domingo, 29 de mayo de 2016

Anónimo Rosacruz ¡ SÍ NOS ANDAS BUSCANDO !

        


ANÓNIMO ROSACRUZ
                  ¡ SÍ NOS ANDAS BUSCANDO !

              No preguntes quienes han escrito estas líneas. Júzgalas por sus méritos. Considera el espíritu en que están escritas y no meramente las palabras. No nos mueve ningún motivo egoísta. La luz interna nos induce a obrar, nos impulsa a escribirte y nuestras credenciales son las verdades que poseemos, fácilmente reconocibles por quienes todo lo posponen a la verdad.
               
                Te las comunicaremos en proporción a como sea tu capacidad de recibirlas y estás en libertad de aceptar o no lo que digamos; porque la Sabiduría Divina no clama por admisión. Es una luz que brilla con eterna tranquilidad y espera pacientemente el día en que se la reconozca y admita. 
               
                Tenemos una escuela en donde la  Sabiduría Divina es el Maestro y enseña a cuantos lo desean la verdad por si misma y no meramente por curiosidad o por el beneficio mundano que les pueda  aportar. Los Misterios explicados se refieren a todo cuanto es posible conocer respecto a Dios, a la Naturaleza y al Hombre.
                  Estamos constituidos por quienes buscan la luz y que son capaces de recibirla y el que posee mayor receptividad para responder a la luz es el número UNO.
                  Poseemos los más profundos misterios y sin embargo no somos secretos, porque nuestros secretos son un libro abierto para quien está en disposición de leerlo. El secreto no dimana del poco deseo de enseñar, si no de la debilidad de quienes piden que se les enseñe . Nuestros secretos no pueden comprarse con dinero.
                    No tenemos ambición por satisfacer, ni deseamos publicidad, ni nos disgusta el estado presente de  cosas en el mundo, ni de quienes desean gobernar para imponer sus opiniones. No hay personas, ni partido  alguno que influya en nosotros, ni tampoco esperamos recompensa por nuestra labor.
                     Podemos hablarte de lo más maravilloso, de cosas asombrosas, pero no es nuestra intención excitar tu curiosidad. Deseamos despertar en ti la sed de sabiduría y el hambre de Amor Fraternal. Pero no nos corresponde el abrir tu entendimiento.
                        Esa es la labor del Divino responsable, el Desposado del alma que llama a la puerta; y muchos no escuchan la llamada o no quieren admitirlo, porque están sumidos en las ilusiones de la existencia externa.
                         Tú, amigo, que eres de los que buscan, ¿deseas encontrar las respuestas a las tres preguntas que enigmáticamente sellan la vida de todo ser humano?. De dónde vengo?  ¿Por qué estoy aquí?  ¿Hacia dónde voy? 
                          Si es así, penetra en lo más profundo de tu corazón y asegúrate de si lo único que buscas es lo perfecto, inmortal e inmutable; entonces y solo entonces estarás listo para dar el primer paso que conduce al TEMPLO de la SABIDURÍA. 
       
                                  QUE LA LUZ MORE POR SIEMPRE EN TU CORAZÓN 
       
A.R.C.


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¿Quién nos hace sufrir?



¿QUIÉN NOS HACE SUFRIR?

            Muchas veces nos quejamos de que llevamos una vida estresada y de que los problemas y las preocupaciones no nos dejan vivir. Nos fijamos en todo lo que  es externo pero no en nuestras actitudes, nos fijamos en el comportamiento de quienes nos rodean pero no en cómo funcionamos por dentro y, como consecuencia, qué imagen damos ante los demás; y todo ocurre por no analizarnos un poco aunque sea superficialmente. Desde que nacemos vamos adquiriendo conocimiento a través de las experiencias y vamos formando hábitos físicos, morales y mentales, generalmente, más malos que buenos. Si meditáramos un poco sobre cómo somos internamente podríamos extraer algunas conclusiones como las siguientes:

1º.- La mayor parte del día no somos auto-conscientes de lo que sentimos ni de lo que pensamos, sino que actuamos y respondemos más bien por instinto, por costumbre y de forma automática.

2º.- La mente responde (como si fuera independiente) a los deseos, a las emociones y a lo que percibe por medio de los sentidos, como hábito y saltando de una cosa a otra sin control.

3º.- Los deseos y las emociones nos impulsan a hablar y a actuar, también la mayoría de las veces, sin que nos demos cuenta de que no razonamos lo que hacemos.

4º.- No nos damos cuenta de que por encima de dichos deseos y de dichas emociones dominantes  está la mente razonadora y que, por encima de la mente está la voluntad.

5º.- Si, por medio de la voluntad, controláramos la mente, la relajáramos y la utilizáramos para responder voluntaria y conscientemente, nuestra vida sería menos estresada, más libre y más feliz.

            Un simple problema burocrático oficial u otro cualquiera nos puede quitar el sueño y crearnos ansiedad; un mal pensamiento puede hacernos celosos e incluso ir más allá; una emoción no razonada nos puede causar ira o llevarnos a actuar violentamente, etc. etc. etc. ¿y todo por qué? pues porque no tenemos control sobre lo que somos internamente y porque nuestra mente (la loca de la casa) anda de  un sitio para otro sin centrarse en nada lo suficientemente como para hacernos ver que hay un problema pendiente que resolver. Generalmente, cuando se fija en algo que parece preocuparla, tampoco lo hace para solucionarlo sino para obsesionarse con que “hay algo pendiente que hacer”. Fijaros que estoy hablando de la mente como si fuera algo independiente que actúa por sí misma y lo hago así porque parece como si en nosotros hubiera dos personas. La persona que más representación tiene en nosotros es la que  responde de manera automática, instintiva y por costumbre; la que piensa continuamente y va de un tema a otro sin motivo y sin razón, o la que se deja dominar por los deseos y las emociones.

            Pongamos un ejemplo: Una persona que está viendo una película en la televisión y su mente está pensando en lo que tiene pendiente en el trabajo, o dónde va a ir el fin de semana y que, incluso, en un momento dado se ve dominado por emociones de lo que está viendo. Si esa persona se diera cuenta de que se está perdiendo, la trama de la película o que en un momento dado se ha emocionado o ha sentido odio o asco por lo que está viendo, podría exclamar: “No soy dueño de mí mismo porque mi mente anda pensando lo que la viene en gana y yo actúo como si lo que estoy viendo fuera parte de mi vida real”. Analizando esto podemos decir que hay una personalidad inconsciente y autómata y otra que, algunas veces, se da cuenta de eso y actúa voluntaria y conscientemente.

            En realidad ¿Qué somos? Somos el resultado de lo aprendido y experimentado, de la educación recibida, de lo percibido entre las personas con las que nos hemos juntado y lo de las atmósferas psíquicas donde nos hemos movido, de los hábitos que hemos creado, de los prejuicios y condicionamientos sociales y, por consiguiente, de la interpretación que hacemos de todo lo que vemos y lo que nos ocurre según lo que creemos ser. De todo eso depende el que yo me incline por hacer el bien o el mal o que me decida por lo correcto o por lo incorrecto pero, ¡claro! eso es así siempre y cuando yo no me identifique con mis deseos, con mis emociones ni con mi mente. Si yo voy a un centro comercial y veo algo que creo que me gusta y me lo compro para luego no usarlo es que he sido dominado por un deseo; si pruebo cierta comida y me gusta hasta el punto de comerla muy a menudo porque me atrae, estaré dominado por otro deseo; si mi mente es de las que se descontrolan cuando vamos conduciendo el coche y un día tenemos un incidente con otro y nos alteramos o discutimos, es porque no tenemos control sobre la mente y porque hemos permitido que se acostumbre a pensar indebidamente cuando conducimos, y así sucesivamente. El resultado de todo esto es que creemos ser esos deseos y esa mente y por eso actuamos impulsiva y automáticamente.

            ¿Cuántas veces discutimos con otros porque hemos dicho algo que no debíamos sin darnos cuenta? Muchas, y eso nos trae disgustos pero ¿Qué opinaríamos si los demás pudieran ver lo que pensamos? entonces nos daríamos cuenta de que la mente nos puede meter en problemas muchas veces. Y qué decir tiene que cuando las cosas no nos salen como queremos culpamos a los demás, o a nosotros mismos, o lo achacamos a la mala suerte. No nos damos cuenta de que el mundo cambia porque evoluciona, ni que nosotros no somos el mismo que ayer, ni el de hace un mes, ni mucho menos el de hace tres años. El problema está en que no somos auto-conscientes de nuestro comportamiento ni de nuestro funcionamiento interno. Lo que ayer veíamos bien hoy lo podemos ver mal, pero si buscamos su lado bueno haremos que lo que vemos mal casi seguro que se convierta en bien. Lo que nosotros decimos que es correcto o que es bueno o malo puede ser interpretado por otra persona en sentido contrario, y todo porque esa persona es el “resultado” de toda una serie de cosas  (como ya dije sobre nosotros) que le hacen totalmente diferente a nosotros, y si no ¿cómo interpretaríamos las cosas y cómo actuaríamos si tuviéramos siempre buena voluntad pero no tuviéramos memoria del pasado? ¡Qué diferentes seriamos! Cuando hacemos planes de futuro y la imaginación nos lleva a alcanzar el éxito aquí y allá pero al cabo de un tiempo nos damos cuenta de que no lo podemos conseguir, el resultado de todo eso es el sufrimiento, el malestar o incluso culpar a los demás. Y todo porque nos hemos dejado llevar por la imaginación que nos ha llevado a unas circunstancias inexistentes y no hemos sabido razonar voluntariamente a tiempo.

            Lo mismo que decimos que dos no discuten si uno de ellos no quiere, aquí también podemos decir que quien sufre y se estresa es porque no se auto-analiza, no es consciente de sus aspectos internos y no se esfuerza por ser él mismo (con voluntad y consciencia) en cada momento. Debemos hacernos conscientes y admitir que nuestra casa (la personalidad) es un caos, cuando debería estar ordenada y controlada para así ser más felices, más libres y mejores personas. De hecho, por naturaleza y estando en el grado evolutivo que estamos, deberíamos ser más conscientes de nosotros mismos para evitar cometer los errores que a diario cometemos en pensamiento, palabra y obra. Si nuestra naturaleza fuera lo que normalmente somos no podríamos evolucionar, evolucionamos más y para bien cuando nos auto-observamos en cada aquí y ahora para ver cómo piensa nuestra mente, qué sentimientos y deseos tenemos, cómo respondemos en pensamiento y de palabra ante cualquier circunstancia, etc. Lo mismo que nos creamos malos hábitos sin darnos cuenta por no ser conscientes de ello y por repetir una y otra vez esa acción, también podemos crearnos otros positivos repitiendo pensamientos, sentimientos y buenas obras, y  razonando voluntaria y conscientemente lo que hacemos.

            Para superar estos aspectos personales que nos dominan como si fueran poderosos yoes debemos observarnos, analizarnos, ver cómo nos dominan y cómo nos perjudican, admitir que eso no somos nosotros como voluntad y consciencia, y darnos cuenta de que podemos imponernos sobre esa personalidad porque el simple hecho de comprender que la personalidad con sus yoes dominantes no somos nosotros ya es un gran paso. Algunas personas van al psicólogo o acuden a otros que prometen curar toda clase de trastornos o enfermedades, pero eso no siempre es necesario ni siempre da buenos resultados, dependiendo de qué profesional se trate. Una persona se puede hacer un obseso sexual por pensar repetidamente en el acto sexual que le incita al deseo de consumarlo, y este deseo le hace pensar e imaginar más de lo mismo. Otros se hacen alcohólicos o drogadictos porque una vez que lo prueban se dejan llevar por el placer y el deseo de consumir más y no razonan ni son conscientes de lo que hacen; cuando a ratos se hacen conscientes es porque ya están enfermos y es más difícil su recuperación. Pero eso no es lo peor, lo peor es que esas personas dominadas por los deseos y por su mente mal pensante y sin control, llegan a violar en unos casos y a robar o a agredir en otros ¿y todo por qué? porque no solemos ser conscientes de nosotros mismos y porque no nos analizamos para ver cómo somos desde el punto de vista moral, intelectual, emocional ni espiritual.

            Un gran número de veces culpamos a los demás de nuestro sufrimiento o de nuestros problemas, les culpamos porque dejan de relacionarse con nosotros, porque no piensan como nosotros o no nos satisfacen, porque nos causan preocupaciones o porque nos han dicho alguna verdad a la cara, y así sufrimos una y otra vez, pero ¿Cuántas veces nos daríamos cuenta que la culpa es nuestra si nos analizáramos o nos observáramos? Seguro que muchas ¿Cuántas veces nos damos cuenta (y a veces no) de que el error es nuestro porque lo hemos interpretado mal o porque somos unos mal pensados? Luego entonces ¿por qué sufrimos la mayoría de las veces? pues porque nuestros sentimientos y nuestros pensamientos son malos y porque interpretamos los hechos a nuestra conveniencia buscando un culpable entre los demás. Sí, son muchas las veces que interpretamos mal una frase dicha por alguien sin ninguna mala intención y a partir de ahí comienza nuestra mente a dar vueltas al tema y piensa mil cosas como respuesta, y ninguna buena, y sufrimos y creamos emociones negativas, y éstas crean deseos contra la otra persona, y esos deseos vuelven a estimular a la mente para que siga pensando mal… Y mientras tanto, la otra persona sigue tan tranquila porque no sabe que sus palabras han sido mal interpretadas sin haber dicho nada grave ni con mala intención.

            Otras veces sufrimos y nos amargamos la vida porque nos han injuriado, insultado u ofendido mientras discutíamos con alguien (por ejemplo de futbol) o por cualquier cosa de las que nos surgen a diario. Es cierto, en este caso nos han podido ofender pero:

1º.- Las palabras no hacen daño físico.
2º.- Si lo hacen, moralmente, también es porque la persona las interpreta como tal sin querer ver que si no le da importancia no sufriría ni tampoco pierde nada.
3º.- Tomarse en serio una ofensa causa sufrimiento que, a su vez, crea malos sentimientos y pensamientos que, a veces, llevan al enfrentamiento.

¿No es mejor pasar del tema y dejar que el que ofende se pregunte: Por qué no me responde? Quizás eso le haga comprender su error y se arrepienta aunque no pida disculpas. ¿Por qué nos torturamos nosotros mismos? Pues porque no estamos recordándonos a nosotros mismos en cada ahora para darnos cuenta de cómo pensamos, sentimos, actuamos o hablamos. Y cuando digo recordarnos me refiero a estar plenamente atentos (ser voluntariamente conscientes) a lo que hace nuestra personalidad. Si esto no es comprensible para algún lector le pondré un ejemplo. A veces escuchamos una canción que nos gusta y a partir de ahí nuestra mente se puede pasar parte del día tarareándola hasta que nos damos cuanta y decimos “¡Que pesadez de canción!”. Es ese yo que se da cuenta de que su mente está cantando constantemente la misma canción quien debe estar atento, no solo a su mente sino a todo lo demás.

Tenemos muchos patrones mentales negativos guardados precisamente porque sentimos y pensamos mal, y esos patrones mentales también producen desconfianza y que nos pongamos a la defensiva contra los demás. Si alguien nos dice que somos muy inteligentes y nosotros creemos y estamos convencidos de que no es así, pensaremos que se está burlando irónicamente de nosotros y a continuación… A su vez, los patrones mentales nos harán llevar una vida determinada, juntarnos con personas afines e incluso hacer que finjamos ser lo que no somos ante los demás para no ser menos o para no ser diferentes a ellos. Y el resultado final de todo esto suele ser el mismo, pensar mal y sentir mal respecto a los demás y sufrir por ello. Cuando conocemos gente que incluso nos pueden favorecer de alguna manera y comprobamos que sus patrones mentales no coinciden con los nuestros, nos alejamos de ellos pensando que los nuestros son más correctos y, sin embargo, quizás perdamos oportunidades de progresar en algún sentido junto a ellos.

Y es que no queremos ver que muchas de las personas que conocemos tienen una serie de defectos o patrones que nos están indicando que tenemos que corregir los nuestros. ¿No sería conveniente entonces estar plenamente atentos y conscientes para que lo negativo no se convierta en patrones de conducta? Debemos tener siempre presente que si lo que llega al cerebro por los sentidos, lo pensamos, lo admitimos y lo creemos, somos culpables de los efectos que eso pueda tener. Algo parecido ocurre respecto a los demás porque, si decimos a alguien que es muy malo haciendo no sé qué cosa, es muy posible que lo piense, lo admita y se lo crea, o sea, es muy posible que sufra por nuestra culpa.

Por consiguiente y resumiendo, hagamos una meditación diaria o una retrospección cada noche para ver cómo hemos hablado o actuando en determinadas circunstancias que hayamos tenido, y analicemos qué sentimientos y qué pensamientos hemos expresado o emitido ante ciertas personas o hechos. Entonces nos daremos cuenta de que si hubiéramos sido plenamente conscientes en ese momento no nos hubiéramos expresado así. Entonces también nos podríamos dar cuenta de que ese yo no es el que queremos expresar y que ese yo nos hace sufrir, tener enemistades, y rencor, y amargura, etc. Por consiguiente, si ese yo no somos nosotros, ¿Por qué no estamos vigilantes todo el día para que no se exprese como lo hace? Pues porque hemos cedido a esos hábitos y porque al no querer darnos cuenta de ello, la voluntad se ha debilitado hasta el punto de no querer intervenir. ¿Qué hay que hacer? Intentar ser auto-conscientes de nosotros mismos para evitar no actuar como ese yo que nos hace sufrir y que tantos problemas nos causa.


                                                           Francisco Nieto


En audio, desde aquí



¿Quién nos hace sufrir?

"Conferencia impartida por un admirador de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel"
Francisco Nieto

Vídeo, desde aquí




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miércoles, 11 de mayo de 2016

Cambiando patrones de conducta.


CAMBIANDO PATRONES DE CONDUCTA


            Hasta ahora siempre se ha dicho que el mundo físico es real porque es lo que nuestros sentidos físicos perciben, pero a partir de descubrir que los sentidos pasan la información al cerebro y que éste está compuesto de materia como cualquier otro ser vivo (células, moléculas, átomos…) ya no podemos asegurar que el mundo sea tan real. Se ha demostrado que cuando miramos a algún objeto se ilumina cierta parte del cerebro, pero más curioso es que si cerramos los ojos y imaginamos ese mismo objeto se vuele a iluminar esa misma parte; de aquí que tengamos que admitir que el “Yo” que percibe no es físico. Lo cierto es que estamos muy influenciados por toda una serie de patrones que (unos porque ya los traemos por las experiencias de otras vidas y otros porque los adquirimos a partir de nacer) nos llevan a actuar siempre pensando en lo material, en lo personal y en lo que, egoístamente, podamos conseguir. Ese es el aspecto físico y objetivo pero hay otros aspectos subjetivos y llenos de posibilidades para cambiar la manera de ver el mundo y al prójimo y de actuar, y éstos son los que normalmente llamamos “internos”.

            Todo lo que percibimos gracias a los sentidos y que es registrado en el cerebro queda a disposición de la mente consciente, por eso hay quien piensa que “somos mente” sin saber que la mente es el modo de obtener información del mundo físico por parte del Espíritu, el cual se expresa como conciencia y voluntad. En realidad nuestra vida es una experiencia sensorial (ver, oír, sentir…) es “percepción mental” pero no es pensar desde el punto de vista real e interno. Vemos lo que somos capaces de ver según la capacidad de percepción vibracional de la vista y comprendemos lo que consideramos posible, sin embargo, esta información, relacionada y comparada con la guardada, es la que hace que aumente el poder de comprensión y que se imponga sobre los condicionamientos creando así nuevos patrones de conducta. Somos conscientes de lo que percibimos cuando hay  un conocimiento o experiencia previa de ese hecho u objeto, pero el patrón que guardamos para transformar y elevar los anteriores tendrá una importante relación con los sentimientos y pensamientos que nosotros creamos como respuesta. Así, si a un choque externo, experiencia, etc., “negativa” respondemos con ira, enfado, miedo o pasando a la acción agresiva (como ejemplo) este patrón puede anular a otro anterior menos negativo.

            Estas experiencias y sensaciones son la raíz del karma. Las sensaciones impulsan a la acción emocional, mental y física. Una experiencia negativa con otra persona nos afecta al cuerpo emocional creando un sentimiento o deseo que nos puede llevar a la acción (en este caso y muy posiblemente) negativa si no utilizamos voluntaria y conscientemente la mente para razonar; si lo hacemos así y buscamos los aspectos positivos de la persona o de la experiencia, habremos mejorado los patrones guardados y habremos creado un buen karma. Por consiguiente, es importante ser conscientes continuamente de que si queremos cambiar nuestros patrones de conducta, debemos utilizar la voluntad para razonar con la mente los sentimientos y deseos que quieran llevarnos a la acción física o mental incontrolada, como son la crítica y los malos pensamientos. Nuestra respuesta debería ser siempre bienintencionada, correcta, como cumplimiento de un deber espiritual y como hijos de Dios que tenemos todas Sus Virtudes latentes. Esto es importante porque estos impulsos retenidos causan ansiedad, inquietud, etc., y si no se pasa a  la acción o se responde positivamente, se crea stress, al que tendríamos que combatir con la relajación física y mental.

            Las sensaciones, los impactos y otras muchas experiencias nos alteran, y si nosotros no estamos centrados conscientemente en lo que somos y en el buen uso de nuestros cuerpos, mostramos esa alteración de una forma inconsciente y sin razonar. Ese es el resultado de las percepciones negativas o de las interpretaciones que hacemos de ellas según los patrones de conducta guardados, pero si viviéramos de una forma relajada y tranquila y estuviéramos conscientemente atentos a todo lo que ocurre a nuestro alrededor, superaríamos esos impulsos, enfados y reacciones negativas que tanto afectan a nuestros buenos patrones de conducta y tanto mal karma producen. Se trata de hacernos conscientes de todo lo que nos impulsa y nos domina (sensaciones o impactos externos, sentimientos, deseos y pensamientos inconscientemente creados) para poder controlarlo por medio de la voluntad. Es decir, lo mismo que  hay que sentir tensión o dolor en cierta parte del cuerpo para saber cómo y dónde tratarlo, así también debemos estar conscientemente atentos a las respuestas de los cuerpos “de deseos” y “mental” para idear y crear pensamientos razonados opuestos a las causas.

            La conciencia y la intención (voluntad) son el Alma de todas las cosas, de hecho y como se ha demostrado, el pensamiento afecta a la materia, es más, los patrones de pensamiento cambian la fisonomía de la persona y transforma los sentimientos. Cuando nosotros, como voluntad y conciencia, estamos atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor, podemos interiorizar y hacer real los hechos por el simple hecho de “escogerlos” y responder, si fuera necesario, de la forma más correcta. Cuando pensamos en una experiencia o patrón de conducta lo hacemos más real de lo que es para los sentidos, por eso hay que analizarlo y si es necesario cambiarlo con pensamientos positivos. Pero crear pensamientos positivos no es ser positivo sino ocultar y aislar los negativos existentes y de lo que se trata es de crear pensamientos positivos para que estimulen los deseos y sentimientos positivos para que, a su vez, el cuerpo  esté sano, equilibrado, y se incline a las buenas costumbres y hábitos; esta acción es la que cambia verdaderamente los patrones de conducta.

            Pero tan importante es la buena acción como la prevención de caer en el mal. Lo mismo que un hombre puede manifestar en su cara (como efecto) y en su expresión el trabajo espiritual y mental que internamente lleva a cabo, así mismo puede programar sus días viéndose actuar positivamente (en pensamiento, sentimientos, deseos, palabras y acciones) en cada momento. La repetición de estas programaciones hará que cada vez se cumplan más las posibilidades y, aunque surgen pequeños hechos de la “nada”, siempre los veremos según los patrones guardados y siempre tendremos la libertad de “elegir” la respuesta más adecuada a nuestra voluntad espiritual. Los impactos externos, las sensaciones y lo que percibimos, llegan al cerebro como impulsos eléctricos, pero el cerebro no distingue entre eso y lo que tiene guardado como efecto de impresiones pasadas, o sea, de los patrones de conducta. Si prestamos atención a lo que nos rodea y respondemos a dichas impresiones conscientemente y con buena voluntad y deseos, estaremos cambiando las áreas del cerebro puesto que está comprobado que el pensamiento modela o cambia la materia neuronal. Las ideas no están guardadas en el cerebro puesto que proceden del Mundo del Pensamiento, es decir, del propio Yo superior, pero la información que llega al cerebro por medio de los sentidos y que altera los patrones guardados puede ser transformada y elegida para guardar como nuestros patrones por medio de las ideas y la voluntad del Espíritu. Sabiendo esto, debemos tener claro que cuando se repiten sentimientos, deseos y pensamientos elegidos por la voluntad espiritual, se unen y fortalecen los ya guardados anteriormente para así crear un nuevo carácter espiritual. Como ejemplo de esto diremos que el pesimista y amargado se crea y lleva una vida de pesimismo y amargura.

            Esta es la manera de espiritualizar el carácter y de cambiar los patrones pero, si nos damos cuenta, es imprescindible tener siempre presente dos aspectos, estos son la concentración y la observación consciente. Estos aspectos hacen que percibamos las cosas, y la buena voluntad y el discernimiento hacen posible que elijamos lo más correcto y adecuado para nuestro desarrollo espiritual. De esta manera se pueden controlar y dirigir los diferentes cuerpos evitando así los malos deseos, sentimientos, pensamientos y acciones. Un enfado puede crear tensión pero esa tensión se anula con la relajación; una mala impresión o percepción puede incitarnos a crear malos deseos y pensamientos, pero la buena voluntad y el discernimiento pueden anularlo y ver los aspectos positivos de esas circunstancias o personas. Incluso los pensamientos de compasión y amor y los deseos de ayudar a los demás vencen los enfados y los malos sentimientos; luego entonces, el poder transformador no  hay que buscarlo fuera de nosotros ni siqueira en el cerebro, sino dentro del propio ser, donde están la buena voluntad y la conciencia.

La misma costumbre de pensar en el bien y en la felicidad de las personas y del mundo, ya es una prevención para no actuar ni pensar mal y hacer que estemos relajados física y mentalmente pero si, además, razonamos nuestras acciones y reacciones con la mejor voluntad, seremos felices internamente. Pensar de forma altruista y benévola hacia los seres que nos rodean es abrir nuestros corazones hacia ellos a la vez que nos protegemos de las malas vibraciones que nos rodean. Simpatizar mental y sentimentalmente (no pensar mal y fijarnos en sus virtudes) con las personas comúnmente llamadas “malas”, nos ayuda a relajar nuestras tensiones y a cambiar nuestro karma futuro. Pensar en la felicidad y en el bienestar del prójimo y desearles lo mejor es hacernos felices a nosotros mismos puesto que la felicidad no es el resultado de un acto físico sino de un estado mental y emocional positivo unido a un deseo de amor y de fraternidad.

Por eso la mente debe estar libre y por encima de las sensaciones y de los efectos de las circunstancias que vivimos ya que, si no es así y no hay una concentrada y consciente atención, nos pueden llevar a los malos deseos, pensamientos y acciones. Una mente pura y libre de malos deseos, sentimientos y pensamientos que entorpecen la concentración y la atención, es una mente feliz que cumple con sus deberes espirituales, con su karma y con los patrones divinos; cuando, actuando así se es feliz en esta vida, significa que también lo seremos en la próxima. Se trata de mantener una mente pura y libre del intrusismo que a cada segundo importuna y para conseguir eso tenemos que observarnos, conocernos y controlar nuestras reacciones para cambiar nuestra actitud en pensamiento, palabra y obra. Cuando evitamos que la mente esté suelta y que piense por sí misma como respuesta a las impresiones o sensaciones, y cuando la gobernamos con voluntad y consciencia, interrumpimos la larga relación neuronal que se produce en el cerebro y la desconectamos de la actividad cerebral. Entonces nos convertimos en observadores libres de sentimientos y pensamientos y ya no somos esa persona influenciada y guiada por los patrones y las conexiones neuronales; es decir, somos libres.

La filosofía oculta explica quiénes somos en realidad y cómo y porqué llegamos a ser conscientes en este mundo físico que nos parece tan real; por otro lado, la neurociencia y la física cuántica ya afirman que el ser humano no es quien hasta ahora hemos pensado sino que está más allá de la mente. Cuando una persona quiere cambiar de actitud ante el mundo porque su conciencia le dice que no está actuando bien suele decir que no es nada fácil ¿Qué es lo que le domina o qué se lo impide? Veamos, lo mismo que el que lleva una vida aburrida y monótona es porque no encuentra los alicientes que necesita, así también la persona dominada por su cuerpo de deseos y por su mente incontrolada tampoco encontrará el camino que le lleve a su Dios interno ¿Somos buenos o malos? O lo que es lo mismo ¿Nuestra actitud en la vida está basada en patrones egoístas y personales porque creemos que el cuerpo y el mundo físico son la única realidad existente? La verdad es que parece como si estuviéramos hipnotizados por todo lo que  nos rodea, por los esquemas mentales relacionados con los hábitos y costumbres, por la opinión pública y los medios de comunicación y por un sinfín de cosas más que impiden a la mayoría de las personas ejercer su voluntad y su libre albedrío como verdaderos árbitros de sus destinos. Es más, la mayoría de nosotros estamos tan “cómodos” en este mundo donde disfrutamos de los placeres que nos cuesta creer que este mundo no sea el verdadero mundo que nos corresponde. Por eso nos cuesta romper con los patrones antiguos y no queremos esforzarnos en encontrar medios (como la filosofía oculta) que nos faciliten nuevos ideales, nuevas metas y nuevos conocimientos que eleven nuestra conciencia hasta el mundo del Espíritu.

Así es que de lo que se trata es de hacer nuevas conexiones en el cerebro por medio de nuevas técnicas, conceptos e ideas para que se efectué el cambio desde dentro para fuera ya que, cambiando la forma de ver las circunstancias, las actitudes y las personas, cambiamos la forma de pensar y tomamos nuevas decisiones que repercutirán en el carácter, en la fisonomía y en el destino. Hoy hablan los neurólogos de que las células con receptoras de péctidos procedentes del hipotálamo y que éstas reaccionan según la naturaleza del péctido que la penetre, es decir, de la emoción que lleven consigo. Esto explica las enseñanzas de la filosofía oculta respecto a la cadena de acciones y respuesta entre los mismos cuerpos en base a las cuales se forman los hábitos, costumbres y patrones de conducta de la mayoría de las personas que no tienen en cuenta los aspectos de voluntad y conciencia del Espíritu. Cuando se repiten pensamientos, sentimientos, deseos, acciones y reacciones, se forman patrones en la red neuronal y  éstos van cambiando según se incorporan nuevas experiencias por medio de dichos péctidos (reacciones, deseos, emociones, etc.) Así es que esos son los patrones que tenemos  sobre el mundo y sobre las personas y es la base de nuestro carácter y expresión personal. Y ahora viene la pregunta ¿Entonces, si yo repito toda una serie de pensamientos, sentimientos, deseos y acciones seleccionadas con mi voluntad espiritual estoy espiritualizando mi carácter gracias a los péctidos? La respuesta, evidentemente, es sí, de ahí la necesidad de limpiar la mente y de discernir siempre con buena voluntad y conciencia.

Si en nuestra vida diaria adquirimos el hábito de repetir pensamientos, sentimientos y deseos de amor, fraternidad y altruismo hacia el prójimo estaremos creando unos patrones internos que formarán nuestro carácter y entonces seremos amor, fraternidad y altruismo. Esto es  crear adicción, por tanto, debemos ser conscientes de que si creamos un carácter negativo solo nosotros somos responsables del karma futuro que nos venga. Como podemos ver, lo malo no es lo que se le pueda hacer al cuerpo físico sino a la mente. Lo ideal sería que hiciéramos una programación cada mañana viendo, a través de la imaginación creativa, cómo influimos conscientes y voluntariamente en cada una de las posibilidades que se nos presente. Entonces, basándonos en esos patrones espirituales que hemos creado a través de la repetición, es cuando debemos mantener esa concentrada atención (como observadores de nuestros diferentes cuerpos y reacciones de los mismos) para actuar como el verdadero Yo que somos, es decir, con conciencia y voluntad y libres de impresiones que actúen sobre la mente.

De esta forma, la mente, como foco del Espíritu sobre los mundos en que evolucionamos, nos ayuda a adaptarnos, a transformarnos y a alcanzar la conciencia de ese Yo espiritual que ve dichos mundos como medios para evolucionar pero no como su verdadero mundo. En el cerebro está todo lo que somos como posibilidades según nuestra propia evolución, pero también tiene una parte espiritual reservada para que trabajemos y desarrollemos ese aspecto en nosotros, y para ello debemos centrar nuestra vida consciente en ella para perder la noción del tiempo y de nosotros mismos como identidad personal. Esa es la verdadera posición del ser humano, la de observador atento y consciente que discierne y actúa desde sus más elevados ideales y a través de una mente pura y libre de aspectos personales. Eso es vivir en lo real, porque, como observadores de nosotros mismos, debemos vernos y analizarnos con los ojos de Dios.

Estamos aquí para aprender a tener intenciones; para ser creadores; para sembrar el espacio de buenos pensamientos, sentimientos y deseos; para aprender a desarrollar positivamente nuestra vida; para espiritualizar el carácter; para desarrollar la voluntad y la mente, y para conocer el Yo superior. Si nuestra conciencia puede influir en el entorno por medio de sus sentimientos y pensamientos, quiere decir que el entorno es parte nuestra y, por tanto, podemos influir en nuestro futuro destino. Pero para ello debemos trabajar como se ha dicho en los párrafos anteriores, así estaremos capacitados para escoger las posibilidades que nos permitan experimentar lo verdadero como conciencia de Dios en evolución  que somos. Hay que vivir de esta manera y en este nuevo mundo que nos permita vencer y gobernar la personalidad emocional, tener nuevas experiencias con el cerebro y los diferentes cuerpos, y crear nuevos patrones de pensamientos que nos permitan alcanzar ese mundo espiritual donde tantos Maestros e Iniciados habitan. Debemos convertirnos en científicos de nuestra vida observando los resultados de los cambios que intentamos alcanzar.


                        Francisco Nieto

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martes, 10 de mayo de 2016

Cambiando nuestros patrones magnéticos



CAMBIANDO NUESTROS PATRONES MAGNÉTICOS

            “La energía sigue al pensamiento” es una famosa frase entre los ocultistas que se suele interpretar como “allá donde enfoque su atención el hombre es donde pone su energía.” Algunas personas no tendrán muy claro su significado pero sabiendo que el 99,99 % o más somos energía, quizás comiencen a intuir la profundidad de lo que vamos a tratar. Es cierto que, aparentemente, somos lo que vemos, o sea, un cuerpo físico, pero la física actual ya ha demostrado que dentro de lo que llamamos materia hay células, moléculas y átomos, sin embargo, también es cierto que esos átomos se dividen en partículas (protón, neutrón, electrón) y otras subpartículas energéticas. Es así como podemos entender que la materia está compuesta de energía a la vez que dicha materia “flota” sobre un vacío (desde el punto de vista material) energético y que, estas partículas y subpartículas “flotan”, a su vez, sobre un vacío desconocido que algunos llaman “nada”.

Desde el punto de vista físico significa que lo que perciben nuestros sentidos podría estar  formado sólo por un 00,00010 % aproximadamente de materia física, es decir, que además de tener un cuerpo físico compuesto de materia como cualquier otra cosa, el porcentaje es tan pequeño que en realidad somos más “algo invisible” o “nada” que materia física. Esto es fácil de comprender, tenemos un cuerpo físico como el mineral (materia aparentemente sin vida) pero también tenemos otro que es la vitalidad que anima al anterior y hace que nos parezcamos a las plantas en que nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Pero hay algo que nos separa de la imagen de la planta y nos asemeja a la de los animales superiores, y ese algo son los deseos y las emociones que no tienen los vegetales. Sin embargo, todos sabemos que el ser humano es superior al animal porque tiene voluntad, razonamiento y consciencia de sí mismo, por consiguiente, somos lo más evolucionado que hay sobre la Tierra desde el punto de vista de materia y conciencia.

Acabamos de decir que  desde el punto de vista físico o material, somos más “nada” que “algo” porque ese “algo” está solamente en el cuerpo físico pero, ¿Dónde está esa parte invisible o “nada”? está claro que esa “nada” es la base u origen de las partículas energéticas que forman el átomo como lo son las moléculas respecto a las células y a las formas físicas. En ocultismo, esa base que, a su vez, vivifica el cuerpo físico se llama cuerpo etérico o vital. Pero cualquier persona sabe que tenemos deseos, emociones y pensamientos, lo que significa que, aunque tampoco lo veamos, existen también como algo “invisible” o “nada” que, de alguna manera, se reflejan en el cuerpo físico. Lo mismo ocurre con los pensamientos pero a éstos los creamos gracias a otro cuerpo llamado “mental”, gracias al cual el hombre ha construido todo lo que le rodea. Si, viendo esta  exposición, comprendemos que (para la mayoría de las personas) nos sentimos físicos porque nuestros sentidos perciben la materia física y porque no tenemos otros medios para ver esa parte “invisible”, entenderemos que puede ser posible que la propia evolución nos facilite los medios para adquirir otros sentidos o estado superior de conciencia que, progresivamente, nos haga ver esa otra parte invisible que ahora no vemos. Si el hombre ha pasado por estados de inconsciencia similares al vegetal o al animal y gracias a ellos ha adquirido la autoconsciencia actual ¿por qué no va a poder adquirir otra conciencia superior si encuentra los medios?

Lo mismo que una montaña tiene algún camino que facilite la subida más cómodamente aunque se tarde más por el hecho de rodearla, y otro que acorte el tiempo pero que sea más escarpado o difícil de subir, también nosotros tenemos otros medios para acelerar el proceso de adquirir un nuevo estado de conciencia esforzándonos por abandonar el que llevamos hasta ahora. Dejando a un lado el cuerpo físico y el vital que le anima, nuestra vida gira casi al 100 % sobre el cuerpo emocional y el mental, ya que pensamos de acuerdo a lo que sentimos y sentimos y pensamos de acuerdo a lo que hemos “creado” o somos en nuestro cerebro. Es decir, todo lo que hemos guardado en el cerebro como resultado de las experiencias, es en lo que nos basamos para pensar, actuar o expresarnos. Y este “conocimiento” guardado en agrupaciones y circuitos de neuronas es lo que nos hace responder y actuar de la misma forma ante las circunstancias de la vida. Si el resultado de las experiencias ha creado un hábito, unos rasgos y un carácter en nuestra monótona y casi repetitiva vida, eso es lo que tenemos como “programa” de actuación en el cerebro, es decir, que casi siempre actuaremos igual en cada “presente” o “ahora” y que casi siempre viviremos y nos expresaremos de acuerdo a lo vivido en el pasado.

Esto significa que para cambiar esto y tener alguna posibilidad de crear una nueva vida tenemos dos opciones, una posible y la otra no. La posible es adquirir conocimientos nuevos y trabajar sobre ellos de la forma que ya explicaremos más adelante, y la imposible, que sería nacer cada día con un cerebro limpio pero con el conocimiento que damos aquí. En mi opinión, esta sería la solución al problema de que, como estamos tan identificados con el mundo y con el cuerpo físico nos dejamos dominar por los problemas, las circunstancias, deseos, preocupaciones y estrés que creamos y que nos atan a ese estado de conciencia que, desde el punto de vista del Alma, llamamos “dormido”. Si, como podemos ver, llevamos una vida casi predecible al 100 % porque hacemos todos los días lo mismo y respondemos como autómatas ¿no sería conveniente que encontráramos algo nuevo que nos sacara de esta forma de vida que nos ata tanto al cuerpo físico, a nuestro carácter o programa cerebral y al tiempo? ¿No habrá algún conocimiento que nos haga vivir conscientes y voluntariamente en el presente (despierto) y alguna forma de no vivir en el pasado creando la posibilidad de vivir ahora con otros pensamientos y emociones futuras?

Cada individuo vive en la realidad o mundo que él mismo ha creado con su pensamiento, una persona puede ser un pésimo conductor pero puede estar convencido de que es bueno, o una anoréxica puede estar muy delgada pero, en su pensamiento, puede verse gorda. Por otro lado, sabemos que podemos estar viendo la televisión o leyendo un libro sin apenas enterarnos de nada porque nuestra mente está deambulando de un sitio para otro sin ningún tipo de control por parte del Yo. Si cada pensamiento fuera creado consciente y voluntariamente por el Yo de forma que solo manifestara los positivos y constructivos, cabria preguntarse ¿No tendríamos otra personalidad y otra vida llena de posibilidades futuras guardadas en el cerebro a modo de programas? La filosofía oculta me ha enseñado que, como deudas y resultados de las vidas anteriores, traemos “programadas” las líneas generales de nuestra vida, pero también me ha enseñando que tenemos un libre albedrío y que, como voluntad del Alma, podemos cambiar muchos hechos y circunstancias de nuestros destino. Por consiguiente, sé que mi voluntad es un aspecto del Espíritu y que cuando gobierna a la mente y la utiliza para dirigir y controlar a la personalidad, puede crearse una personalidad diferente y un mejor y nuevo destino. Y si, viendo lo hasta ahora expuesto, sabemos que lo que creemos ser y lo que entendemos por realidad es la parte física o casi “nada” de la “verdadera realidad” puesto que el resto es “invisible” o “Espíritu”, está claro que si trabajamos desde lo más elevado de esa parte invisible que en realidad somos, podremos elevar nuestra propia conciencia y crearnos un futuro mejor.
Esto tiene su analogía en las causas que se originar en una vida y que se reflejan como efecto en las siguientes de acuerdo al trabajo que haya hecho el Yo con sus respectivos cuerpos. Así, cuando en una vida nos esforzamos por elevar nuestra moral, nuestro intelecto y nuestro Espíritu pensando, tanto o más en el prójimo como en nosotros mismos, obtendremos una vida futura mucho más próspera. Des esta misma forma, si voluntaria y conscientemente pensáramos como Alma (99,999 % de autoconciencia) y como observadores de lo físico con la intención de que la conciencia afecte a la materia ¿No sería posible que la gran mayoría (poder del Alma) pueda cambiar a la minoría (la personalidad u hombre dormido)? Todo lo existente está basado en patrones energéticos o arquetipos que son creados en el mundo del pensamiento y, si el Alma existe en esos mismos planos, ¿No es lógico que tenga poder sobre esos arquetipos que en nosotros se manifiestan como patrones de conducta y en el mundo como “naturaleza”? Dicho de otra manera, si tenemos un cuerpo compuesto y relacionado con la clase de energía y grado de vibración existente en los mundos invisibles ¿No es lógico que esa conexión nos permita cambiarnos a nosotros mismos y a nuestro futuro?

No es necesario decir o recordar los miles de “milagros” que se han producido en personas que dedicaban su vida a la oración o a la fe, es decir, de personas que estaban despiertas (tenían su atención y su consciencia) en las esferas del Alma. Hoy son muchos los experimentos realizados con el pensamiento y con la oración cuyos resultados han sido la alteración de la materia física. Es más, hay experimentos que demuestran que los rasgos personales quedan grabados y alteran la genética. Luego entonces, si sabemos que la voluntad puede gobernar a la mente y ésta a los deseos y a las emociones ¿Por qué no vamos a poder cambiar nuestros patrones energéticos para dejar de pensar en el pasado y así crear posibles oportunidades futuras? Ciertos experimentos han confirmado que los sentimientos y los pensamientos, no solo afectan a nuestra personalidad y a nuestra vida, sino que también lo hacen sobre el espacio y el tiempo, o sea, sobre el futuro.

No sé a cuántas de las personas que lean estos párrafos les habrá pasado pero yo tengo dos pruebas en mi vida que confirman este hecho, una de ellas podría estar relacionada con la fe, cuando en una carretera secundaria y a las tres de la madrugada me vi en unas circunstancias especialmente negativas pero, sin saber por qué, estaba seguro que alguien aparecería por algún sitio y me ayudaría; lo que así ocurrió con ciertos detalles especiales. La otra prueba está más relacionada con el hecho de “programar” o visualizar repetidamente durante un tiempo unas circunstancias o hechos que desde lo más profundo de mi corazón yo deseaba porque era muy importante para mí (pero pensando en el beneficio de otras personas) Yo estaba seguro que surgiría la oportunidad y que se cumpliría y así fue. Tanto en un caso como en otro mi mente trabajó para que se produjera un hecho futuro y, si bien podría decir que la fe, la oración, el agradecimiento de antemano a Dios y la auto-programación pudieron jugar algún papel en todo ello, lo cierto es que lo que yo deseaba y vivía como si ya se hubiera cumplido desde la conciencia del verdadero Yo o Alma, se me fue concedido.

Está claro que la rutina y la monotonía diaria y el hecho de expresar las mismas emociones y los mismos pensamientos, crean un arquetipo personal o campo energético de determinada vibración que estará en sintonía con algunas de las subdivisiones de los mundos emocional y mental. O sea, dependiendo del valor moral de los deseos y de las emociones así como del grado intelectual y espiritual que tengamos, así estarán nuestros cuerpos en sintonía (tanto en esta vida como después de la muerte) y se identificarán con esas regiones invisibles superiores. Si estamos muy dominados por los deseos y emociones inferiores llevaremos con nosotros y vibraremos de acuerdo a las vibraciones más bajas del mundo emocional. Si tenemos poco control mental y nuestra mente anda de un lado para otro sin que nos demos cuenta y sin que la observemos, vibraremos de acuerdo a las regiones inferiores del mundo del pensamiento donde hay más inconsciencia. Pero si nos esforzamos por pensar, sentir y actuar de una forma más elevada y positiva hasta el punto de crear una nueva personalidad, cuyo campo magnético coincida con las regiones superiores de ambos mundos, siempre tendremos muchas más posibilidades de “encontrar” una nueva realidad o de ser atraídos hacia una nueva situación. Para ello hay que observarlo todo con una nueva mente, hay que responder de diferente forma ante las circunstancias y experiencias, y hay que crear un nuevo estado mental como observador y creador de posibilidades en dichas regiones. Naturalmente que no se trata de pensar en el deseo de ser o alcanzar algo, sino de vivir como si lo fuéramos o como si lo hubiéramos alcanzado, porque sólo así podemos obtener una respuesta magnética de esas regiones espirituales.

Si seguimos actuando y expresándonos como siempre todos los resultados serán predecibles, pero si conseguimos que el mundo externo no gobierne el interno y que esa realidad rutinaria siga impidiendo que el verdadero yo despierte y cree voluntaria y conscientemente hechos positivos originales que rompan los esquemas cerebrales, entonces surgirá lo impredecible. Cuando, en vez de expresarnos de acuerdo al patrón rutinario de toda la vida somos creativos y vivimos en sintonía con los mundos espirituales, lo que estamos haciendo es pasar de “actuar” como efecto automático a “crear” causas conscientes. Si, además, incluso antes de obtener resultados  manifestamos gratitud, armonía y felicidad interna, lo estaremos lanzando hacia esas regiones para que, además de ayudar al mundo, el algún momento futuro obtengamos la correspondiente respuesta o efecto positivo. Si esas regiones y mundos están compuestos de materia influenciable y que responden a la voluntad del Alma, está claro que si cambiamos nuestros patrones magnéticos por otros derivados de una nueva manera de sentir y de pensar de acuerdo a un futuro lleno de positivismo, esa gran parte o porcentaje espiritual responderá a esta pequeña parte física. Cuando vibramos positivamente porque intentamos expresar sentimientos y pensamientos elevados, estamos siendo creadores de patrones magnéticos espirituales que, como sus creadores, nos traerán un mejor futuro. Es decir, cuando nuestra voluntad y mente creadora expresan consciente y voluntariamente la voluntad de Dios como nueva  forma de vida, las fuerzas espirituales responden.

Estamos hablando de un estado de consciencia “nuevo” en el que no nos dejemos influenciar por el pasado (problemas, disgustos, sentimientos y deseos negativos, etc.) ni donde podamos crear pensamientos negativos, porque si hacemos esto no podremos recibir nada nuevo sino más de lo mismo que expresamos. Esto es algo así como que al recordar un hecho pasado que nos causó sufrimiento, suframos otra vez, o que basándonos en un hecho que nos causó dolor en el pasado imaginemos que nos ocurrirá lo mismo en el futuro, ocurriendo entonces que los resultados o respuesta de las fuerzas ocultas sean siempre negativas. No podemos cambiar nuestros patrones de conducta y nuestra vida cotidiana si seguimos pensando y sintiendo igual y si aún nos dejamos dominar y nos expresamos de acuerdo a los recuerdos, problemas y sufrimientos del pasado. Pero menos avanzaremos aún si seguimos viendo todo a través de los sentidos sin ponernos en la posición de observadores y de pensadores, a la vez que nos identificamos con el mundo externo, con las emociones y con los pensamientos. Con el mundo del Alma, del verdadero Ego, sólo se puede contactar por medio de un perfecto y consciente control de la mente y de las emociones en cada momento presente o ahora; o sea, que al mundo del Alma hay que llegar como “no persona”.

Si estamos casi las 24 horas pensando en cosas sin importancia, en problemas, e incluso sin que el Yo se entere de lo que piensa la mente y de lo que siente el cuerpo ¿Cómo podemos esperar alguna respuesta positiva de los mundos superiores? La negatividad solo atrae negatividad, y lo que se piensa y se expresar inconscientemente tampoco puede traernos mucha ayuda. Vivir en el ambiente del Alma es algo así como cuando nos quedamos ensimismados y perdemos la noción del tiempo y del espacio. Y en un nivel algo más bajo es como intentar ser y ver a todo lo que nos rodea como lo vería el verdadero Ego. No podemos seguir viendo a las personas que nos han hecho daño como tal sino como Almas, no podemos ver el mundo según las experiencias que hayamos tenido en él; no podemos pensar en el futuro según los esquemas que tenemos guardados en el cerebro sino que debemos crearle desde esa posición de ensimismamiento y repetirlo a diario para luego llevarlo a la práctica. Es desde esta posición desde donde nos olvidamos de nuestro cuerpo físico y estamos plenamente atentos en cada ahora para expresar la nueva forma de sentir, de pensar y de ver la vida.


                            Francisco Nieto

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lunes, 9 de mayo de 2016

Cómo entender el karma y el libre albedrío


CÓMO ENTENDER EL KARMA Y EL LIBRE ALBEDRÍO

“Karma es la ley espiritual que administra nuestras causas y nos hace individuos.”

Karma se suele interpretar solamente como ley de “Causa y Efecto” pero cabe hacer alguna distinción para diferenciar el karma individual de la ley de Causa y Efecto. Si una persona cae en la drogadicción o en la ludopatía puede llegar a la ruina como efecto del derroche sin control del dinero, (esto es causa y efecto) pero cuando esas causas crean dependencia, sufrimiento, enfermedad e incluso dominan a la persona, se considera karma individual por su reacción directa sobre el individuo. Sin embargo, si las causas son hechas con conocimiento de causa no se considera karma sino un acto voluntario que en su momento tendrá su efecto bueno o malo. Para que sea karma, no tiene que haber intención por parte del causante, sino que debe ser algo sobre lo que no tenga control.

Desde antes de nacer todos traemos cierta “programación”  respecto a las líneas generales de lo que va a ser nuestro destino donde experimentaremos, aprenderemos y resolveremos ciertos aspectos de nuestro desarrollo y del carácter según las causas de las vidas pasadas pero respetando nuestro libre albedrío. Cuando en nuestra búsqueda laboral nos surge algún trabajo que nos causa ilusión e incluso hace que planifiquemos nuestro futuro, no significa que sea la acción del karma sino que, por lo general y como somos libres, nos dejamos llevar por esas ilusiones y lo cogemos como profesión. Pero, si en realidad tenemos que estar en otro lugar o profesión según nuestro karma, llegará el momento en que nos sintamos incómodos en ese trabajo y buscaremos o nos dejaremos llevar por las circunstancias hacia lo que de verdad sentimos en nuestro interior;     entonces nos sentiremos felices con nosotros mismos porque hemos cumplido con el karma establecido y comprometido por el Ego mucho antes de nacer.

Hay veces que sufrimos cambios bruscos en nuestra vida y parece que van a echar por tierra todos nuestros planes futuros, es cierto que puede ser el efecto del pasado, pero a lo largo de la vida traerá un resultado sobre el verdadero ser y entonces veremos que esa nueva causa tiene unos efectos positivos sobre la persona y que es la actuación de karma. A la vez, la manera como afrontemos libremente ese cambio brusco hará cambiar nuestros sentimientos y pensamientos y así progresaremos o no de acuerdo a las nuevas causas en relación con nuestro destino maduro. De ahí que sea más aconsejable afrontar el destino y actuar más bien creando nuevas causas que no tomándolo todo como efectos. Es más constructivo y consolador puesto que, al final, repercutirá sobre la propia evolución del Yo.

También es muy importante estudiar la naturaleza de la persona desde la infancia para educarle correctamente. En estos casos es necesario tener en cuenta el nacimiento de los cuerpos a los 7, 14 y 21 años, porque según sea la educación así será fortalecido en su razonamiento para desarrollar positivamente sus tendencias naturales. Esto es una manera de ayudar al niño a que cumpla con su karma del destino y que cree causas positivas pensando en sus efectos un futuro cercano y lejano. Lo correcto, en el caso de cada uno, es que recordáramos los primeros ciclos septenarios (comenzando por la infancia) para ver como y en qué medida se relacionan con el presente y comprobar cómo hemos cumplido con nuestro karma.

Por ejemplo: Una exagerada tendencia al juego sin control puede traer como efecto una ludopatía, o sea un mal karma futuro para el individuo, pero si esta persona obtiene conocimientos como estos y se esfuerza en crear causas nuevas positivas, transformará su karma negativo. Esto muestra de qué manera una persona puede crear el efecto deseado creando causas nuevas y pensando en el futuro.

Si analizamos lo que ocurre después de la muerte veremos que el karma se refleja en el purgatorio y en el cielo, es decir, tenemos que purgar los hechos que tienen una relación directa con nosotros para, como resultado final, elevar los sentimientos, deseos, etc. Sin embargo, la ley de causa y efecto se reflejará más en la próxima vida física obligándonos a ir por determinados senderos o a aceptar determinados hechos los que, en la muchos casos podremos cambiar. Pero a la vez, el efecto del karma en el purgatorio y en el cielo serán causa de un karma más elevado en la próxima vida y la ley de causa y efecto darán la oportunidad de atraer bien o mal según se haya asimilado el fruto de ese karma.

Ejemplo: Un ludópata elevará su conciencia para no caer de nuevo en ese vicio después de hacer frente a esa debilidad en el purgatorio, y la ley de causa y efecto (como efecto del purgatorio) le enseñará a administrar su dinero por medio de la necesidades que le hará pasar en la próxima vida.          Si en este caso, una gran pérdida económica o la necesidad de determinadas cosas en la próxima vida hace que lo veamos como una desgracia, no actuaremos bien; pero si lo vemos como un efecto que nos enseña a ser más prudentes y a administrar bien nuestro dinero, comprenderemos el sentido espiritual del karma.

            Otros aspectos a tener en consideración es el efecto del karma a lo largo de la evolución de los individuos y de la humanidad en común. Sabiendo que renacemos cada aproximadamente 1100 años, comprenderemos que la actividad individual que lleva a una persona a interesarse por determinada ciencia en su anterior vida, le puede hacer un gran científico en ésta como efecto de su propio karma. Pero el efecto de este karma, que a su vez hace que cree nuevas y determinadas causas, repercutirá sobre la humanidad como causa y efecto y para bien o para mal según cuales sean. De esta forma vemos como el karma y la ley de causa y efecto construyen el destino de la humanidad.

Ejemplo: Un médico investigador de la edad media con deseos y aspiraciones de ayudar a la humanidad, se verá compensado con toda una serie de facilidades para ello en la próxima vida. Si este investigador comete errores elevará su conciencia cuando los analice en el purgatorio y, por otro lado, la ley de causa y efecto le pondrá obstáculos en la siguiente vida para que se esfuerce y desarrolle las cualidades contrarias a sus errores.

            El karma de la humanidad va unido al individual y al contrario aunque a veces no comprendamos sus efectos. Un ser ambicioso puede ser puesto al frente de un país o una religión para que esas personas aprendan (una vez vean los efectos de las causas que crea) que ese camino no es el correcto y se hagan más solidarios, comprensivos y tolerantes como efecto de sus fracasos o de verse rechazados por otras naciones (como se han dado casos con líderes de algunos países del Este europeo entre otros) En este caso la ley de causa y efecto les puede traer pobreza y sufrimiento pero el karma de la humanidad hará que se esfuercen en desarrollar nuevas cualidades humanas y espirituales. Cuando este cambio se produzca como nuevas causas las naciones más avanzadas les ayudarán materialmente y esto se convertirá en prosperidad.

            Es importante saber que muchas veces el karma individual repercute en la humanidad como en el caso de una guerra apoyada ignorantemente por el espíritu patriótico de esa nación. El efecto de la guerra no sólo recaerá sobre el líder y los soldados sino también sobre los que apoyan moral y físicamente, lo mismo que en una secta dañina también recaerá sobre los que se benefician de los ignorantes que en ella participan. Sin embargo, y sabiendo que todo mal es un bien en formación, el aprendizaje (para esas personas en particular) de que las guerras y las sectas no son buenas, será un hecho positivo a tener en cuenta en el futuro, y eso al fin y al cabo, ayudará en el camino de perfección de la humanidad.

            Lo mismo que los primeros ciclos septenarios se hacen notar en las actitudes de cada individuo a partir de los 42 años, así mismo los hechos de hace varios siglos o milenios repercuten en la sociedad actual. Ejemplo: La práctica de la democracia en Grecia.

De esta forma descubrimos que los individuos y la sociedad están evolucionando dentro de un esquema desde el principio de los tiempos. Por eso, cuando un líder importante tiene un karma llamativo en algún sentido, bien puede ser el efecto de acciones importantes en su evolución del pasado y que ahora repercute en la sociedad, ejemplo: Gandy.

            Respecto a las razas o civilizaciones, vemos cómo la cultura de un pueblo repercute en otros. Las nuevas causas o descubrimientos tienen un efecto positivo sobre esas personas en futuras vidas, porque a la vez se verán compensadas por las personas que se ven beneficiadas de esos descubrimientos; además, el karma grupal le atraerá nuevas posibilidades en otra vida. Así vemos como las causas de los individuos y las civilizaciones ayudan a los demás y estos a su vez ayudan a otros en su progreso.

            Lo mismo que el ser humano se vale de las experiencias adquiridas con cada uno de sus cuerpos a través de la reencarnación en razas hasta que llega el momento en que ya no puede sacar más experiencias en esos cuerpos de raza, así mismo el karma administra el progreso individual y colectivo de unas razas para beneficio de otras hasta que esa raza deje de practicar ciertas actitudes y pasen a otro nivel superior de conciencia. Este sería el caso de la ayuda de occidente a otros países para que se valgan por sus propios medios.

            Si damos marcha atrás en el tiempo hasta la prehistoria en que éramos más animales que humanos por el poco desarrollo moral y  mental que teníamos, y lo comparamos con lo que somos hoy respecto al pensamiento y a los sentimientos, podemos deducir que lo que nos rodea y lo que somos en pensamiento, palabra y obra, es el efecto del karma individual principalmente en el purgatorio y de la ley de causa y efecto en cada renacimiento.

            Los errores de un pueblo, los sacrificios humanos, las guerras.... traen una enseñanza de lo que no se debe hacer a otros, esa es su parte positiva, pero en un futuro se volverán a unir los implicados para recibir la enseñanza que se merecen por medio de catástrofes, accidentes, enfermedades colectivas, etc. Algunos morirán pero otros no, quedando inválidos o sufriendo durante muchos años según su colaboración en los hechos pasados.

            También las catástrofes actuales (terremotos, volcanes....) son efecto de las acciones de la humanidad hace muchos miles de años, pero además de ese efecto global, algunas personas reciben su karma individual para que se grabe en su conciencia como beneficio o enseñanza propia.         Estas personas son deudoras de la humanidad,  algunos de ellos renacen después de varias vidas de aprendizaje para hacer un gran bien a la humanidad a través de alguna ciencia o descubrimiento.

            Actualmente algunos países y personas están creando causas (bombas, radiactividad, etc.) que perjudicarán en futuras vidas a muchas personas, bien con enfermedades o bien en forma de catástrofes, y ese karma les obligará a devolver con buenas hechos y sacrificios el mal que hicieron. De cualquier forma tendrán alguna vida de intenso sufrimiento.

            Otro caso actual es el de los animales, las matanzas por las pieles o por alimento, repercutirán en las conciencias de quienes lo hacen como karma individual pero, a la vez, en algún momento tendrán que saldar la deuda en forma de servicio y ayuda a esas vidas por impedirles su desarrollo y evolución a través de los cuerpos.

            Hay casos en que la humanidad se ve fortalecida por las enseñanzas de líderes espirituales, esto suele ser un sacrificio voluntario (Zoroastro, Buda) y muy pocas veces como deuda respecto a la humanidad. Sin embargo, esa acción crea un karma muy elevado en ese espíritu como recompensa por su sacrificio, mientras que la humanidad se sirve de su enseñanza para salir de un período de obscuridad (el más elevado ejemplo es Cristo) o simplemente como un nuevo paso en la evolución.

            En realidad, las actitudes de cada momento de nuestra vida están basadas en nuestros hechos pasados, en nuestros sentimientos y en nuestra forma de pensar. Sabiendo que tenemos una voluntad y un libre albedrío, deberíamos ser más conscientes de ello y meditar más nuestros actos.
Nosotros llevamos 2 libros de cuentas, uno interno y más relacionado con nuestro propio ser, y otro externo y más relacionado con las acciones en el mundo material, pero de una forma  otra y según sea de rentable esa contabilidad, así será nuestro karma y los medios físicos de que dispongamos en el futuro.

            El karma lo administran las Jerarquías Superiores de acuerdo a las necesidades sociales, mentales y espirituales de cada individuo, pero siempre pensando en sus efectos sobre los demás. En realidad, karma está actuando constantemente con cada causa o pensamiento que creamos. La evolución es el resultado de estas Leyes Divinas excepto el principio de la creación o Primera Causa.

Esto es algo así como cuando un escritor dramático hace una obra. Ésta nace de la voluntad, se forma en su mente y se ejecuta físicamente en el escenario, pero a fin de cuentas, todos los personajes están en el pensamiento y la voluntad del autor (primera causa) y por muchas causas y efectos o karmas que haya en la obra, el desenlace será el que el autor quiera. Eso mismo ocurre con la humanidad, nosotros estamos en el escenario, y cada causa y efecto o karma repercute en nosotros y puede afectar a los demás para que aprendamos a desarrollar las cualidades espirituales que nos llevará a valorar ya amar al prójimo

            De una forma u otra, llegaremos a la meta de perfección a la que nos ha destinado Dios.
    Cuando cada uno de nosotros llegue a esa meta, llevará consigo la quintaesencia de todo su karma y de los efectos de todas sus causas. El resultado será un efecto o karma de Dios (como Primera Causa) que le engrandecerá en todos los sentidos, y para nosotros será el desarrollo de todas las posibilidades espirituales que tenemos latentes en poderes activos, es decir seremos dioses. Nuestro desarrollo se mostrará en poderes individuales, pero no debemos olvidar que todo lo que seamos será gracias a las leyes kármicas y al resto de nuestros hermanos.

            Las leyes kármicas se hicieron cargo de la humanidad a partir de la caída del hombre a causa de la intervención luciférica. La humanidad era entonces inocente (estaba en el paraíso) porque no era consciente de su cuerpo ni del mundo físico, es decir, no era responsable de sus actos como no lo son los animales. Pero esta intervención de los Ángeles luciferes nos abrió los ojos para que descubriéramos que éramos individuos y para que comenzáramos a actuar como tal, por tanto, hicieron que naciera el yo personal y egoísta. Por el mismo hecho de darnos esa libertad y de despertarnos las pasiones y deseos egoístas, las leyes kármicas han hecho que nos esforcemos en superarnos por medio del sufrimiento en el purgatorio y que aceleremos más el desarrollo de las cualidades espirituales. Estas leyes kármicas y de Causa y Efecto hacen que el mismo impulso egoísta que nos llevó a conquistar el mundo materia después de la individualización nos lleve a conquistar el mundo espiritual en busca de nuestra salvación. Por consiguiente, el nacimiento o caída del hombre en el mal hace que las leyes divinas nos obliguen a luchar por el bien. Sin embargo, gracias a esta influencia luciférica hemos desarrollado la mente, la voluntad y el libre albedrío.

            Pero esto tampoco es posible si no tenemos en cuenta el estado postmorten porque es allí donde, después de darnos cuenta de nuestros errores, tomamos un nuevo punto de partida para superar los defectos y crear nuevas causas para la próxima vida. Es en el purgatorio donde vemos las debilidades de nuestra voluntad y de nuestra mente y esto, a su vez, nos libera de la ley de causa y efecto y nos impulsa a actuar desde otro punto de vista más elevado.

            Para vencer el karma hay que conquistar la libertad y desarrollar la voluntad y el discernimiento, y para conquistar esto de una forma acelerada es necesario adquirir el conocimiento oculto. El resultado será una nueva forma de vida donde se actúe con plena conciencia de los resultados. El enemigo a vencer es el cuerpo de deseos (Lucifer indirectamente) que es quien nos induce al mal por medio de tentaciones, deseos y pasiones, pero para vencer a Lucifer hay que practicar el amor, y cuando al amor se  instaure en nosotros y expulse todo lo negativo, seremos más libres. Debemos llegar hasta el punto en que utilicemos la misma fuerza que nos arrastra en forma de deseos y pasiones, en actuar con amor y sabiduría.

            Nosotros estamos unidos por el karma a los reinos inferiores por medio de nuestra actuación sobre ellos incluyendo las privaciones de sus vehículos, pero también es cierto que estamos involucrados en el karma de las Jerarquías superiores que velan por nosotros, sea de una forma general o individual. Por consiguiente, cuanto antes comencemos a utilizar este conocimiento y el discernimiento podremos ver de qué manera podemos colaborar para su solución.

            Por último, es muy aconsejable que meditemos la acción de estas leyes kármicas sobre nosotros y sobre la humanidad porque, a partir de este momento tenemos más responsabilidad para enseñar y practicar este conocimiento. En el grado en que pongamos en práctica estas verdades así será el efecto en el futuro. Las causas de otras vidas nos han traído aquí y nuestro deber es tener presente este conocimiento para nuestro propio bien y el de la humanidad.

            Este conocimiento hace la vida más rica en experiencias, nos ayuda a comprender el sentido de la vida y del ser y nos eleva moral, intelectual y espiritualmente. Nos debe hacer más responsables y confiados ante lo que nos depare el destino, puesto que el futuro está basado en nuestros propios actos, pensamientos y sentimientos.


                                                           Francisco Nieto

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