe continuar hasta que un número suficiente de la humanidad haya evolucionado y así poder llevar la carga de esta densa masa de obscuridad llamada la Tierra, que cuela como una piedra de molino del cuello de la humanidad, siendo esto un impedimento para un crecimiento espiritual mucho mayor. 

Estamos ahora en el equinoccio de otoño, cuando el Sol abandona el Hemisferio del Norte, después de haber provisto todas nuestras necesidades para el año venidero; y la marea espiritual que lleva en su cresta la vida que tendrá expresión física en el año que viene, está ahora en camino hacia la Tierra. El medio año que está justamente ante nosotros, es la parte santa del año. Desde la flesta de la Inmaculada Concepción hasta el nacimiento místico 
de la Navidad (mientras esta ola está descendiendo hacia la Tierra), y desde esa época hasta la Pascua (mientras está saliendo), un canto armonioso, rítmico y vibrante, escrito adecuadamente en la leyenda del místico nacimiento como un "hosanna", cantado por los coros angelicales, llena la atmósfera planetaria y actúa sobre nosotros como un impulso para la aspiración espiritual. 

Es sabido de la analogía existente entre el hombre que entra en sus vehículos, vive y trabaja a través de ellos en la vigilia, y por la noche es un espíritu libre de los grilletes del cuerpo denso, y el espíritu de Cristo que mora en nuestra Tierra una parte del año. Todos sabemos que este cuerpo físico es un grillete y una 
prisión par El y también que estamos limitados por la enfermedad y el sufrimiento, y que no existe ni uno solo de nosotros que esté siempre en perfecta salud, lo cual nos permitiría no sentir el aguijón del dolor; lo anterior es aplicable por lo menos a los que se hallan en el sendero de la vida superior. 

De manera parecida sucede con el Cristo cósmico, quien vuelve Su atención hacia nuestra insignificante Tierra y enfoca Su conciencia en ella a fin de que podamos tener vida. Ha de incorporarse a esta masa muerta anualmente (la que hemos cristalizado fuera del Sol) y esto es un grillete, una traba y una prisión para El. Por lo tanto, nuestros corazones en esta época deberían volverse hacia El en agradecimiento por el sacrificio que hace por nuestra causa durante los meses de invierno cuando penetra a la Tierra con Su vida y 
la despierta de su sueño invernal en el cual permanecería si El no naciera para darle vida. 

Sin esta infusión anual de la vida y energía divinas, todas las cosas vivientes de nuestra Tierra perecerían pronto y el progreso ordenado sería frustrado en lo que se refiere a nuestros presentes lineamientos evolutivos. Es la "caída" del rayo espiritual del Sol en el otoño lo que causa la reanudación de las actividades mentales y espirituales en el invierno. La misma fuerza germinativa 
que fermenta la semilla en la Tierra y la prepara muy a menudo para reproducir su especie, estimula también a la mente humana y promueve las actividades altruistas, lo cual hace que el mundo sea mejor. 

Así es que las poderosas vibraciones espirituales de la vivificante ola Crística, están en la atmósfera terrestre durante los meses que vienen y podemos utilizarlas con mayor ventaja si conocemos este hecho y redoblamos nuestros esfuerzos, lo que no se podría hacer si no estamos conscientes de esto. El Cristo está todavía gimiendo, trabajando y esperando el día de Su liberación, por la "manifestación de los hijos de Dios." Y verdaderamente apresuraremos la venida de ese día cada vez que participamos del alimento necesario para nuestros cuerpos sutiles, lo cual está simbolizado por el pan y el vino místicos. 

Cada vez que nos damos a nosotros mismos en servicio a los demás, añadimos brillo a nuestros cuerpos-almas, los cuales construimos al trabajar con los dos éteres superiores. Es el éter de Cristo el que ahora flota sobre nosotros, y por lo tanto recordemos que si queremos apresurar el día de Su liberación, debemos en un número suficiente haber desarrollado nuestros cuerpos-almas, hasta tal punto que estos puedan sostener a la Tierra. Así tomaremos Su carga y lo salvaremos del dolor de la existencia física. Pueda 
ser que cada uno de nosotros aproveche las vibraciones espirituales que se nos infundirán durante los meses venideros para que el próximo equinoccio de otoño nos encuentre más cerca del día de la liberación. 

Nos concentraremos ahora en el Amor Divino y el Servicio. 

4 - Concentración.

5 - Música: el organista toca el Himno de Clausura.

6 - El lector cubre el emblema y da la admonición de partida: Y ahora, mis queridos hermanos y hermanas, al partir para volver a entrar en el mundo material, salgamos con la firme resolución de expresar en nuestras vidas diarias, los elevados ideales espirituales que hemos recibido aquí, para que día tras día podamos convertirnos en hombres y mujeres más dignos de ser usados como canales conscientes en la obra benéfica de nuestros Hermanos 
Mayores en el servicio de la humanidad. 




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Servicio del Solsticio de Verano - The Rosicrucian Fellowship


The Rosicrucian Fellowship
Servicio del Solsticio de Verano 

Orden del Servicio: 

1 - Música: la concurrencia canta la tercera estrofa del Himno Rosacruz de Apertura.

2 - El lector descubre el emblema y da el siguiente saludo: Mis queridos hermanos y hermanas, Que las Rosas florezcan sobre vuestra Cruz. (La concurrencia responde: Y sobre la vuestra también). 

3 - Lectura del Servicio:
Estamos ahora en la época del solsticio de verano, estación durante la cual la manifestación física sobre la Tierra llega a su apogeo. 
Una ola espiritual de vitalidad entra cada año en la Tierra durante el solsticio de invierno para fecundar las semillas durmientes en la tierra helada, a fin de dar una nueva vida al mundo en el cual vivimos. Y este trabajo se hace durante los meses de invierno mientras el Sol está pasando a través de los signos zodiacales de Capricornio, Acuario y Piscis. 

Cósmicamente el Sol nace en la noche más larga y obscura del año, cuando Virgo, la virgen celestial, se halla sobre el horizonte oriental a medianoche para dar a luz a su inmaculado hijo. Durante los meses que siguen, el Sol pasa a través del violento signo de Capricornio, donde míticamente están concentrados todos los poderes de las tinieblas en un frenético esfuerzo para matar al portador de la luz, una fase del drama solar que está presentado 
místicamente en la historia del rey Herodes y en la huida de Egipto para escapar de la muerte. 

Cuando el Sol entra en el signo de Acuario, el aguador, en febrero, tenemos la época de la lluvia y las tormentas; y así como el bautismo consagra místicamente al Salvador en Su trabajo de servicio, así también los diluvios de humedad que descienden sobre la Tierra, la ablandan y maduran para que pueda producir los frutos con los cuales se conserve la vida de aquellos que viven en ella. 
Entonces viene el paso del Sol a través del signo de Piscis, los peces. En esta época, las provisiones del año precedente están casi consumidas y el alimento del hombre está escaso. Por lo tanto, tenemos la larga abstinencia de la Cuaresma, que representa místicamente para el aspirante el mismo ideal que es mostrado cósmicamente por el Sol. En esta época hay un carnaval, el adiós a la carne, porque todo el que aspire a la vida superior, debe en algún momento de su vida decir adiós a su naturaleza inferior con todos sus deseos y prepararse para la Pascua que está entonces cerca. 

En marzo, cuando el Sol cruza el Ecuador celestial y entra en el signo de Aries, el cordero, la cruz se eleva como un símbolo místico del hecho que el candidato a la vida superior debe aprender a abandonar el cuerpo mortal y comenzar el ascenso al Gólgota, el lugar de la calavera, y desde allí cruzar el umbral para entrar al mundo invisible. Finalmente, y como imitación del ascenso del Sol hacia los signos de los cielos boreales, cuando nutre con sus 
rayos calurosos al crecimiento de la semilla en el suelo, la cual ha sido revitalizada por la ola Cristica durante los meses invernales, El debe aprender que su lugar está con el Padre y que tiene que ascender a este lugar exaltado. 

Así es que en la época presente, durante la estación que culmina el 21 de junio, el gran espíritu de Cristo ha llegado al Mundo del Espíritu Divino, el trono del Padre. Durante los meses de julio y agosto, mientras el Sol está en Cáncer y Leo, El está reconstruyendo Su vehículo del Espíritu de Vida, el cual ofrecerá al mundo y rejuvenecerá a la Tierra y a los otros reinos de vida que 
evolucionan en y sobre ella. 

Sin esta ola mística anual de energía vital que viene del Cristo cósmico, la vida física sería una imposibilidad. No habría pan y vino, ni el transubstanciado baño espiritual preparado alquímicamente con la sangre del corazón del discípulo. La existencia física es la escuela o laboratorio en la cual aprendemos 
a transmutar los metales bajos de muestras naturalezas inferiores en el brillo resplandeciente de la piedra filosofal, y así hacer posible nuestra liberación hacia las esferas superiores, donde nuestro exaltado ideal, el Cristo, está presente. 

Hay factores detrás de todas las manifestaciones de la naturaleza, inteligencias de varios grados de conciencia, constructores y destructores, quienes tienen a su cargo partes importantes en la economía de la naturaleza. La mitad del verano es la época de diversión para los duendes de la Tierra y entidades similares relacionadas con el desarrollo material de nuestro planeta, como nos lo muestra Shakespeare en su "Sueño de una Noche de Verano." 

La acción semi-inteligente de los silfos levanta las finamente divididas partículas de vapor de agua preparadas por las ondinas desde la superficie del mar y las llevan tan alto como pueden antes de que la condensación parcial tenga lugar y las nubes se formen. Ellos conservan estas partículas de agua hasta que son forzados por las ondinas a devolvérselas. Cuando hablamos de tormentas, es que se están librando batallas en la superficie del mar y en el aire, algunas veces con la ayuda da las salamandras que encienden la 
antorcha luminosa del hidrógeno y el oxígeno separados, y envían su imponente y estrepitoso zig zag a través de la obscuridad, seguido por los pesados estruendos del trueno que repercuten en la clara atmósfera, mientras las ondinas arrojan triunfalmente las gotas de agua rescatadas hacia la Tierra, para que así puedan ser devueltas otra vez a su elemento nativo. 

Los pequeños gnomos son necesarios para formar las plantas y las flores. Su trabajo es teñirlas con las innumerables variedades de color que deleitan a nuestros ojos. Ellos también cortan los cristales de todos los minerales y hacen las inapreciables gemas que centellean desde las diademas doradas. Sin ellos no habría hierro para nuestra maquinaria ni oro con qué pagarla. Están por 
todas partes y la proverbial abeja no es más activa que ellos. A la abeja, sin embargo, se le reconoce el trabajo que hace, mientras que los diminutos espíritus de la naturaleza que juegan una parte tan inmensamente importante en el trabajo del mundo, son desconocidos, excepto por los así llamados soñadores y locos. 
En el solsticio de verano, las actividades físicas de la naturaleza están en su cúspide o apogeo; por lo tanto, la "Noche de Verano" es la gran fiesta de las hadas que han ayudado a construir el universo material, nutrido el ganado, alimentado el grano, y saludado con alegría y agradecimiento a la cresta de la ola de fuerza, que es la herramienta que emplean para modelar las flores en la sorprendente variedad de las delicadas formas, según sus arquetipos, y 
coloreándolas con los innumerables matices que son el deleite y la 
desesperación del artista. 

En la más prolongada de todas las noches de la alegre estación del verano, ellos se reúnen desde el pantano y el bosque, y de la cañada al valle en el festival de las hadas. Ellos cocinan y preparan verdaderamente sus alimentos etéricos y después danzan en medio de éxtasis de alegría al haber realizado y cumplido su importante misión en la economía de la naturaleza. 

Es un axioma científico que la naturaleza no tolera nada que sea inútil; los parásitos y los zánganos son una abominación; el órgano que ha llegado a ser superfluo, se atrofia, y así sucede con el miembro u ojo que no se usa más. La naturaleza tiene trabajo que hacer y requiere el trabajo de todos para justificar su existencia y continuar como parte de ella. Esto se aplica a las plantas y al planeta, al hombre y a la bestia, e igualmente a las hadas. Ellas tienen su trabajo que hacer, están ocupadas y sus actividades son la solución para muchos de los variados misterios de la naturaleza. 

Estos son puntos que debemos esforzarnos por comprender a fondo con el fin de que podamos aprender a apreciar esta estación del año tan profundamente como se debería hacer. ¡Qué calamidad cósmica sería que nuestro Padre Celestial fallase en proveernos los medios para nuestra existencia física y sustento cada año! El Cristo del año pasado no puede salvarnos del hambre física, del mismo modo que la lluvia del año pasado no puede mojar el suelo otra vez y hacer crecer los millones de semillas que dormitan en la tierra y 
aguardan las actividades germinales de la vida del Padre para comenzar su crecimiento; el Cristo del año pasado no puede encender de nuevo en nuestros corazones las aspiraciones espirituales que nos impulsan hacia adelante en nuestra búsqueda, del mismo modo que el calor del último verano no puede 
calentarnos ahora. El Cristo del año pasado nos dio Su amor y Su vida hasta el último aliento sin límite ni medida; cuando nació en la Tierra en la última Navidad, El infundió la vida en las durmientes semillas que crecieron y llenaron abundantemente nuestros graneros con el pan de la vida física. El prodigó el Amor que le dio el Padre hacia nosotros, y cuando había agotado completamente Su vida, murió en la época de la Pascua y ascendió de nuevo hacia el Padre, así como el río por evaporación se eleva hacia el cielo. 
Pero el Amor Divino fluye perpetuamente y como un padre ama a sus hijos, así nuestro Padre Celestial nos ama, porque El conoce nuestra dependencia y nuestra fragilidad tanto física como espiritual. 
Pueda ser que podamos aprovecharnos de las oportunidades que se nos ofrecen durante esta estación y que la nueva venida del Espíritu de Cristo en el otoño nos encuentre con una mayor facilidad para responder a las poderosas vibraciones espirituales con las cuales seremos imbuídos en esta época. Nos concentraremos ahora en el Amor Divino y el Servicio. 

4 - Concentración.

5 - Música: el organista toca el Himno de Clausura.

6 - El lector cubre el emblema y da la admonición de partida: Y ahora, mis queridos hermanos y hermanas, al partir para volver a entrar en el mundo material, salgamos con la firme resolución de expresar en nuestras vidas diarias, los elevados ideales espirituales que hemos recibido aquí, para que día tras día podamos convertirnos en hombres y mujeres más dignos de ser usados como canales conscientes en la obra benéfica de nuestros Hermanos 
Mayores en el servicio de la humanidad. 





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