El desarrollo personal en nuestras manos. Francisco Nieto



  
EL DESARROLLO PERSONAL EN NUESTRAS MANOS

“Una guía moral y espiritual”

Francisco Nieto Vidal



Dedicado a los padres que quieren
 vivir en una sociedad más fraternal
 y a los adolescentes que desean
crear un futuro de armonía
y felicidad
  


TEMARIO

INTRODUCCIÓN

DESARROLLO DE FRASES BÍBLICAS

IDEALES ELEVADOS

TRABAJOS DE LA MENTE

SERVICIO AMOROSO Y DESINTERESADO

HUMILDAD

TRABAJO SOBRE LA PERSONALIDAD

ANHELOS

RELACIÓN CON EL ALMA

RESPECTO A LOS DEMÁS

USO DE LA VOLUNTAD

LA AUTO-OBSERVACIÓN

PSICOLOGÍA Y METAFÍSICA MODERNA
   

INTRODUCCIÓN

            ¿Por qué cada persona adulta es diferente a las demás? Podría dar muchas razones que incluso algunos lectores adultos no comprenderían o no querrían comprender, pero como este libro está dedicado principalmente a los adolescentes con la intención de que formen una personalidad basada en la moral y en lo espiritual, solo diré que cada persona es el resultado de todo lo que asimila desde que es niño hasta que termina su vida.
            Desde que un niño nace y comienza a “desear” alimentarse después de su primera toma o a llorar porque algo le molesta o le duele, está comenzando a formar su mente y su cerebro a la vez que origina toda una serie de sentimientos y emociones. Según va experimentando en su pequeño mundo, la mente asimila conocimiento y lo guarda para poder comparar, analizar, razonar, etc. A la vez, esas experiencias despiertan deseos y emociones que se harán poderosas hasta el punto de que algunas de ellas dominen a la persona y la impulsen para que actúe en determinada línea.
            Por consiguiente, los ejemplos y actitudes de la familia, amigos y compañeros; los resultados de sus experiencias; la educación que reciba de los padres, profesores, etc.; los resultados de sus propias decisiones, impulsos e instintos; más los resultados de aplicar sus hábitos o costumbres basadas principalmente en los condicionamientos sociales y en la cultura de donde viva; son la base sobre la que se formará el hombre adulto y, de acuerdo a como sea todo eso, así se comportará positiva o negativamente en pensamiento, palabra y obra.
            Así es que, cada persona es diferente por todas esas razones, pero ¡claro! más de un lector pensará que no es totalmente cierto porque todas las personas nacen con cierto carácter o naturaleza propia. Así, de unos padres muy atrasados pueden nacer niños avanzados moral y espiritualmente, o de una pareja más o menos inculta puede nacer un genio. De cualquier forma y de acuerdo con el carácter que desarrolle el adolescente, siempre tendrá la posibilidad de utilizar su voluntad y su libre albedrío para transformar su personalidad hacia lo ético, lo moral y lo espiritual.
            Como dije en uno de mis primeros libros escrito en esta misma línea literaria titulado “Guía práctica del aprendiz de Ángel”, mi intención con esta otra obra, es dar una ayuda a los padres y adultos que traten con adolescentes y niños y a éstos cuando crezcan lo suficiente como para leerlo y comprenderlo. Si lo que intentaré explicar llegara a formar parte de un niño como base para la construcción de su memoria, de su carácter, de sus hábitos, de su forma de ver la vida y al prójimo, y de su mente a la hora de razonar, yo aseguro que a partir de la adolescencia el niño sabrá construirse un buen destino y un ejemplar círculo de amistades que le sobrevalorará.
            Se dice en ocultismo y en astrología esotérica que cada niño nace con las líneas generales de su vida escritas, yo, como astrologo, así lo creo, por tanto, sea cual sea el destino de cada persona a quien llegue esta obra, solo tendrá que recordarla a lo largo de su vida estas enseñanzas e intentar llevarlas a la práctica siempre que pueda.
            ¿Por qué la humanidad ha llegado a crear el mundo material, tecnológico, científico, etc. de hoy si la misma comenzó siendo algo parecida a los antropoides? Pues porque a lo largo de millones de años de evolución pasó de guiarse por su instinto a guiarse por los deseos y las emociones (más bien negativas por ser salvajes en aquel tiempo) para, por último, desarrollar la mente con la que razonar y trabajar con la imaginación y con la intuición. Así que, ahora que nos hemos hecho más razonables, inteligentes, morales y un poco más espirituales, sólo nos queda eliminar de nuestras vidas la maldad y la negatividad de pensamiento, palabra, deseo, emoción y obra. ¿Y eso por qué? Pues porque existe una fuerza (que según cada cultura o religión, procede del Espíritu o de Dios) que nos presiona a todos desde el interior para que nos esforcemos en ser mejores y en que construyamos un mundo mejor donde reine la fraternidad y el amor. Si no fuera así ¿Por qué han venido a la Tierra tantos mensajeros y Maestros como, por ejemplo, Mahoma, Buda o Cristo?
Casi todas las religiones y culturas afirman que tenemos un Alma o Espíritu y que somos a imagen y semejanza de Dios. Si ese Espíritu es de Dios, está claro que nosotros tenemos que superarnos espiritualmente para identificarnos con él, y eso solo  se consigue por el camino que algunas religiones y filosofías enseñan pero principalmente siguiendo las enseñanzas del Maestro Jesús el Cristo.
            Si el cerebro es una especie de ordenador donde quedan grabadas las experiencias y donde se forma la memoria y los hábitos; si los deseos, los sentimientos y las emociones que nos hacen actuar muchas veces sin razonar y de forma automática o instintiva pueden ser controladas por la mente; y si la mente puede ser controlada, a su vez, por la voluntad ¿Quiénes somos?
            Seguramente que la mayoría piense o responda que somos la voluntad. Es evidente que el cuerpo físico está influenciado o gobernado por el cerebro, por los deseos, por las emociones, por el pensamiento y por la voluntad que se puede imponer sobre todo lo demás pero, ¿Qué ocurre con la voluntad cuando no la utilizamos intencionadamente? Pues que no somos “conscientes” de que esa voluntad está anulada temporalmente y son el resto de los aspectos personales o partes de “nosotros” las que dirigen nuestras actividades y expresiones. Por tanto, para poder utilizar la voluntad (que es la herramienta principal del Alma) con “intención” debemos hacernos conscientes de nosotros mismos como un Yo. Así, cuando nos damos cuenta de que nuestra mente está pensando en un problema que nos causa dolor, esa consciencia puede utilizar a la voluntad para controlar a la mente y apartarla de ese tema y hacer que no piense en ello o que piense en algo positivo.
            Luego entonces, si queremos gobernar la personalidad que somos; si queremos cambiar nuestro carácter, o si queremos eliminar nuestros defectos o nuestra maldad, debemos estar atentos (hacernos conscientes) a lo que piensa nuestra mente, a los deseos y sentimientos que tenemos, a las palabras que dirigimos y a todo lo que hacemos para qué pase por el filtro de  la conciencia y de la razón que son como ese pepito grillo que todos llevamos dentro.
            Esta obra no es una obra religiosa aunque en él mencione a Dios o a Cristo, tampoco coincide con la mayoría de las enseñanzas de las religiones más conocidas. Sin embargo, desde el respeto a todas ellas, intento mostrar de una forma diferente que un adolescente puede comenzar a forjarse un carácter, una vida y un destino más feliz, más armónico y más elevado, moral y espiritualmente hablando.
Aunque estas enseñanzas o pensamientos son para llevarlos a la práctica a diario con paciencia y persistencia, yo entiendo que su lectura es algo monótona. Sin embargo, el hecho de leer un párrafo cada mañana o cada noche y meditarlo y razonarlo para averiguar cómo le afecta lo que se dice en él, dónde falla y cómo puede supera sus defectos ya es una manera de progresar.
   
DESARROLLO DE FRASES BÍBLICAS

“Habiéndole preguntado los Fariseos que cuándo llegaría el Reino de Dios, Él les respondió: “El Reino de Dios no vendrá con observación, ni se dirá ¡Vedlo aquí o allá! porque, mirad, el Reino de Dios está dentro de vosotros.”           
            Como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también vosotros.” (Lucas 6:31) Esta frase contiene un importante principio psicológico, nos dice que hagamos siempre el bien a los demás, ante todas las circunstancias y sin pensar en lo que nos hagan o en lo que piensen o digan de nosotros. Como regla impersonal, demuestra que lo que hagamos no tiene porqué relacionarse con lo que otros nos hagan, sin embargo, si hacemos el mal que normalmente nos solemos hacer, entonces sí nos relacionamos y nos perjudicamos mutuamente. Hacer el bien como nos gustaría que nos lo hiciesen a nosotros, de una forma o de otra, mejora nuestro ambiente, nuestro carácter y nuestra vida en general porque atrae el bien obrar y la simpatía de los demás. También crea una fuerza magnética que nos facilitará ayuda ante ciertas circunstancias. Por consiguiente, no deberíamos permitir que el rencor, el odio y cualquier otro mal sentimiento impidan hacer a otros lo que nos gustaría que nos hicieran.
            El odio es la fuerza más destructiva del universo y el rencor y la venganza son aspectos del odio. La venganza es una de las peores pasiones e impide el éxito. Por eso y a pesar de lo que ocurra, nunca se debe tramar una venganza y sin siquiera mantener en la mente pensamientos de rencor o de odio. La Biblia dice. “Amados, no os venguéis de por sí…yo recompensaré a cada cual como se merezca, dijo el Señor.” Hay una justicia divina que adjudica a cada uno lo que le corresponde por eso no es bueno tomar la justicia por nuestra cuenta porque, al final, se vuelve contra nosotros. Hay que perdonar y mantenerse perdonado sean cuales sean las circunstancias personales.   
Cristo dijo: “Sed perfectos como nuestro Padre que está en los cielos lo es.” Es evidente que para conseguir algún grado de perfección deberíamos estar atentos a lo que decimos, sentimos y pensamos, entonces y siendo conscientes de todo ello, podriamos rechazar lo imperfecto e inmoral para intentar desarrollar las virtudes. Por tanto, si cada día procuramos observarnos a nosotros mismos en cada momento estaremos más capacitados para ser un ejemplo ante los demás.
            Los libros que ayudan al desarrollo moral e intelectual son de mucha ayuda a quienes aspiran a ser cada día un poco mejor siempre y cuando haya un deseo intenso por llevar a la práctica sus ejercicios, a la vez que servimos desinteresada y amorosamente al prójimo. Si no es así, sólo será un simple conocimiento. Cuando Cristo dijo que al ayudar al prójimo es como si le ayudáramos a Él estaba diciendo que cuando ayudamos o servimos desinteresadamente a los demás como si fueran nuestros hermanos, estamos acelerando nuestro desarrollo moral y espiritual.
            Al decir el apóstol: “Porque no hago el bien que quiero, más el mal que no quiero ese hago” estaba diciendo que aunque somos libres de expresar y hacer el bien o el mal en cada momento, no es fácil si no somos conscientes de ese mal y si no nos esforzamos por transformarlo o eliminarlo. Nadie está obligado ni predestinado a hacer el mal, cuando lo hacemos es por libre voluntad, por ignorancia o por inconsciencia, pero de una forma u otra solo nosotros somos responsables del mal que hacemos al prójimo, al mundo y a los animales. Si estamos atentos a cómo nos expresamos y a lo que hablamos, nos haremos conscientes del mal que hacemos y podremos hacer el bien.
            El que fue y es considerado la “Luz del mundo” dijo: “Si vosotros permanecéis en mi palabra seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.” Para estar en la Verdad debemos preocuparnos de que nuestras palabras, sentimientos y pensamientos no obstaculicen la expresión del Alma (parte de Dios) que tenemos. Podemos ser un instrumento de Dios si controlamos conscientemente lo que expresamos y nos olvidamos de nosotros mismos para elevarnos por encima de todo egoísmo personal. Preguntémonos de vez en cuando ¿cómo puedo dar amor a las personas que me rodean? ¿Qué clase de servicio desinteresado puedo prestarles?
            Está escrito que Dios es creador y también que Dios es Amor  y que es Infinito porque no tiene límite, por consiguiente, el verdadero y fraternal amor es inacabable, es decir, lo podemos dar con el pensamiento, con las palabras con los sentimientos y en los hechos. Una limosna se puede dar de corazón, sin embargo lo mejor es darse uno mismo con amor con ella. Está escrito: “No hagáis tesoros en la tierra sino en el cielo, porque donde esté vuestro tesoro estará vuestro corazón.”
            También está escrito en el sagrado libro que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, lo que significa que nuestra Alma es parte de Dios porque fue creada por Él y tiene latentes una serie de poderes que son tan importantes como para que el mismo Cristo dijera: “Las cosas que yo haga vosotros también las haréis y más grandes aún.” Por consiguiente, ante las pruebas, tentaciones, deseos negativos, malos pensamientos, etc. hagámonos conscientes de lo que verdaderamente somos y saquemos al niño Cristo que todos llevamos dentro para que sea Él quien dirija nuestras acciones y nuestras palabras.
            “Más fácil le será a un camello pasar por el agujero de una aguja que a un rico entrar en el reino de los cielos.” Esta frase  de Cristo es complementaria de aquella otra que dice que nos ocupemos de las cosas de Dios y que no nos preocupemos de nada porque todo se nos dará por añadidura. Cuanto más ambiciosos somos y cuanto más nos comportamos como avaros más nos separamos del prójimo, porque la propia riqueza  actúa a modo de limitación para nosotros. Quien va por la vida de esa manera no comprende que se está atando hasta tal punto de no comprender que la solidaridad, el altruismo, la compasión, etc., deben formar parte de nosotros porque nos traen fraternidad, armonía y felicidad. Uno puede ser rico y ser toralmente infeliz por otras cosas, pero si demuestra su benevolencia y su solidaridad con los necesitados, encontrará la felicidad interna. Dando desinteresadamente se recibe y no se codicia.
            La verdadera Causa que ha creado al ser humano, al mundo y al universo es Dios, aunque adquiera otros nombres según las culturas y las diferentes religiones. Por tanto, si nuestro ser interno o Alma es parte de Dios, nosotros estamos evolucionando hacia la unión con esa Alma primero para luego seguir hacia la unión con Dios. Pero ¿dónde cree que va a encontrar a Dios el hombre malvado que actúa en contra de su propia evolución y de su Alma? ¿Lo encontrará en su  huída constante con tal de no enfrentarse a su maldad? ¿Lo encontrará en la nada y en el caos que alguna vez alcanzará? El cobarde que disfruta de su poder y que solo piensa en él, no encontrará a Dios en ninguna parte sino que terminará ajusticiado por las leyes terrenales o por las celestiales. Dijo Cristo que para llegar al Padre debemos hacerlo a través de Él, que es como decir que quien no se esfuerza por practicar lo que Él enseñó no encontrará a Dios en ningún sitio.
            Quien se cree mejor que otro y se jacta de no tener vicios, defectos, ni debilidades, y presume de ser más inteligente que otros, no está en el sendero que eleva a las personas moral e intelectualmente. Dijo Cristo que el hombre ha de volverse como un niño para poder entrar en el Reino de los Cielos. La sabiduría y las virtudes son muy importantes pero si ellas llevan consigo el orgullo, el complejo de superioridad o la separación de los demás, es que el egoísmo en sus distintas formas está haciéndose fuerte en la personalidad.
            El hombre espiritual debe entregarse y dar ejemplo al mundo pero no siendo común como el resto, sino haciéndose un trabajador o imitador de las enseñanzas y de la obra de Cristo. Si actuamos así no debemos temer por cometer errores, y si los cometiéramos, no serían graves porque están hechos con la intención de amar y ayudar a los demás.
"No juzguéis para que no seáis juzgados, porque con el juicio con el que Juzguéis, seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? Saca primero la viga de tu ojo y entonces verás claro cómo sacar la paja del ojo de tu hermano.”  Esta es una de las pruebas y lecciones más difíciles de superar para el aspirante al desarrollo personal: no juzgar ni criticar a los demás. Estamos demasiado acostumbrados a ver los defectos y a criticar a los demás sin darnos cuenta de que todos estamos cometiendo errores durante todo el día, pues, la crítica y el juzgar no sólo se hacen con la palabra, sino que mayormente se hace con el pensamiento. Quien desea desarrollar su Alma debe saber que cuando nos fijamos en algo que no nos gusta en los demás, es porque nosotros ya lo hemos experimentado y, por lo tanto, hemos tomado conciencia de ello. Sabiendo esto, el aspirante espiritual debe volver contra sí mismo la crítica para, a continuación, proponerse no volver a cometer el mismo error.
  
IDEALES ELEVADOS

Un deseo negativo puede ser rechazado por la mente siempre y cuando se razone y se creen pensamientos contrarios, a su vez, la mente se puede controlar y dirigir con el poder del Alma, es decir, con la voluntad. Por tanto, si nos hacemos conscientes de nuestros malos deseos y sentimientos y nos proponemos desarrollar (mentalmente y para llevar a la práctica) una serie de ideales elevados contrarios, expulsaremos más fácilmente de nosotros lo que nos impide ser mejores. Para ello solo debemos auto-observarnos y hacernos conscientes de nuestras tendencias y razonar cuáles hay que rechazar y expulsar de nosotros.
La lectura de libros no es suficiente para progresar si no se aplican o se practican sus principios, la práctica trae mejores resultados que los sermones. No es lo mismo querer ayudar al prójimo y a la primera oportunidad que surge decir “¡que lo haga otro!” que llevar el servicio como ideal y estar pendiente para ver dónde podemos servir desinteresada y amorosamente al prójimo. Los libros son útiles en la medida en que nos hagan conscientes y sensibles ante las necesidades y el sufrimiento de los demás. El verdadero conocimiento procede del corazón y lo vamos adquiriendo según intuimos cuándo nos necesitan y cómo podemos ayudar.
Si de verdad queremos superarnos, nunca debemos sentirnos satisfechos con el nivel moral y espiritual alcanzado porque entonces nos estancaremos. Debemos esforzarnos cada día más creando nuevos y elevados ideales para llevar a la práctica. No debemos caer en el descontento, en la inquietud o en la desesperación de las cosas transitorias que nos ocurren o en lo que proceda de los demás. Analizando nuestras flaquezas y nuestros defectos debemos programar un plan de futuro para transcenderlo progresivamente.
Quien desee ser recto no actuará de forma contraria a sus ideales elevados, así, si mentir le parece mal no intervendrá en nada donde tenga que mentir; si no le gustan los lujos no tiene por qué ir a la moda o usar determinadas marcas; si es partidario de la paz y de la armonía no irá allá donde haya discusión y alboroto. No es bueno tener dos morales, una para nuestros asuntos o negocios y otra para los demás. Cada persona debe adoptar una actitud que esté de acuerdo con sus ideales elevados o sus principios morales, intelectuales y espirituales que desea desarrollar.
Alguien dijo que “toda tentación es como una oportunidad para acercarnos a Dios”, es cierto, a lo que yo añado que opino lo mismo respecto a las pruebas del destino siempre que tengamos la intención de purificar el carácter, es decir, la personalidad. Por la vida se puede ir de manera irresponsable, ir por donde van los demás, dejándose llevar por las circunstancias y los placeres, por el camino más fácil y sin querer preocuparse por hacer nada por los demás, vagar  por el mundo sin principios ni ideales, actuando egoístamente según convenga, etc. Esa actitud trae  poco (por no decir nada) adelanto y sí más bien retraso en el desarrollo espiritual porque es la manera más fácil de caer en las tentaciones y pruebas que nos fortalecen. Pero cuando vamos por la vida intentando llevar a la práctica nuestros elevados ideales y nuestros principios como un recto vivir, y cuando intentamos actuar como nuestro verdadero Yo superior que domina a la personalidad, y cuando manifestamos los ideales de amor y de servicio al prójimo dados por Cristo, entonces las tentaciones y pruebas desaparecen como tal porque son superadas.
Los ideales han sido siempre necesarios para la evolución y desarrollo espiritual del hombre. Al igual que los ideales de un hombre van cambiando y evolucionando desde que nace hasta que muere, también los ideales son diferentes y más elevados en cada vida. Es más, los ideales son causa para que el hombre (aun inconscientemente) se esfuerce y sacrifique por alcanzarlos, de otra forma no progresaría tan rápidamente o se estancaría en su evolución. Según evolucionamos y desarrollamos el poder interno del Alma vamos abandonando los malos hábitos, costumbres e incluso los que fueran ideales que hicieron que nos esforzáramos por alcanzar algo superior, y así debe ser eternamente. Sin embargo, sabiendo que somos parte de Dios y parte de Su creación, nuestros ideales no solo no deben entorpecer los Planes de Dios, sino que también deben estar relacionados con dichos planes para que no puedan perjudicar a nuestros hermanos. Todo lo existente es una expresión de Dios y todo depende y está relacionado con todo, así es que nuestros ideales no deben ser un obstáculo ni para nuestro desarrollo ni para el crecimiento y evolución de todo lo demás.
Los ideales elevados de altruismo, fraternidad, servicio amoroso, sentimientos de verdadera amistad y hermandad, etc., atraen a personas de esas mismas naturalezas que nos ayudarán a alcanzarlos. El que siempre piensa que está enfermo se hará un enfermo porque las vibraciones de enfermedad que él crea en su aura atraerán eso mismo. El hombre justo y honrado encontrará la simpatía de personas buenas, justas y honradas, pero el que vive en la tristeza, en el desaliento, en la deshonestidad y en conseguir sus deseos o ideales a costa de los demás, no solo no encontrará ningún apoyo y simpatía de los demás sino que perjudicará a todo aquel que se ponga en contacto con su aura o se identifique con su carácter y naturaleza. Por todos estos motivos, mantengamos nuestros ideales en lo más elevado de los planos espirituales y seamos un ejemplo de vida llevándolos a la práctica en nuestra vida cotidiana.
Estamos en el mundo en el lugar que nos corresponde y con las personas que debemos estar porque alguna relación debemos tener con ellas. Por tanto, ocurra lo que ocurra, solo tenemos dos formas de actuar y de responder ante las circunstancias, una como personalidad con todos sus defectos y otra como el verdadero Yo consciente de sí mismo y de lo que hace. Como personalidad nos enfadamos cuando no salen las cosas como queremos, cuando alguien hace algo que no nos gusta o porque no piensa como nosotros, y un sinfín de hechos negativos más. Como el verdadero Yo que somos, actuando con voluntad y auto-consciencia, entenderemos que ciertas cosas tienen que ser así y pondremos una sonrisa ante los problemas y las personas que nos perjudiquen; comprenderemos que hay un hilo invisible que nos une a las personas que nos rodean con su defectos y sus virtudes y que algo tenemos que aprender de ellas; y que todo lo que hagamos en pensamiento, palabra y obra afecta al mundo, a los demás y a nuestro propio Yo.
  
TRABAJOS DE LA  MENTE

            Al igual que un insulto no nos hace ningún daño moral si no nos lo tomamos como tal, así mismo, podemos decir que nada es bueno ni malo sino que el pensamiento lo hace así. Algo negativo contra nosotros nos podrá afectar dependiendo de:
1º.- Si dejamos que surjan deseos y sentimientos negativos como respuesta.
2º.- Si no razonamos para centrarnos en el aspecto más benévolo del asunto y para evitar el conflicto.
3º.- Si no expresamos la buena voluntad de entender que esa persona dice eso inconscientemente o porque está poco desarrollada.
Por tanto, un mal contra nosotros nos puede afectar si no queremos evitarlo.
            “Según piense una persona en su fuero interno así es ella.” Esta famosa frase es una gran verdad, pero para pensar positivamente y no llenar el mundo de malos pensamientos, debemos saber que “lo semejante atrae a lo semejante”. Lo mismo que el sonido de un diapasón afecta por medio del aire a otro similar que esté a su alcance, así mismo, cuando pensamos negativamente sobre algo o alguien, atraemos los malos pensamientos que haya en la atmósfera y nos afectan estimulando el mal en nosotros. Así se crea, por ejemplo, los ambientes familiares de nuestras casas y las costumbres o el pensamiento patriótico.
            Muchas personas sufren cuando saben que les han criticado, insultado o injuriado y no se dan  cuenta de que eso ocurre porque han dado importancia a ese hecho en vez de dejarle pasar como cualquier otra cosa sin importancia y sin parase a pensar en ello. De unas palabras podemos hacer una preocupación, un disgusto, un hábito, etc., dependiendo de cómo y de cuántas veces pensemos en ello. Más bien deberíamos entristecernos cuando alguien se dedica a criticarnos o a juzgarnos, por eso es necesario estar atentos a nosotros mismos para no dar motivo para que otros no hagan mal.
            Hay un modo de eliminar los malos pensamientos, y éste es sustituyéndolos por otros opuestos y positivos. Así el orgullo puede ser sustituido por la amabilidad, la ira por el afecto, el odio por el amor, el rencor por el hecho de pensar en las virtudes de la otra persona, los deseos egoístas y materialistas por obras caritativas, el rechazo por la compasión, etc. Las personas no podemos centrar nuestra mente en dos cosas a la  vez, por eso cuando nos concentramos en un pensamiento o hecho positivo el contrario desaparece porque no nos fijamos en él. Si centramos nuestro pensamiento durante el día en pensar en el significado de amistad, paz, simpatía, ayuda desinteresada, etc., nuestro cuerpo emitirá vibraciones positivas que captarían a los similares.
            Las personas que están siempre irritadas, que siempre piensan en ellas y en asuntos materiales, que se dejan dominar por los deseos y las emociones personales (celos, envidia, disfrute de placeres, etc.) y que no controlan su mente, no pueden desarrollar esa atmósfera especial que se necesita para ser feliz internamente.
La atención es de gran ayuda para aquel que desea trabajar su Alma. Es deber suyo controlar a la mente y mantenerla alerta:
1º.- Para que no responda ante cualquier mal sentimiento o pensamiento que pueda surgir en él.
2º.- Ante cualquier necesidad de los demás para poder ayudarles fraternal y altruistamente.
3º.- Para meditar sobre lo que interfiere en el desarrollo del Alma y sobre lo que debemos practicar para alimentarla con buenos sentimientos.
El respeto, la amabilidad, preocuparse por hacer el bien entre los demás o comportarse como un verdadero hermano de la humanidad, son virtudes que hacen que el mundo sea más feliz y más habitable. Grande es quien pone orden en su casa (mente) y expulsa a los mercaderes (defectos y malos deseos y sentimientos) de su templo (de la personalidad o carácter)
            Todos los estados o principios del hombre tienen su origen en la mente, si uno habla o actúa con pensamiento impuro o malévolo tendrá el sufrimiento como consecuencia. Quien alberga pensamientos como “me hizo daño, me robó, me ofendió, me injurio, etc.,” siempre llevará consigo el odio. El odio no se elimina con odio, rencor o resentimiento sino con amor y compasión.
            Lo mismo que las letras por sí solas no dicen nada hasta que se juntan para formar frases, y lo mismo que el polluelo tienen que romper el duro cascarón para salir de su egocentrismo para ver la verdadera vida, así nosotros debemos abandonar la forma material y el disfrute de los placeres. No comenzamos a ser verdaderamente libres hasta que controlamos a nuestra mente hasta tal punto que la utilicemos para desechar nuestros defectos y nuestros malos hábitos. Cuando somos tan ignorantes que creemos que la libertad y la felicidad están en el disfrute de los placeres y en nuestras actuaciones egoístas, no nos damos cuenta de que estamos limitando la conciencia del Alma que nos hace hermanos de los demás.
            El pensamiento no solo es creador porque inventa algo sino que también lo es porque, dependiendo de lo que piense, así se crea un deseo, un sentimiento o una emoción que nos puede afectar para bien o para mal; así, un mal pensamiento contra alguien puede generar odio. A su vez, las emociones y sentimientos descontrolados (no razonados pero sí malintencionados) los deseos egoístas y malévolos, las palabras hirientes, etc., pueden ser causa de problemas y enfrentamientos. Por consiguiente, si deseamos cambiar nuestra vida y nuestro destino debemos cambiar de forma de pensar ya que, cuando nuestras creaciones mentales son buenas sus efectos son buenos. Lo mismo que ocurre en física,  un pensamiento no puede ocupar el mismo espacio que otro, por tanto, mantengamos siempre buenos pensamientos.
            La repetición de pensamientos crea un hábito, si repetimos pensamientos positivos u oraciones, crearemos el hábito de tener la mente ocupada en algo relacionado con el Alma. La repetición de deseos y sentimientos buenos hacia los necesitados y desgraciados crearán el hábito de ayudarles con buenas vibraciones y energías, y la repetición de oraciones y ejercicios espirituales a una misma hora creará el hábito de hacernos conscientes de que debemos dedicar algún tiempo a hacer algo por nuestra Alma. Pero si todo eso está basado en nuestras virtudes, estaremos desarrollado los ideales que llevaremos a la práctica. La repetición de ideales llevados a la práctica nos hace trabajadores por un bien común y para nuestro propio desarrollo.
            Toda persona que razone se dará cuenta de que el carácter es la base sobre la cual interpretan los demás cómo somos pero, además, el carácter se refleja también en el destino y en el medio ambiente donde nos movemos. Los rasgos que con más frecuencia causan un mal destino y una mala interpretación de los demás son: La cólera, el odio, el orgullo, la venganza, la sensualidad, el egoísmo, la envidia y la intolerancia. De aquí que debamos examinarnos de vez en cuando para ver si tenemos alguno de estos rasgos, aunque sea en una mínima parte. Si fuera así, debemos comenzar por hacer un cambio de pensamiento hacia lo positivo (además de no pensar en esos rasgos porque los engrandeceríamos) y después otro en nuestra actitud hacia los demás.  El pensamiento es la base de toda acción y cuando lo rectificamos vemos que nuestra actitud cambia.
            Lo que nos hace felices no es lo que somos, lo que tenemos, dónde estamos o lo que hacemos. Lo que nos hace felices o desgraciados es nuestra actitud, nuestros pensamientos al respecto y nuestra forma de interpretar los hechos según el carácter que hayamos formado desde nuestra infancia hasta ahora. Un preso puede estar encerrado, pero si intenta vivir mentalmente en un concepto de libertad donde es feliz, lo será. Dos personas, con la misma situación, con el mismo dinero y posición social, haciendo lo mismo y con el mismo prestigio, una puede ser feliz y la otra no según sean sus pensamientos, sus deseos y sus sentimientos.
            Somos lo que pensamos y pensamos de tal o cual forma según la educación que nos dieron, según la influencia familiar, según lo aprendido en el colegio y con las amistades, etc. El mundo que conocemos ha sido construido, mayormente, por los pensamientos de mucha gente buena y de otros con una mente ingeniosa e inventiva. Si hubiera sido construido solo por gente con pensamientos egoístas y malvados no sería así. Lo mismo ocurre con nosotros, además de purificar nuestra personalidad, debemos construir nuestra propia atmósfera o aura con pensamientos de justicia, honradez, bondad y amor. Si hablamos, sentimos y pensamos con una mente pura, la felicidad nos acompañará allá donde nos encontremos como nos acompaña la sombra que creamos con la luz.
            La mente se encuentra por encima de los deseos, de las emociones, de los hábitos (porque los puede cambiar cuando ponemos voluntad) y de todo lo personal. Pero lo mismo que es una perfecta herramienta de trabajo también es un gran problema porque, si no se ejerce control sobre ella, se deja dominar por todo lo personal y termina yendo de un lado para otro y pensando por sí misma instintiva y automáticamente. Si a esto sumamos las tensiones, el estrés, las preocupaciones, etc. que tenemos en la vida,  comprenderemos que si no la controlamos será un impedimento para nuestro desarrollo. Nuestro problema actual respecto a la mente es que se ha acostumbrado a pensar y a actuar como lo hace y rechaza cualquier esfuerzo de concentración que quiera hacer la voluntad con ella. Por eso hay que utilizar todos los instrumentos a nuestro alcance, primero para controlarla a ella y después para utilizarla sobre los demás aspectos personales. Se  nos hace muy difícil silenciar y dirigir la mente porque nunca lo hemos intentado seriamente, para comprobarlo solo es necesario silenciarla e intentar concentrarla en la manecilla de los segundos de un reloj. ¿Cuánto tiempo pasa sin que nos invada un pensamiento? muy poco por decir casi nada.
            Durante la vida, nos identificamos hasta tal punto con los problemas, con las preocupaciones, el trabajo, etc. que nos convertimos en eso mismo sin darnos cuenta de que apenas razonamos los hechos ni utilizamos la voluntad para anular ese dominio de la personalidad; por eso nos levantamos y nos acostamos casi siendo los  mismos. Durante los ejercicios donde intentamos ser conscientes de lo que somos, sentimos y pensamos, lo que ocurre es que la mente nos incita a pensar en cosas del pasado, en hechos que nos preocupan o que queremos que hacer en el futuro. Es absurdo luchar oponiéndose a todo esto porque la mente insiste con tanta persistencia como nosotros para evitarlo, lo ideal es dejarlo pasar sin fijarnos en esos pensamientos y ni siquiera pensar en sentido opuesto como aconsejan algunos. A lo sumo, deberíamos pensar positivamente buscando su lado bueno. Es simple, si estamos concentrados en la respiración de manera que la mente no piense por sí misma, y de pronto percibimos que comienza a recordarnos que mañana tenemos que ir al médico, lo ideal es fijarse en cómo piensa pero sin intervenir; se comprobará que la mente rápidamente deja de pensar. Después seguiremos con nuestra concentración y utilizaremos la mente a voluntad. Motivos para concentrar y atar a la mente hay muchos, sean objetivos o subjetivos, sea nuestra mente o nuestros sentimientos, sea el amor o la paz, sea la belleza en las personas o en las plantas, etc.
Cuando hay soledad y silencio hay enriquecimiento espiritual para que el Ego florezca y se manifieste por encima de lo personal es, en definitiva, una nueva y superior calidad de vida dirigida desde un nuevo centro de conciencia. Mientras la mente esté influenciada por los sentidos y desee dar expresión a lo que percibe no estará en el silencio que se requiere para percibir lo superior, es más, mientras la mente se distraiga y piense según lo guardado en la memoria sin un discernimiento consciente superior tampoco estará en ese silencio del Espíritu. Podríamos llegar más lejos aún y decir que la palabra es un medio de comunicación que no tiene significado o poder tal y como lo practicamos, es lo que se comunica o transmite por medio de la palabra lo que da significado a la palabra, por eso, la palabra puede ayudar o agrandar y crear heridas dependiendo de la fuente (mente) que proceda según el recuerdo de experiencias pasadas. La diferenciación verbal es una cosa y la psicología es otra, estando ambas basadas en los recuerdos y en las asociaciones mentales. Las palabras que nacen de una mente depurada no pueden herir porque no están contaminadas con los recuerdos de las experiencias del pasado ni con posibles programas del futuro. De aquí que para hollar el sendero también sea necesario eliminar el lenguaje hiriente por medio del control de la mente que llevará al silencio consciente y voluntario.
La personalidad es manipulada a partir del cerebro y de los sentidos, de tal forma que siempre actúa de acuerdo a los mismos patrones de conducta y a la misma escala de valores, sin embargo, debería ser el Yo, actuando intencionada y conscientemente quien, como observador, la dirigiera y controlara. Son muchas las cosas que hacemos todos los días de forma automática y monótona sin esforzarnos por hacer algo nuevo y superior de forma voluntaria. Si al despertarnos visualizáramos y programáramos lo que creemos que vamos a hacer durante el día pero añadiendo algo diferente y positivo, y luego nos auto-observáramos durante el día para cumplir lo programado, seríamos nuestros propios directores de nuestra vida. No es lo mismo hacer las cosas de forma monótona y por costumbre y, como efecto pensar de una manera superficial, que programarnos para hacer cosas buenas y útiles y luego estar “atentos” para cumplirlas. Así es que sería bueno que programáramos hasta los contactos, las conversaciones y las actitudes que sabemos que vamos a tener para luego extraer el mayor provecho de esas experiencias.
El progreso en el sendero de desarrollo personal nos hará ver que lo mismo que una sonrisa (en cualquier momento) puede cambiar nuestra actitud interna, así un pensamiento positivo impuesto sobre otro negativo hacia otra persona puede cambiar nuestra manera de pensar sobre ella. Cualquier éxito que obtengamos en la vida será gracias al empeño, la repetición, el análisis, la concentración mental y al poder de la voluntad. Pero el éxito que necesita y que debe desarrollar cualquier persona, además de lo anterior, debe estar en su interior como ideales elevados que queremos desarrollar o alcanzar. Por consiguiente, cabe preguntarnos ¿en qué está ocupada nuestra mente la mayor parte del día? ¿la dirigimos voluntaria y conscientemente o dejamos que  disfrute con lo que nos perjudica o no nos es útil para nada?
Nunca alcanzaremos algo si lo rechazamos, por eso nuestra vida debe estar basada en la auto-observación y en las más razonadas decisiones y expresiones. Si no es así atraeremos más de lo mismo de lo que cocinamos en nuestra personalidad (luchas, miedos, enfados, obsesiones, incertidumbre, etc.) Es necesario vivir fuera de esa rutina automática que tanto nos perjudica en el presente y nos perjudicará en el futuro. Nuestra actitud en la vida cotidiana debe ser la de andar “despierto”, es decir, ser conscientes de lo que pensamos, decimos, sentimos y hablamos, y para eso hay que silenciar en gran parte la mente para que sea el verdadero Yo quien nos pueda guiar y aconsejar.  

PRINCIPIOS METAFÍSICOS

1º.- Pensar consciente y voluntariamente (controlar la mente intencionadamente) de forma positiva y alerta ante pensamientos intrusos y no permitirla que esté inmóvil u ociosa. Haciendo esto cerramos la puerta a los pensamientos automáticos e instintivos y a las emociones que, normalmente, hacen que nos expresemos y que pensemos mal.
2º.- Cuando se tienen problemas y se está en apuros no se debe pensar en ellos porque se aumenta su poder y nos causa depresión y otros problemas psíquicos. En estos casos es necesario pensar en asuntos positivos, en virtudes o en Dios mismo para que esos problemas se alejen y desaparezcan de nuestra mente.
3º.- Cuando cumplimos con nuestros deberes y llevamos a la práctica estas enseñanzas, creamos suficiente poder cada día como para hacer el bien como hábito para cambiar las estructuras psíquicas y espirituales que nos harán sentirnos más felices y más libres.
   
SERVICIO AMOROSO Y DESINTERESADO

            Todos los grandes hombres han edificado su vida con pequeños hechos como, por ejemplo: Un pensamiento bondadoso, un buen deseo hacia el prójimo, una sonrisa alegre y optimista, un apretón sincero y alegre de manos, o simplemente dando algo de corazón como si se dieran ellos mismos. Si queremos progresar en el sendero de perfección debemos estar atentos a las oportunidades que se nos presentan para hacer algo por los demás. Hay que entregarse con amor en las cosas pequeñas para poder llegar a hacer las cosas grandes. Aunque algunos no comprendan nuestra actitud, nuestro deber es brillar para alumbrar la oscuridad de los demás.
            La persona poco evolucionada ayuda a las que están cerca de ella y, normalmente, lo hace por interés. Pero quien desee elevar moral y espiritualmente su personalidad debe ayudar a todos con amor y compasión como si fuera un representante de Dios. Es necesario ayudar allá donde podamos directa o indirectamente, material o moralmente, con ejemplos o con palabras, a ricos y a pobres, a superiores o a inferiores, a amigos y a enemigos, etc. Lo importante es ayudar  y olvidarnos de si valoran o aprecian nuestra ayuda. Las personas que caen en vicios que les dominan es porque quizás no tengan la fortaleza de carácter que nosotros, pero por eso mismo necesitan ayuda y no desprecio. Debemos rechazar el pecado pero tener compasión por el pecador, si no lo hacemos así, podemos ser como él.
            El aspecto de separatividad que muchas personas tienen se muestra de muy diversas formas en la vida diaria. Unos desean mandar sobre otros; otros se meten en la vida de los demás; otros quieren que la gente haga lo que ellos desean; otros desean tener preferencia, y otros imponen sus ideas o sus planes a los demás porque creen que lo suyo es lo mejor. Estos aspectos de separatismo no son buenos pero peor es el que trata de separase de las personas “malas” o “inferiores” sin saber que, al fin y al cabo, nosotros somos parte de ese gran todo que llamamos humanidad y que todos tenemos que evolucionar. El superior debe ayudar al inferior, el que más tiene debe dar al que menos tiene, el listo debe enseñar al ignorante y así sucesivamente hasta que llegue el día en que todos seamos iguales y todos vivamos como hermanos.
            La mayoría de nosotros somos tan egoístas como la lámpara que guarda celosamente su aceite porque cree que esa es su vida. Solo cuando la encienden es cuando descubre que hay otro mundo fuera de ella. Mientras nosotros permanezcamos en la oscuridad del egoísmo, del materialismo y de los placeres no podremos descubrir la luz que nos hará ver la verdadera vida superior. Lo mismo que la lámpara da su aceite a la llama para que alumbre, así nosotros debemos entregarnos a las obras que nos hacen más generosos, compasivos y fraternales para que el Alma alumbre nuestros destino.
            Si de verdad queremos tomar el camino más recto para elevar nuestra moral y nuestra espiritualidad, no solo debemos ser conscientes de lo que piensa la mente en cada momento, sino que debemos practicar el auto-sacrificio de “darse uno mismo” con nuestro servicio altruista y amoroso al prójimo. Cuando nos entregamos como auxiliadores y servidores del prójimo sin esperar nada a cambio estamos desarrollando el Alma y ayudando al mundo.
            La humanidad suele esforzarse en ser consciente de lo que hace solo cuando hace o piensa en algo importante, el resto del día su mente piensa lo que quiere sin control y emite deseos y sentimientos por doquier, buenos y malos y sin intención. Dijo Santa Teresa que Dios también está entre los pucheros, dando a entender que deberíamos ser conscientes incluso de las cosas pequeñas para, así, hacerlas bien o como si fueran para Dios. A la vez, sabiendo que Dios es Amor y que Dios es omnipresente, podemos entender que Sta. Teresa también pudo referirse a que todo se debería hacer con amor para así engrandecer la “Obra de Dios” Por tanto, basándome en mi experiencia, yo aconsejo tener siempre presente el sentimiento de hacer todo con amor o como si fiera para Dios; eso es realmente satisfactorio para el Alma.

HUMILDAD

            El poder es muy importante y motivo de ambición para mucha gente pero no para el humilde y sabio que sabe que su poder está en no buscar motivos de adulación o elogios. Muchos quieren ser los primeros en lo que ambicionamos, y en cierto modo es correcto, pero no lo es tanto cuando surge en ellos la vanidad, el orgullo o el complejo de superioridad. Quien aspira a superarse a sí mismo moral y espiritualmente no busca elogios ni recompensa cuando cumple con sus deberes y responsabilidades; no busca nada en los resultados excepto que su trabajo quede bien hecho y cumpla sus funciones respecto a quien lo utilice o se beneficie de él. Cuando nos esforzamos por hacer bien las cosas pequeñas es cuando estamos listos para hacer las grandes.
            Intentar expresar el bien siempre en pensamiento, palabra y obra, a pesar de las apariencias y las opiniones de los demás construye la buena voluntad y un hábito mental que nos traerá éxito y condiciones más favorables. Una manera de hacer el bien es observando y elogiando todo lo bueno que veamos en los demás, aunque tenga poca importancia. También es importante perdonar a quienes nos hacen mal y pedir perdón cada noche por el mal que hemos causado durante el día a la vez que nos proponemos no volver a repetirlo.
            Quien desee superarse a sí mismo debe comenzar por tener una conducta que destaque por su sencillez, por su humildad, por su dignidad y por su amistad. No debería mostrarse escandaloso, apresurado, maleducado ni maltratador de las cosas que le rodean y sí respetuoso para escuchar tres veces más palabras que las que hable. Tampoco debería ser ofensivo ni herir los sentimientos de los demás; ni participar en discusiones ni conflictos; ni ponerse a favor ni en contra de unos o de otros. Debe ser sereno, sencillo y pacífico entre los que les gusta el combate; callado y cauto entre los locuaces; equilibrado entre los excitados; comprensivo y tolerante entre los malévolos y servicial ante todos.
            Una de las primeras pruebas de quien está empezando a controlar su personalidad es cuando demuestra que puede ser amable, comprensible y tolerante con personas de diferentes caracteres, culturas y religiones pero no cuando uno espera que los demás hagan lo que a él le gusta o lo que él desea, o incluso que hagan lo que él hace. Para que los demás respeten nuestras ideas y nuestros gustos nosotros debemos respetar los suyos. Nuestro deber es ayudar a que otros alcancen su mejor medio de vida y a que puedan afirmar sus propias convicciones, pero nunca debemos de tratar de imponer nuestro modo de vida ni nuestras convicciones a los demás. No está bien señalar la disparidad entre lo que dice y lo que hace otra persona, es mejor apartar la mirada de los defectos de los demás y centrarnos en corregir los nuestros.
            El que solo se escucha a  sí mismo, el que solo valora sus ideas y el que no da importancia a los demás nunca podrá conversar ni tener una correcta relación humana. Hay que saber escuchar, y eso requiere prestar atención, entender lo que dicen los demás, comprender por qué nos dicen las cosas y colaborar con el silencio y la comprensión con lo que nos dicen. Escuchar es comprender y comprendernos. Quien escucha a otro tanto o más como a sí mismo, desarrolla la observación, la atención, la paciencia, el respeto y la capacidad de pensar humildemente.
            El perdón se debería tener siempre presente cuando hagamos un examen (cada noche) de nuestro comportamiento durante el día que acaba de terminar. El hecho de perdonar es científico y quien lo practica atrae las fuerzas espirituales de los mundos superiores que nos rodean. A la vez, impide que se formen pensamientos de odio, venganza y cualquier otro malintencionado y que lo llevemos a la práctica. El perdón es un aspecto del Alma que nos ayuda muchísimo en nuestro desarrollo personal. Hay que ser conscientes de que lo que vemos es así dependiendo de los patrones, conceptos, hábitos, etc. que cada uno de nosotros tenemos, por eso, donde algunos ven una ofensa o una mala intención, otros no la ven y no necesitan perdonar. Por otro lado, guardar rencor es como permitir que el enemigo se apodere de nuestra mente y de nuestros sentimientos para evitar que seamos felices.
Se dice en ocultismo que el mal es un bien en formación y, que el mal hecho por ignorancia de la Verdad no es mal porque no se ha alcanzado el verdadero conocimiento, pero también es cierto que nuestra conciencia nos advierte de lo que es correcto, verdadero o bueno y de lo contrario. Y es ahí donde nosotros, gracias a nuestra conciencia, buena voluntad y discernimiento debemos transformar las tentaciones o pruebas en peldaños para acercarnos a Dios. Si nos estudiamos a nosotros mismos y vemos que en nuestra naturaleza inferior o personalidad aún queda resentimiento contra alguien, debemos analizar ese sentimiento profundamente para llevar a la práctica el aspecto contrario. En cada vida debemos elevar todo lo que podamos el aspecto mental, sentimental, moral y espiritual de la personalidad; debemos desarrollar las capacidades del espíritu; (amor, compasión, altruismo, ternura, fraternidad, etc.) debemos, definitivamente, hacer la voluntad de Dios como si Él quisiera manifestarse a través nuestro. Por consiguiente, con cada tentación vencida, con cada prueba superada, con cada meta alcanzada, con cada acto de buena voluntad y con cada buena elección entre el bien y el mal, es como un peldaño más alcanzado para unirnos a nuestro Yo superior y para derrotar a la personalidad materialista. 
  
EL TRABAJO SOBRE LA PERSONALIDAD

            Nuestro deber es tener nuestra casa (la personalidad y el carácter) en orden y limpia de negatividades y no permitir que entre ningún intruso (críticas, malos deseos o pensamientos, etc.) para así poder hacer frente a las pruebas y tentaciones del destino, y para conservar nuestros ideales y vivir de acuerdo con ellos. Una vez conseguido esto, debemos acordarnos de la regla de oro que dice: “No hagas a otro lo que no quieras que otro te haga a ti.
            Se suele llamar fracasado a quien no lo intenta y a quien no persiste en sus objetivos. Si de verdad queremos tener una personalidad ejemplar moral y espiritual, debemos intentar una y otra vez eliminar nuestros defectos y desarrollar nuestras virtudes. Es necesaria la simpatía, el afecto, la tolerancia, ser servicial, etc., a la vez que hacemos desaparecer de nuestra vida el mal genio, la susceptibilidad, la crítica, la injuria, el egoísmo, etc. Debemos hablar poco, cultivar el sentimiento de amor, y razonar y ser conscientes de lo que vamos a decir antes de hacerlo. Olvidarse de uno mismo para pensar en cómo podemos ayudar a los demás debe ser una de nuestras reglas, pero no de vez en cuando, sino siempre.
            Cuando dejamos de criticar, de juzgar o de injuriar; cuando nos quitamos la costumbre de hablar maleducadamente de forma que causamos dolor, menosprecio y malos pensamientos a otros; y cuando nuestra falta de sensibilidad y bromas (aún sin intención) hiera a los demás, entonces seremos un ejemplo entre las personas que nos rodean.
            La voluntad domina a la mente y ésta a los deseos y a las emociones pero todos sabemos que un ataque de ira, de celos o de cualquier otra pasión comienza por pensar y dar vueltas a ese pensamiento hasta que la razón no tiene poder sobre la pasión. Estamos tan controlados por los deseos y las pasiones que creemos que son parte nuestra y por eso no las consideramos ajenas hasta que actúan de forma descontrolada o violentamente y nos impulsan a la acción. Si estuviéramos atentos a lo que piensa nuestra mente y a nuestros sentimientos, siempre tendríamos la oportunidad de dejar de pensar o de razonar la pasión que en un momento dado nos inunda. Solo cuando ha pasado la tormenta nos damos cuenta de la realidad y decimos “ese no soy yo.”
            Nunca deberían salir de nuestros labios palabras sin control, que hieran, calumnien o hagan daño a los demás; más bien deberían ser de amabilidad, de estímulo  de compasión, de ayuda y de servicio. Casi podríamos decir que es un pecado el mucho hablar si no hay una buena intención porque, si no es así, pocos buenos resultados tendrá la conversación. Nuestras palabras deberían ser como el incienso que asciende hacia las alturas afectando a todo aquel que está a su alcance. Si nuestras palabras son de amor y verdad alcanzarán a todo el que esté en disposición de comprenderlas, pero no al de bajos deseos y malas intenciones. Usar la boca para la murmuración ociosa, la difamación y la calumnia es uno de los peores pecados; y quien usa su lengua a modo de espada, así mismo será tratado cuando llegue el momento.
            Quien es malévolo y necio todo lo ve bien hasta que lo que hace da sus frutos, pero cuando madura la fruta es cuando sufre las consecuencias. El necio que sabe que lo es puede hacerse sabio pero el necio que piensa que es sabio es verdaderamente un necio. Cuando un necio conoce a un sabio descubridor de tesoros y le llama la atención y le señala sus defectos, debería dejar que le aconseje y le disuada de sus errores para hacerse amigo suyo. Pues, un solo día con una persona virtuosa y sabia vale más que 100 días con un necio de baja moral.
            No deberíamos hablar impulsivamente ni actuar agresivamente porque sus consecuencias son siempre negativas y sus efectos nos alcanzan. Tampoco debemos pensar que el mal no encontrará cobijo en nosotros porque igual que un recipiente se llena gota a gota, así el mal se acumulará en nosotros por poco que lo practiquemos. Ni en el cielo ni en la tierra estaremos nunca a salvo de las consecuencias de nuestros malos actos. Quienquiera que buscando su felicidad daña a los que también la buscan, no la obtendrá ni siquiera después de la muerte.
            Quien de una manera ligera ve las faltas en los demás y las interpreta a su manera y las difunde como le viene en gana, poco favor hace al prójimo y es muy posible que esconda hábilmente las suyas. Fácil es la vida del sinvergüenza que calumnia, del impertinente, arrogante y despectivo, pero igual que el óxido en el hierro se come a sí mismo, también esa persona llegará a ser repudiado por los demás. Debemos comprender que nosotros somos los creadores de nuestra felicidad o de nuestra desgracia; nosotros somos nuestros propios protectores y nuestros propios refugios.
            Es muy común que en nuestras relaciones con amigos, vecinos y seres queridos surjan malentendidos, confrontaciones, malos sentimientos, críticas, insultos y desilusión, entre otros. Pensamos mal sobre ellos y les culpamos de hechos que a veces no son tal y, en definitiva, creamos resentimientos e ideas para justificar nuestras actitudes. Si analizamos cada problema descubriremos que, generalmente, nuestro “enemigo” ha dado en algo que nos molesta o en alguna debilidad nuestra al igual que le ocurre a él. Por tanto, la mejor solución para todos es el perdón que reconoce un problema común y promueve la amistad y la fraternidad. El perdón es producto de la fortaleza espiritual de cada uno y nos identifica con los demás seres humanos y con el espíritu del Amor.
            Desde que nacemos traemos con nosotros cierto temperamento que  se irá complementando con lo que aprendemos y con los resultados de cada experiencia. Si todo esto es bueno caminaremos por nuestros propios medios y sabremos elegir entre el bien o el mal, entre lo correcto y lo incorrecto. Pero si no es así, nos dejaremos arrastrar por los deseos, los placeres y las circunstancias, y entorpeceremos nuestro desarrollo interno. Está equivocado quien crea que la vida es un conjunto de hechos circunstanciales, repetidos o inútiles que no llevan a nada y que nos traen más dolor que felicidad. Cada instante y cada acontecimiento de la vida nos ofrece la posibilidad de darle un significado especial del cual podríamos extraer algún beneficio si ponemos discernimiento y buena voluntad. De todas las experiencias podemos sacar un beneficio y gracias a todas podemos evolucionar.
            Sabemos que estamos gastando energía vital durante todo el día, bien sea físicamente o bien a nivel mental y emocional. Prueba de ello es, por ejemplo, cuando una persona se descontrola y expresa ira y violencia, entonces puede terminar agotado. ¿Cómo gastamos nuestra energía? ¿Qué pensamientos y sentimientos creamos? ¿Cuántas veces nos enfadamos y qué motivos tenemos para ello? ¿Nos ponemos en el lugar de los demás para comprender su actitud y su situación? Los pensamientos constructivos y los deseos y sentimientos expresados con buena voluntad no solo gastan poca energía vital, sino que además llenan nuestra aura de vibraciones similares. Lo que más energía gasta es el trabajo físico, así es que, hagamos sólo el que sea útil para nosotros y para los demás y el que sirva para mantener el cuerpo en buen estado de salud física y mental.
            ¿Por qué tenemos que progresar mental, moral y espiritualmente? Esta pregunta se la hacen muy pocos y menos aún los poco evolucionados que se identifican con la vida egoísta y materialista que les impide ver que la felicidad está en  el trabajo interno. Es necesario esforzarse para desarrollar virtudes que nos ayuden a superar las pruebas y tentaciones del destino que nos hacen dependientes de los demás y de las circunstancias que nos rodean. La dependencia o identificación con los problemas, frustraciones, preocupaciones y malestares, entre otros, es lo que hace que expresemos deseos y emociones que nos perjudican. De ahí la necesidad de controlar la mente y de auto-observarnos. Todo lo que somos es fruto de nuestra manera de pensar, de sentir y de todo lo que hemos hecho en el pasado. Deberíamos preguntarnos ¿Estoy contento con lo que soy? ¿Soy yo quien dirige mi vida o me dejo dominar por los deseos y los sentimientos o por las personas y las circunstancias?
            Quien piensa que no tiene suficiente capacidad y que está vencido, lo estará; quien piensa que perderá, ya ha perdido; quien no persiste no vencerá, y quien no cambia su estado mental para ver las cosas con optimismo, poco alcanzará. El éxito se alcanza con decisión, paciencia, persistencia y buena voluntad, y todo eso debe cambiar el estado mental de la persona para que piense a lo grande, ya que si piensa en pequeño se quedará rezagado. Piensa que puedes y podrás.
            El rencor no es sólo malo por ir en contra de las leyes divinas, sino que también lo es porque nos causa desequilibrio, ánimo de venganza y sufrimiento cada vez que pensamos en el mal que nos hizo determinada persona; por consiguiente, el rencor es peor que la ofensa recibida. Lo mismo que ayudar a los necesitados nos hace felices internamente, perdonar y olvidar las ofensas o el dolor que nos causan otros es aprender a vivir la vida espiritual. Lo mismo que al darnos cuenta de que nos hemos equivocado lo reconocemos, nos perdonamos y lo olvidamos, así deberíamos hacer respecto a lo que nos hacen como causa del rencor. Cuando una persona es misericordiosa no puede abrigar odio ni rencor en su corazón; más bien al contrario, es compasivo. Amamos cuando perdonamos, perdonamos cuando comprendemos y comprendemos cuando actuamos con misericordia.
            Si queremos comenzar bien el trabajo de imponer las virtudes del Alma sobre la personalidad debemos profundizar y analizar los aspectos personales que nos dominan, es decir, la mente, las emociones, los deseos, el uso que hacemos del cuerpo físico y la palabra. Es  conveniente tener esto claro, un sentimiento puede hacer pensar a la mente por sí misma cualquier cosa, (buena o mala) y la mente puede impulsar al cuerpo a la acción física o a hablar bien o mal de acuerdo al sentimiento. Los aspectos de la personalidad se combinan y se expresan de diferentes formas como, por ejemplo, algo que nuestros ojos perciben nos hacen pensar en determinada línea y ese pensamiento hace que surja una emoción que se puede quedar ahí o nos puede hacer que actuemos físicamente. Por eso se suele decir que mientras el ser humano no obtenga el control de la mente y la aplique sobre sus deseos y emociones, no vivirá la vida sino que más bien la padecerá.
Podríamos pensar que si no hubiera obstáculos conseguiríamos nuestros objetivos mucho más rápidamente que lo que los hacemos,  pero lo cierto es que los obstáculos tienen cosas a favor y en contra. De forma general, los obstáculos hacen que desarrollemos la inteligencia para superarlos, que razonemos profundamente para analizarlos, que desarrollemos la voluntad para vencerlos, que aprendamos de ellos para luego elegir lo correcto o lo incorrecto en los asuntos de nuestra vida, etc. etc. etc. En las personas egoístas y materialistas, los obstáculos deberían hacer ver que, aun superándolos, no van a encontrar nada más que materialismo que, a la larga, no causa felicidad ni satisface internamente. Por otro lado, cuando llega su muerte, terminan dándose cuenta que no pueden llevarse nada y que han desperdiciado toda su vida para no encontrar nada que satisfaga a su Espíritu. En los que comienzan a esforzarse por gobernar su personalidad (no crear malos sentimientos y pensamientos, no actuar mal contra nadie y no utilizar la palabra para ofender, injuriar o criticar al los demás) los obstáculos deben servirles como aliciente para volver a intentarlo después de cada fracaso, desarrollando así el discernimiento, la persistencia y la voluntad en sus esfuerzos por despejar el camino para que se manifieste su Alma. En los que han ido un poco más allá, los mayores obstáculos son conocerse a sí mismo profundamente para, a continuación, actuar sobre sus diferentes aspectos personales) desde la conciencia del  Yo superior.
Nuestra conciencia debe estar presente en todo lo que hacemos y somos en todo momento; la mente debe estar controlada para que no se deje influenciar por pensamientos que  de nada sirven respecto al desarrollo interno; la palabra debe ser controlada para no hablar por hablar sino mantener silencio y hablar con consciencia y buena voluntad. Así y solo así dejamos de crearnos obstáculos y vencemos definitivamente las pruebas y deudas del destino que traemos del pasado.
Cuanto más personalidad seamos más defectos tenemos y más nos manifestamos con, por ejemplo, cólera, odio, impaciencia, estrés, etc. Esto quiere decir que si no nos hacemos conscientes de ello como el verdadero Yo, nos buscaremos problemas, sufriremos o tendremos confrontaciones como una cosa natural de nuestra vida. ¿Quién no ha visto a alguien descontrolarse y discutir por cosas sin importancia? ¿Quién, por algún problema o circunstancia, no ha perdido los estribos y ha manifestado ira? ¿No es cierto que nuestra personalidad contiene muchos yoes negativos que no controlamos porque creemos que son parte nuestra? Cuanto más descontrol, más sufrimiento por cosas sin importancia o por hechos que se pueden solucionar de otra forma, pero lo peor es que la personalidad cada vez se hace más fuerte. La gran diferencia entre la personalidad y el Yo es que el Yo no actúa de forma instintiva o  automática ni por costumbre sino que observa desde fuera de los  hechos y utiliza la mente para expresarse con discernimiento.
La lucha contra los aspectos que forman la personalidad debe ser constante para que cada día sea de mayor consciencia. Los ataques y tentaciones de las emociones y pasiones son persistentes y en forma de yoes que intentan imponer su gobierno dentro de nosotros o incluso dominando a la mente para que piense en ellos. Estas pruebas, tentaciones y ataques pueden venir principalmente por los sentidos pero si no interferimos estas sensaciones, su efecto será peor porque una vez dentro son más difíciles de doblegar. Por ejemplo: Una persona se puede hacer celosa por el simple hecho de pensar mal sobre su esposa que habla mucho por teléfono con sus amigas o compañeros de trabajo. Si a ese primer mal pensamiento se le da importancia (se le deja entrar) y dejamos que la mente lo engrandezca, nacerán los celos, y cuanto más y peor piense la persona más celoso será llegando incluso a poder actuar físicamente. Por el contrario, si lo observamos sin darle importancia y sin permitir que la mente piense mal, o incluso haciendo que no piense en ello, no solo evitaremos que se formen los celos sino también mucho sufrimiento por su causa.
   
ANHELOS

            El hombre suele anhelar egoístamente todo lo material con tal de disfrutar de los placeres y de obtener poder. Sin embargo, si de verdad queremos ser un ejemplo de vida ante los demás, debemos anhelar:
1º.- El amor que abarca a toda la humanidad y que es del Alma.
2º.- La riqueza que consiste en servir a los demás siempre que podamos.
3º.- El poder que nos puede ayudar para elevar en todos los sentidos a los demás.
4º.- Y fama ninguna, excepto aquella que pueda surgir del hecho de predicar estas verdades que ayudan a vivir en la verdad y a superar los sufrimientos que nos traen todos los defectos personales.
            Cuando uno decide transformar su carácter y su personalidad se hace consciente de que la vida está llena de halagadoras tentaciones que nos ponen a prueba constantemente para ver qué camino escogemos entre hacer el bien o el mal o entre ser egoístas o altruistas. Por eso, estemos estudiando, trabajando o donde nos encontremos, deberíamos preguntarnos: ¿Estoy haciendo algo verdaderamente importante como para que mis obras sean un ejemplo de superación para los demás? Si somos conscientes de nuestras actitudes y expresiones y procuramos ser compasivos y amorosamente serviciales pensando en el mundo y no en nosotros, seguro que sí.
            Todo lo que logramos es a través del esfuerzo. De hecho, siempre estamos esforzándonos cuando deseamos algo, pero para obtener buenos resultados nuestro esfuerzo debe ser  hecho de forma inteligente y razonada. El esfuerzo es la moneda de cambio para obtener algo a cambio. Todo les llega a quienes se esfuerzan y quienes lo hagan con sinceridad obtendrán los resultados que buscan. Si el motivo para alcanzar los objetivos es sincero y honrado habrá recompensa, pero si desea poder para imponerse o para imponer su “verdad” sobre los demás, el resultado será fatal porque no ha sinceridad. Cuando alguien, en su anhelo, se esfuerza por ser inteligente u obtener conocimientos para ayudar e iluminar a los demás, entonces obtendrá el poder que busca porque es sincero.
            Lo mismo que un niño que empieza a andar da más importancia al deseo de superación que a las caídas, así nosotros debemos dar más importancia al desarrollo de la buena voluntad y de las virtudes morales y espirituales que no a los fracasos y a los impedimentos de la vida. Los problemas, los sufrimientos y las circunstancias son los que nos hacen superar nuestras imperfecciones y nuestros errores, y son los que fortalecen nuestro carácter para poder hacer frente a otros retos futuros. El hecho de superar los retos de la vida por medio del discernimiento y de la voluntad evita el sufrimiento de la desesperación y de la importancia y nos fortalece como se fortalece un músculo cuando se ejercita repetidamente. Todos tenemos ese “algo” interno que nos impulsa a anhelar nuevos y elevados ideales, pero quien utiliza esa fuerza interna para lo contrario no puede esperar ayuda del Alma.
            Generalmente, creemos que el sentido común es tan común que si se utilizara más, las personas resolverían todos sus problemas, pero ¿lo utilizamos nosotros igual que lo aconsejamos? El sentido común definido como juicio sano, práctico y responsable no puede nacer de una personalidad desequilibrada y malévola porque, ante todo, la mente debe estar tranquila. Solo con un poco de control de  la mente sabremos escuchar las sugestiones del sentido común. Pero, como todos sabemos, nuestra mente está en todo menos en la conciencia de uno mismo, y eso produce enfados, distracciones, apasionamientos, etc. Esto impide que pensemos claramente y que nos demos cuenta de lo que estamos haciendo y por eso cometemos errores que en otros señalamos. El sentido común produce confianza propia y desarrolla el discernimiento que necesitamos para solucionar los problemas y obtener el éxito.
            Ya hemos visto que nosotros, normalmente, no somos conscientes de lo que piensa nuestra mente aunque sabemos que es parte nuestra. Nosotros actuamos condicionados por el pasado, por la sociedad, las costumbres, los hábitos personales, etc. y, además, solemos actuar de forma instintiva y automática. Esto ocurre precisamente porque no concentramos ni observamos a la mente. Si además de ser cada vez más auto-conscientes de lo que somos, pensamos, sentimos y hablamos, conseguimos condicionarnos a nosotros mismos de una forma positiva, tendremos la oportunidad de favorecer un poco más el trabajo interno. Esto no es otra cosa que la auto-sugestión voluntaria por medio de ideas elevadas. En este caso se trata de introducir una idea y repetirla de vez en cuando conscientemente para que se originen una serie de sentimientos positivos que se instalarán como hábitos a la vez que van anulando los condicionamientos del pasado que no controlamos. Pongamos por ejemplo la frase bíblica: “El amor es inagotable”. Si la repetimos mentalmente de una forma concentrada, o sea, consciente, tendremos la oportunidad de proyectar sentimientos de amor y de razonar su significado desde el punto de vista de que por mucho amor que estemos dando en todas nuestras expresiones, nunca se acabará.
Estamos en un estado evolutivo en el cual los bajos deseos, el materialismo y los sentimientos negativos dominan a la mente y la llevan a pensar en lo mismo una y otra vez sin que lo percibamos. En la mayoría de los casos somos tan inconscientes de la interno que no nos damos cuenta de los hábitos que nos dominan, de cómo nos afectan las circunstancias y de cómo los condicionamientos nos llevan de un lado para otro y nos hacen sufrir sin que nos paremos a pensar cómo y por qué ocurre eso. Es más, parece como si disfrutáramos manifestando esos malos sentimientos, y criticando, mintiendo o siendo apasionados como animales. Pocas veces nos damos cuenta  lo suficientemente pronto como para imponer la voluntad sobre la mente y discernir hasta el punto de no dejarnos llevar por toda esa negatividad que hemos acumulado en nuestro interior desde que éramos niños. Es necesario que aprendamos cómo funcionamos y cómo, gracias a la voluntad, podemos cambiar todas esas negatividades para comenzar a ser una persona nueva con toda una serie de virtudes. Nadie ha progresado nunca (en el más elevado sentido de la palabra) mientras ha sido una marioneta de sus deseos, de sus emociones y de su cambiante  e inestable mente.

            Como complemento de estas instrucciones recomiendo realizar el siguiente ejercicio que ya aconsejé en otra pequeña obra mía. 

ACTUAR EN NOMBRE DE....

            Se trata de identificarnos tan profundamente con un elevado ideal de nuestra propia creación que a la hora de actuar sea él quien actúe por nosotros. Este ejercicio nos puede llevar a ser un verdadero discípulo de nuestra Alma porque trata de adaptarnos al ideal, y de idealizar y encarnar esas idealizaciones en sentido práctico; es una “razón de vivir” en el mundo espiritual que nos da seguridad y confianza propia.
            Se trata de que, ante cualquier situación, sea del carácter que sea, debemos saber elevarnos en la conciencia a lo más elevado de nosotros mismos para actuar de acuerdo a ese modelo de acción que hemos creado. El modelo puede ser cualquiera, Buda, Cristo, etc. lo importante es que su espiritualidad sea una imagen perfecta para que podamos desarrollarla por medio de su influencia en nosotros. Nuestra actitud debe ser hecha siempre como reflejo de la actitud de ese ideal, esto es: Que Cristo pensará, sentirá y actuará por nosotros si le hemos elegido a Él como modelo. O sea, ¿Cómo actuaría Cristo ahora en mi lugar? ¿Cómo sentiría y qué pensaría? Debemos ponerle en nuestro puesto en todo momento, o dicho de otra forma, imitar la posición que tomaría Él en nuestro puesto.
            El ejercicio se hará por las mañanas o en horas de meditación. Debemos inspirarnos en Él para tenerlo siempre presente.     
Con estos métodos desarrollamos la concentración, la voluntad y la persistencia a la vez que espiritualizamos el carácter, sin embargo, el hecho más importante es que nos podemos crear un mejor destino. 
  
RELACIÓN CON EL ALMA

            Quien no sabe diferenciar la personalidad del Alma se suele quejar de que esa Alma o Espíritu no le ayuda a ser mejor pero, ¿Cuántas veces al día nos acordamos o nos preocupamos nosotros de alimentarla con nuestras buenas obras en pensamiento, palabra y obra? Si nos preguntáramos de vez en cuando ¿estoy alimentando a mi Alma haciendo buenas obras, no criticando ni juzgando, no pensando mal de los demás y no deseando mal a nadie? entonces comprobaríamos que no la alimentamos. Para atraer su atención y para que nos ayude debemos transformar la personalidad para que pueda ser utilizada como una herramienta de Dios en el mundo. Tan pronto como pongamos a trabajar a la mente en estos asuntos comenzaremos a sentir sus consejos.
            No podemos amar la causa de todo bien a menos que nos acerquemos a ella, y no podemos acercarnos a ella si no la amamos y nuestro amor nos lleve a ella. No podemos amarla sin sentirla y no podemos sentirla si no la creamos dentro de nosotros mismos. Para amar el bien debemos ser buenos y justos y dejar de vivir en  los aspectos del carácter personal, para vivir en lo divino de la humanidad y en lo divino e interno nuestro.
            Si analizamos nuestra situación en nuestra vida cotidiana y respecto a la naturaleza, nos daríamos cuenta de que tenemos motivos para estar agradecidos todos los días. Existimos porque tenemos una vida que procede de Dios; la belleza de la naturaleza que pocas veces observamos también es gracias a Dios; la cultura, la música, las bellas artes, la literatura o la poesía que otros han creado; nuestros amigos y personas queridas que están en nuestra vida, los reinos de la naturaleza; nuestro trabajo, nuestra economía, nuestras pruebas y tentaciones e incluso el mal que nos hace más fuertes y responsables; los alimentos y todo lo que utilizamos a diario y que nos viene por medio del trabajo de otros, etc. etc. etc. Por todo eso debemos dar gracias cada día a la vez que nos proponemos poner nuestro granito de arena para beneficiar a los demás.
            La inactividad no existe, estamos todo el día hablando y creando deseos y sentimientos de acuerdo a lo que pensamos, a lo que vemos y a la expresión de la voluntad. Solemos sentir dos “presiones” que nos llevan a actuar, una es la de la sociedad en que vivimos que nos obliga a cumplir con deberes y responsabilidades y a hacer frente a tentaciones, placeres, etc. La otra es la que sentimos internamente y que, sutilmente, nos guía a buscar una vida moral y espiritual más elevada. La presión externa actúa hasta tal punto en nosotros que nos expresamos instintiva y automáticamente la mayoría de las veces; la interna solo la sentimos cuando hacemos buenas obras o cuando el dolor y el sufrimiento nos afectan. La única forma de mantener el equilibrio, la armonía y la felicidad interna del Alma es utilizando la voluntad de forma consciente para hacer frente a todas las circunstancias de forma positiva.
            Así como entendemos lo que es blanco al compararlo con lo que es negro, también entendemos lo que es la ley gracias a sus efectos sobre nuestras vidas. No solo son justas las leyes del hombre civilizado que intentan hacernos comprender que no debemos actuar injusta ni malévolamente, sino que también las leyes divinas nos enseñan que cuando nos desviamos del sendero de rectitud estamos creando causas para que el destino nos ponga una serie de problemas y sufrimientos para superar. Si no fuera por esos problemas y por esos sufrimientos seguiríamos actuando mal y nos perderíamos en gran medida como se pierde el drogadicto que no sabe salir de la droga. Son las leyes las que nos obligan a reflexionar sobre nuestras actitudes y a tomar otro camino. No debemos malinterpretar ni quejarnos egoístamente de los efectos de nuestros errores, sino que deberíamos analizar detenidamente las causas que cometemos y que traen esas consecuencias.
            Tenemos la mala costumbre de fijarnos en los defectos de los demás para, a continuación, no querer ver ni tener en cuenta sus virtudes. Si nos hacen algo que no nos gusta o que nos perjudica en algún sentido, ni solemos perdonar ni queremos convivir o relacionarnos con esas personas. Entre nosotros puede haber envidias, malentendidos, rencores, etc., pero pocas veces olvidamos ese aspecto poco atrayente que despreciamos de nuestro prójimo para luego servir y valorar positivamente a su Alma. Debemos cambiar de forma de pensar, de valorar y de actuar respecto a los demás, su Alma es como la nuestra  e intenta enderezar a esa persona como la nuestra lo hace con nosotros.
            Una vez le preguntaron a Miguel Ángel que cómo creaba sus bellas esculturas y respondió que él no creaba nada y que lo único que hacía era quitar el exceso de mármol que cubría la verdadera creación de Dios. Algo similar ocurre con nosotros, en realidad somos un Alma, un Yo creado por Dios, pero está tan tapado por tantos pequeños yoes (odio, rencor, envidia, deseo de placeres, egoísmo, sensualidad, etc.) que le cuesta manifestarse. Solo lo hace como esa conciencia que nos intenta aconsejar y guiar cuando nos relajamos, cuando silenciamos la mente y cuando meditamos u oramos. La bella y perfecta escultura ya la llevamos dentro, ahora es nuestro deber eliminar toda la basura que la oculta para que el resultado de ese trabajo se convierta en virtudes y en una naturaleza similar al Alma con la cual nos identificaremos en un futuro.
            Las buenas palabras no son suficientes cuando nos proponemos acelerar nuestro desarrollo. Hablamos demasiado y de forma vulgar y sin razonar, y no nos esforzamos en trabajar para alimentar el Alma. Cuando todas nuestras expresiones y pensamientos son hechos conscientemente y con buena voluntad, estamos sembrando sobre tierra fértil, sin embargo, las palabras inconscientes y sin fundamento son estériles. Cuando nos ocupamos de las cosas de Dios, el diablo vendrá de vez en cuando pero no encontrará lugar donde quedarse, en cambio, si nos dejamos dominar por lo contrario a lo moral y a lo espiritual, cuando el Espíritu de Dios venga a visitarnos tampoco encontrará a nuestra Alma.
            Las creencias, las ideologías, las culturas y las religiones mal entendidas o mal interpretadas crean conflictos y enfrentamientos incluso dentro de ellas mismas. Lo mismo que el apego a lo material o al poder causa sufrimiento cuando se pierde, también los condicionamientos de los dogmas y creencias lo causan y traen lucha y miseria. Algo similar ocurre con el racismo y la xenofobia y quien lo practica no sabe que para entrar en el cielo hay que ser como un niño. El niño no tienen complejo de superioridad, ni orgullo de nada, ni conciencia de raza o de cultura, y quien lo tiene es porque en su hogar o en el ambiente donde se mueve se lo inculcan. Al niño no le importa jugar con niños de otra raza, cultura o religión, son los adultos quienes crean esos falsos valores y ambientes separatistas. Si todos nos quitáramos el rótulo de engreído, de superior o de otros similares, nos quedaríamos tan limpios de separatismo que solo se vería el Alma.

  
RESPECTO A LOS DEMÁS

            La sociedad actual sufre y tiene estrés por su trabajo, por sus preocupaciones, por sus problemas personales o porque no alcanzan lo que desean. Aunque es bueno resolver los problemas desde la responsabilidad y el deber, eso no debe afligir a la humanidad y menos aún alterar o desconcertar. Sin embargo, sí hay una cosa que el aspirante debe hacer suya y le debe preocupar, esto es: Las tristezas del mundo a causa del hombre, de las guerras, de las catástrofes, etc. Esas tristezas deben ser parte de él y hacer lo que pueda para ayudar o, al menos, pedir cada noche porque se encuentre una solución cuanto antes. Si dejamos de sentir compasión por estos hechos o no somos sensibles es porque no vamos por el camino correcto. Al perder el poder de la compasión se pierde la facultad de ayudar.
            Hay personas que se ofenden y deprimen fácilmente, son infelices porque les dominan las preocupaciones y las circunstancias, y se pasan el día refunfuñando y afectando con sus malos pensamientos a quienes les rodean porque les falta discernimiento y voluntad. Pero los que aspiran a controlar su personalidad deben saber que la felicidad de cada uno depende de cómo aceptamos todas estas cosas de los demás y de nuestras actitudes y respuestas ante las suyas. La actitud de los demás no nos debe de importar, (salvo en el caso de que le podamos ayudar) lo que nos debe importar es el hecho de no ofendernos ni preocuparnos y mantenernos en paz y en equilibrio ante lo que pueda venir de otros.
            Generalmente, las personas desean hacer amistad con gente buena, culta o incluso con poder, sin embargo, son muy pocas las que tratan con alcohólicos, drogadictos, mendigos, etc. y les consideran amigos. ¿Qué sería de estas personas si todos les rechazáramos? Si nos apartamos de ellos y les evitamos estaremos haciendo imposible su recuperación ¿haríamos lo mismo si fuera un hermano de sangre? Está claro que no es fácil ayudarles pero nuestro deber es intentarlo de alguna manera o a través de ONG y asociaciones. Cristo dijo que todo lo que hiciéramos por los demás es como si lo hiciéramos por Él, aquí tenemos una gran prueba para todos nosotros.
            “Respeta la vida como la respetan quienes la desean.” Esta regla debe estar presente siempre en quienes desean superarse a sí mismo, éstos deben saber que cuando se desprecia una vida (por pequeña que sea) se está despreciando parte de la vida universal de Dios. De aquí que debamos amar a todo ser viviente o, al menos, respetar su vida y no cortar su evolución. El necio o ignorante se guía por la forma  (el cuerpo) para despreciar la vida que la habita, y por eso nos apartamos incluso de las personas creyendo que somos superiores, lo que trae consigo el menosprecio.
            Las personas buenas y sabias tienen gran intuición hacia los que tienen dificultades o necesitan ayuda y por eso son compasivos y serviciales con ellos, es decir, actúan con ellos como si esas dificultades fueran suyas. Deberíamos tener presente que cuando rechazamos a los desgraciados, a los que delinquen y a otros muchos por haber caído en un pecado o en una debilidad, estamos actuando mal porque nosotros mismos podemos caer o quizas ya hayamos caído en ella. Es preferible abstenerse de ayudarles antes de rechazarles por no querer “manchar nuestra imagen” de limpios que tenemos sobre nosotros mismos.
            No es asunto nuestro acusar y juzgar a los que delinquen o a los que han caído en lo más bajo, sino todo lo contrario, debemos defenderlos como seres humanos que han caído en lo que no debían por las causas que sean. Es cierto que hay casos en que no podemos tener una relación directa con alguno de ellos, pero eso no impide que tengamos compasión y veamos que llevan una vida desgraciada. Por tanto, no miremos a los demás con la intención de criticarlos o juzgarlos sino para ver de qué manera les podemos ayudar y para tomarles como ejemplo de hasta dónde se puede llegar cuando uno se desvía de lo que es correcto desde el punto de vista moral y espiritual.
            El hombre susceptible y colérico es un esclavo de sí mismo. Es un esclavo de cualquiera que sepa encolerizarle o darle motivos para que piense mal, y es esclavo de sí mismo porque no se controla y anula la voluntad que representa a su Alma. No solo son buenos los ejercicios de concentración mental, de meditación o la oración para mantener el equilibrio interno, sino que también es imprescindible la auto-observación de uno mismo para ver cómo nos expresamos en todos los sentidos y el hecho de repasar cada noche las actitudes del día. También es necesario desarrollar el coraje y la voluntad para hacer frente a nuestras debilidades y para saber elegir lo que nos trae equilibrio y no descontrol.
            “Buscar el bien en todas las cosas y en todas las situaciones a pesar de lo adverso que pueda parecer” es uno de los principios que no deberíamos olvidar porque el hecho de buscar lo bueno construye una atmósfera mental que atrae lo bueno y lo más favorable para el individuo. La alabanza y valorar las virtudes del prójimo son otros aspectos de esa virtud del Alma porque promueve el buen deseo y la fraternidad. La práctica de estos aspectos lleva consigo el hecho de que se desarrolla el poder interno que nos intenta guiar y que tantas veces nos aconseja.
            La amistad es uno de los más nobles y humildes de los sentimientos porque se desarrolla en relación con el desinterés, el servicio al prójimo, la comprensión y la tolerancia. Su nivel moral está casi junto al amor porque la verdadera amistad lleva algo de amor. La amistad la practican los justos, los honrados, los sinceros, etc. porque la amistad no admite medias tintas, ni cálculos, ni aspectos fríos o sombras. Sin embargo, mantener una buena amistad lleva consigo sacrificios, valor, tolerancia, verdad y servicio desinteresado.
Es necesario erradicar los malos hábitos de pensar mal y de tener malos deseos y sentimientos para eliminarlos de nuestra memoria, y eso no puede ocurrir hasta que dejemos de alimentar esas imágenes guardadas fruto de las experiencias del pasado. Por ejemplo: Podemos enfadarnos por el hecho de ver o recordar algo que hizo una persona determinada. Está claro que lo que debemos hacer es cambiar esas imágenes por otras donde veamos algo positivo o donde evitemos juzgarle, y aquí entre en juego la regla de “Si queremos cambiar a una persona  debemos cambiar la manera de verla en nosotros mismos”. Es decir, si en vez de recordar el mal que una persona hace recordamos que es nuestro hermano, (que está evolucionado como nosotros) que tiene otras virtudes, que en un error puede caer cualquier, que hay que perdonar, etc., y guardamos esas imágenes para repetirlas con un toque de amor y fraternidad cada vez que la veamos o que nos acordemos de ella, estaremos cambiando a esa persona dentro de nosotros y a partir  de ahí no crearemos ningún mal sentimiento, deseo o pensamiento sobre ella.
  
USO DE LA VOLUNTAD

La crítica, la injuria y los malos pensamientos que despiertan malos sentimientos hacia los demás son uno de los mayores inconvenientes para el progreso moral y espiritual. Todos nosotros somos nuestros propios legisladores absolutos que nos creamos felicidad o tristeza con nuestras expresiones; somos los que decidimos cómo es nuestra vida y si en un futuro tendremos recompensa o castigo. Todo depende de saber hablar, decidir, opinar y pensar de acuerdo a nuestros más elevados ideales o lo contrario.
De nada sirve decir: “Voy a esforzarme por ser mejor persona” si luego no nos acordamos y nos comportamos como siempre lo hemos hecho. Debemos de recordarnos a nosotros mismos como poseedores de estos conocimientos para aplicarlos en todos los asuntos que llevemos a cabo durante el día. Deberíamos estar ansiosos de encontrar oportunidades para poner en práctica estas reglas morales y estos conocimientos espirituales. ¿De qué sirve hablar de estos conocimientos y normas éticas y morales si luego no se viven conscientemente ni se llevan a la práctica? Solo aquellos que viven estas enseñanzas progresan y reciben ayuda desde lo interno.
Quien tiene por costumbre criticar y juzgar sin consideración y sin control, y destruye todo lo que le viene en gana sin tener ningún fin, es como el que tiene una úlcera en el carácter. La crítica debe hacerse viendo la parte positiva y con el propósito de ayudar y no para enjuiciar o manchar la imagen de una persona por haber cometido un error o por no pensar como nosotros. Si sugerimos y señalamos faltas pero también sugerimos formas de mejoramiento y superación, se debe hacer sin sentimientos personales. La crítica constructiva que señala defectos y también la manera de superarlos es la base del progreso.
La naturaleza del Alma es similar a un campo donde hay sembradas infinidad de semillas de donde pueden brotar bellas y hermosas flores o solo hierba y otras plantas nocivas. Nuestra voluntad es el fuego de donde surge el calor que necesitan para crecer, por tanto, si nuestra voluntad es buena y fuerte hará crecer las bellas y hermosas, pero si la voluntad es dominada por las pasiones y los malos deseos y sentimientos, entonces no habrá control y se harán fuertes  las plantas malas que impedirán que crezcan las buenas. El objetivo principal del hombre es el desarrollo de la voluntad, de la mente y la purificación de los deseos y de los sentimientos.
¿Fueron hechas las cuerdas de un violín para que el hombre creara notas discordantes o para que creara armonía y nos deleitara con la música? Dicho esto podemos preguntarnos ¿Existe el mal para que el hombre se deleite con él esperando algún tipo de recompensa? Por supuesto que no. El mal es un cáncer en el desarrollo de la conciencia del hombre y en el progreso de la humanidad. El hombre no puede crecer en el mal porque éste es fruto de la falta de desarrollo y de la ignorancia. Cuando el hombre comienza a discernir y a desarrollar la buena voluntad, comprende que su deber es transformar el mal en bien porque, de todo mal se puede extraer algún bien.
                        Como ya he dicho, el verdadero Ser humano o Yo está por encima incluso de la mente y de la voluntad. Él está aprisionado y solo puede manifestarse como voluntad cuando la personalidad está en cosas y en hechos espirituales e intelectuales. Por eso, necesita liberarse de la maldad de nuestras palabras, deseos, sentimientos, pensamientos y actos como debe liberarse la semilla de la cáscara que la aprisiona para poder demostrar lo que verdaderamente es. Por mucho que analicemos una bellota no podremos ver el árbol y los frutos futuros que contiene si siguen el curso de la naturaleza. Así mismo nosotros no podremos desarrollar las virtudes y los poderes del Alma si no nos esforzamos y nos sacrificamos cada día por ser mejores ejemplos como hijos de Dios que somos. Solo así podremos liberarnos de la cáscara de la ignorancia y del egoísmo.
            Si quien desea cambiar su carácter y su personalidad observa cada noche los hechos, palabras y pensamientos que ha creado durante el día, se dará cuenta de que ha tenido muchas tentaciones o pruebas y que ha caído en ellas. Cuando las tentaciones surgen cada día solemos actuar como todo el mundo, dejándonos llevar por la respuesta más fácil, egoísta o emocional. Las tentaciones son pruebas que podemos enfocar como oportunidades de dominar a nuestra naturaleza inferior que nos lleva a actuar en contra de nuestro propio desarrollo. La superación de las tentaciones nos ayuda a madurar, a ser más responsables y a desarrollar la moral y la capacidad de ser más serviciales, compasivos y benévolos con los demás. Por estos motivos deberíamos estar siempre en guardia ante las circunstancias en que cada momento nos encontramos. Solo así no nos desviaremos de nuestros ideales a la vez que debilitamos lo negativo que hay en nosotros.
            ¿Cuán a menudo decimos la frase ¡no puedo! sin darnos cuenta de que estamos expresando falta de  determinación, de confianza, persistencia o deseo de hacer algo? El éxito en nuestra lucha interna y en todo lo demás debe partir de la esperanza, de la fe y de la aspiración a que todo salga bien; pero en el momento en que haya negación o indiferencia no conseguiremos nada. No aprendemos nada a menos que aprendamos. También el hecho de rehusar hacer algo o dejar que otro lo haga impide la superación, pero si reconocemos esto y nos obligamos a nosotros mismos,  nos sorprenderemos de lo que podemos realizar. Hay que tener confianza propia y pensar que “quienes pueden lo superan porque creen que lo pueden superar.”
            Un hecho a tener siempre presente es si nos hacemos vagos o utilizamos nuestro tiempo libre en disfrutar de los placeres dejando que nuestra mente se haga ociosa. Es preferible pasear mientras observamos lo que nos rodea antes que dejar la mente nula frente a la televisión, y es preferible hacer deporte o algo solidario y cultural antes que pasar el tiempo criticando o yendo a sitios donde empeoremos nuestra ética y nuestra moral. ¿Por qué contentarnos con ir a la deriva si podemos ver la vida como un desafío para nuestra propia superación? ¿Somos egoístas y perjudicamos nuestro cuerpo físico y nuestra mente con nuestras actividades o utilizamos nuestra voluntad y nuestra inteligencia para ser útiles a alguien o para crearnos nuevos y mejores hábitos? Seguramente que podemos ser mejores y dedicar el tiempo a cosas más útiles.
            Al definir un árbol no lo hacemos diciendo que es rama, fruto o flor sino que lo hacemos teniendo en cuenta principalmente el tronco, ya que sin él no hay árbol. Así ocurre con el hombre, éste no es solo el cuerpo físico o la palara, o los deseos, ni las emociones, y ni siquiera los pensamientos, él es todo eso bajo algo que se esconde (como la sabia del árbol) en lo más profundo y que es la Vida. De esa vida de Dios y de la firmeza y la estabilidad de la voluntad del Alma dependerá la calidad de los frutos del hombre y su progreso. Al igual que las raíces invisibles extraen su alimento de la tierra, el Alma debe evolucionar gracias a nuestras experiencias de la vida física. El Alma tendrá alimento y nosotros progresaremos si nuestros hechos, nuestros sentimientos y el uso de la mente están de acuerdo con las leyes divinas. Es decir, si amamos al prójimo, si servimos de forma desinteresada y si colaboramos con la sociedad para hacer un mundo más humano y más fraternal.
            La voluntad es una especie de energía que está conectada (en cierto modo) a la mente y, por tanto, cuando hay concentración y atención, la voluntad se hace consciente gracias a la mente, o sea, nos hacemos conscientes de todo y utilizamos la voluntad quedando ella por encima de todos los aspectos personales. Mientras vemos la televisión, normalmente de forma pasiva, no tenemos voluntad sino muchas pequeñas voluntades o yoes que, sin darnos cuenta, debilitan la voluntad del Yo y entretienen a la mente. Pero cuando surge algo que nos interesa y prestamos atención, nuestro verdadero Yo se expresa como voluntad consciente, una voluntad consciente que es la que hará posible el desarrollo espiritual interno que debemos alcanzar. Por consiguiente, cuando bajamos la guardia y surgen los instintos y los deseos, y la mente va de un lado para otro sin control porque tampoco tenemos las ideas claras, es cuando decimos que tenemos poca voluntad; lo que no significa que no se pueda desarrollar ni fortalecer.
            Hay personas que cuando leen estas instrucciones dicen: “Esto es muy difícil de llevar a la práctica.” Aparentemente así es, porque el simple hecho de intentar estar plenamente atento y consciente a lo que ocurre en nuestro interior ya cuesta un gran esfuerzo. Pero ¿Qué hace un ludópata para no caer en la tentación del juego si no es pasar de largo por la puerta del casino e intentar no acordarse del mismo? Cuando no queremos hacer o caer en algo simplemente lo evitamos, por tanto, si vivir emocional y mentalmente en el pasado hace que sigamos actuando siempre igual y que nuestra vida sea monótona y negativa para el desarrollo ¿Por qué seguir viviendo según las adicciones emocionales, los hábitos mentales y el mundo circunstancial que nos rodea si podemos cambiarlo desde dentro? Sabemos que ante determinada circunstancia surge la emoción del resentimiento (porque en el pasado ya ha ocurrido otras veces) y la dejamos actuar e incluso colaboramos en su desarrollo con pensamientos de esa índole, por tanto, lo único que hacemos así es tener más de lo mismo.
La vida del común de la humanidad está compuesta de pequeños hechos o incidentes que forman la base de su existencia, son pocos y raros los hechos o circunstancias especiales y, sin embargo, nos cuesta mucho mantener el interés y el entusiasmo y estar atentos a los hechos y a las circunstancias para poder extraer el mayor provecho de todo ello. La rutina y la monotonía hacen que desperdiciemos la mayor parte de nuestras vidas al no prestar la suficiente atención y meditar cada momento u oportunidad de progreso. Así es que, podríamos decir que el mayor mérito del hombre consiste en mantener el interés, el entusiasmo y una integridad espiritual  en medio de la rutina, y en mantener la armonía y un perfecto equilibrio respecto a los pensamientos y las emociones que tanto nos afectan derivadas de las circunstancias y de los problemas que surgen en nuestro destino. Por tanto, sabiendo que las pruebas para el desarrollo espiritual proceden de las actividades diarias y no de determinados hechos extraordinarios, no nos queda más remedio que admitir que sólo la fortaleza interna del verdadero Yo nos puede ayudar a encontrar dicha armonía y dicho equilibrio. Son muchos los aspirantes espirituales que han fracasado en su búsqueda de la Verdad por falta de interés y de entusiasmo, de hecho, nada extraordinario se consigue sin entusiasmo.
Un hecho “fortuito” nos afecta y nos entristece, nos vela la auto-consciencia, ¿por qué? porque no hemos aprendido a verlo como algo ajeno (sin identificarnos con ello) y porque reaccionamos contra ello sin darnos cuenta que ese yo de la tristeza nos está cegando la conciencia superior que nos permite ver las cosas como en realidad son. Y lo peor es que no nos damos cuenta porque esa reacción constante la hacemos tan inconscientemente y tan automáticamente que creemos ser todo lo que nos afecta. ¿Por qué algunos reaccionan de diferente manera ante unos mismos hechos? Porque su estado de conciencia es superior gracias a que han trabajado de forma atenta y despierta durante mucho tiempo. Nosotros no podemos cambiar la vida y los acontecimientos que la forman pero si podemos cambiar nuestro estado de conciencia para hacer las cosas de forma más pasiva en sentido de no identificarnos con los aspectos y hechos que forman nuestro carácter.
A veces culpamos a los demás o a las circunstancias de nuestros defectos y actitudes pero no queremos comprender que nadie ha invitado a todas esas negatividades del carácter nada más que nosotros. La inconsciencia y la ignorancia son nuestros puntos débiles porque facilitan el asentamiento de todos esos defectos. De ahí que tengamos que esforzarnos en fortalecer la voluntad para usar a la mente como foco de atención y como medio de trasformación. Con la voluntad y la razón podemos ser creativos de bondad, de amor y de buena voluntad en pensamiento, palabra y obra, y si esto se deja germinar en nuestro interior y se riega con la repetición, en su momento se convertirá en una nueva personalidad. Según sean nuestros deseos, sentimientos y manera de pensar así expresaremos lo que somos internamente, pero también, así atraeremos a una clase de personas o a otras.


LA AUTO-OBSERVACIÓN

Debemos hacer lo que consideramos que es recto, justo, moral y fraternal para los demás y no hacer lo que les pueda perjudicar. Es necesario analizar las consecuencias de nuestras palabras, pensamientos y actitudes, porque son precisamente esas consecuencias las que indicarán si se ha actuado con rectitud o no. No se trata de ver qué efectos tendrán nuestros hechos sobre nosotros sino en qué forma ayudan a los demás.
Muy pocos son los que dan lo mejor de sí mismos en el trabajo y menos aún los que en su tiempo libre se dedican a hacer algo para elevar su moral o para ayudar a los demás. Somos más partidarios de decir que lo hagan otros o que ya lo haremos más tarde. Si nos interesáramos por ser mejores y nos esforzáramos nos sorprenderíamos de los resultados. Desde el mismo momento en que tomamos la decisión de “cambiar para progresar” auto-observándo cómo hablamos, sentimos y pensamos, ya empezamos a ver los resultados.
Quien se apega  egoístamente al placer y al materialismo, y quien no es moderado y humilde y no controla sus sentidos, aunque asista a cultos y lea libros santos, si es negligente y no actúa en consecuencia, no obtendrá resultados. A través de la observación de uno mismo, de la disciplina, del autocontrol y de la rectitud en el obrar, encontrará la felicidad sea cual sea su estado social.
¿Por qué perseguir cosas mezquinas e inútiles? ¿Por qué vivir en la negligencia y en la mentira? ¿Por qué apoyar la maldad y lo que crea confrontación? Es muy fácil hacer todas esas cosas pero no lo contrario. El ignorante que por su falta de percepción desprecia la verdad, la sabiduría y la rectitud, está creando su propio sufrimiento. El mal lo hacemos nosotros mismos, en nosotros nace y nosotros lo practicamos, pero también es cierto que el mal nos moldeará como moldea la piedra a la joya preciosa.
Sabemos que hay maldad en el mundo, y eso es un gran inconveniente para el progreso de la humanidad, sin embargo, no solemos darnos cuenta de que el mayor inconveniente  está dentro, y no fuera, de nosotros. Podríamos decir que somos lo que pensamos y lo que sentimos puesto que lo externo está unido a lo interno por medio de la consciencia y de los sentidos. Son los sentidos (en cada presente o ahora) los que crean o presentan lo que vemos y con lo que nos relacionamos a la consciencia, otra cosa es que nosotros en ese momento estemos presente o, por el contrario, estemos dominados por otros aspectos de la personalidad (deseos, hechos pasados, malos pensamientos, etc.) Según lo que nos llegue del exterior puede generar diferentes reacciones en lo interior, bien sean buenas (amor, altruismo, cariño, amistad, etc.) o bien sean malas (envidia, resentimiento, crítica, odio, etc.) pero, tanto si genera felicidad como si genera sufrimiento, no cabe la menor duda que es un reflejo de lo que llevamos dentro. Por tanto y como ejemplo, en este caso, estaríamos vibrando en sintonía con lo que estamos viendo o viviendo. Y mientras siga manteniendo esa vibración y no la reconozca y transforme, seguiré formando parte de ese mal externo. De aquí la necesidad de actuar en consciencia en cada segundo para poder observarnos, transformarnos y ayudar a cambiar  el mundo puesto que el mundo es un reflejo del estado de conciencia que tengamos.
Para liberarnos de estos aspectos de la personalidad debemos dejar de identificarnos con ellos y con esa mente independiente que piensa por sí sola. Esos aspectos nos dan muy poca ayuda y, sin embargo y aunque nos hagan sufrir algunas veces, nos identificamos con ellos hasta tal punto que si nos los quitaran no sabríamos qué hacer. Para liberarnos de los aspectos negativos de la personalidad debemos eliminar cada momento de nuestra vida con la consciencia, y para eso debemos de auto-observarnos y preguntarnos ¿qué piensa mi mente? ¿qué deseos y sentimientos tengo? ¿estoy actuando o hablando impulsiva, automática e instintivamente y no soy consciente de ello? Lo mismo que muchas veces somos conscientes cuando oramos o cuando concentramos la mente para encontrar la solución de un problema, así deberíamos hacernos conscientes en todo momento de lo que somos y de cómo nos comportamos.
Cuantas más vueltas damos a los problemas más preocupaciones, miedos, inquietud, etc. podemos tener, y cuanto más sea así, más nos identificamos con esos problemas, con la mente y con los deseos o sentimientos que surjan. El resultado de todo esto es una vida de sufrimiento por no auto-observarnos con la consciencia de “sí mismo” en cada aquí y ahora. Deberíamos evitar esto no dejando a la mente pensar en el pasado ni en un posible futuro, excepto cuando tengamos que hacerlo voluntaria y conscientemente para resolver algo. Cuanto más actuamos como observadores de la mente más poder obtenemos sobre ella y más nos mostramos como en realidad somos.
  
LA RETROSPECCIÓN

La retrospección es el método más eficaz para transformar nuestro carácter, nuestra forma de ver la vida e incluso para cambiar, en parte, nuestro destino basado en nuestro comportamiento. La técnica es la siguiente: una vez acostado y relajado el cuerpo y la mente, hay que concentrarse en analizar los hechos del día, a modo de película, desde ese momento hasta que nos levantamos por la mañana (de ahí la importancia de la observación) externa y de la auto-observación propia)
Hay que intentar visualizar lo más fielmente posible los hechos ocurridos, los sentimientos o pensamientos que hemos tenido ante las personas y circunstancias; los actos impulsivos o inconscientes cometidos, etc., para comprobar si lo hicimos con buena o mala intención; si con sinceridad o falsedad; si egoísta o altruistamente; si nos esforzamos por ser mejores o no; si hicimos ofensas o causamos daños a otros; si perdonamos y fuimos compasivos cuando debimos serlo; si juzgamos o criticamos; si nos dejamos dominar por las pasiones y los vicios; si intentamos controlar nuestra mente para que no piense lo que quiera por sí misma; si cumplimos con nuestros deberes o lo evitamos; si vemos al sexo opuesto como objeto de placer o como hermanos/as; si damos de lado a otros por creernos superiores o si intentamos ver el lado positivo de las personas y de las circunstancias, entre otros.
Cuando vemos nuestros errores y nos arrepentimos de corazón a la vez que nos proponemos no volver a caer en el futuro, comprobamos que somos más felices, que actuamos con mejor voluntad y con más precaución, y que comprendemos mejor los hechos de nuestra vida. La retrospección nos hace humildes y benevolentes, nos hace más comprensivos y tolerantes con el prójimo; hace que disculpemos y perdonemos a los demás; y hace que nuestros errores se conviertan en la fuerza que nos impulsa para buscar nuestro propio desarrollo. 

PSICOLOGÍA Y METAFÍSICA MODERNA

INTRODUCCIÓN

            Son pocas las personas que meditan sobre quiénes son, sobre qué es la voluntad y qué poder tiene ésta sobre los deseos o los sentimientos, o quién es ese Yo que puede utilizar la voluntad según su libre albedrío. La filosofía oculta en el pasado y la neurociencia y la física cuántica hoy, afirman:
1º.- Que lo que percibimos a través de los sentidos llega en forma de impulsos eléctricos al cerebro; siendo este de la misma materia física o atómica que el resto del cuerpo.
2º.- Que en el cerebro se forma la imagen de lo percibido por los sentidos pero que nosotros no podemos ser el cerebro puesto que si lo fuéramos (al ser el cerebro de igual materia física del resto del cuerpo) percibiríamos con todo el cuerpo.
3º.- Que es la mente quien refleja la imagen formada en el cerebro pero que la mente no es física como tampoco lo son los sentimientos, los pensamientos ni la voluntad.
4º.- Que la única manera de definirnos (como Alma enfocada sobre su personalidad y sobre el mundo físico) es como voluntad y consciencia, y como seres intuitivos. Por tanto, al estar incluso por encima de la mente, no nomos el cerebro ni el cuerpo físico y ni siquiera la razón.
            Si todo el  universo se mueve, tiene vida y evoluciona, nosotros (como Almas) no podemos ser una excepción y, aunque ahora estemos manifestándonos en un cuerpo físico, en realidad somos parte de esa vida o manifestación de Dios. La única diferencia es que la propia evolución de cada Alma hace que pensemos que somos individuos con una conciencia propia separada de cuanto nos rodea.
            El hecho de analizar o meditar sobre algo demuestra que ese algo es ajeno a nosotros y que ese algo no somos nosotros. Si, por el contrario, queremos meditar o analizar el Yo separándolo de nosotros, no podríamos porque el Yo es la consciencia del “Yo soy” que analiza, medita y extrae el conocimiento de las experiencias. Aunque fuéramos capaces de poner al yo en un sitio aparte para analizarlo como a cualquier otra cosa  para demostrar que no es el verdadero Yo ¿Quién lo analizaría y lo demostraría?
            Como verdadera entidad espiritual, somos un centro sobre el que giran todas las influencias y circunstancias ajenas al Alma; somos una conciencia que es parte de la conciencia de Dios como es la “conciencia” de las células parte de la nuestra. Es en esa conciencia donde debemos centrar nuestra existencia y donde debemos situarnos para observar a nuestra personalidad y para estar “atentos” a todo lo que hace y a cómo se expresa. Observar al cuerpo físico como una herramienta, a los sentimientos y deseos negativos como algo ajeno a nosotros, y a los pensamientos (ajenos a la voluntad) como algo que entorpece nuestro gobierno sobre la mente, es la tarea que nos debe ocupar desde la mañana hasta la noche. Así el Yo obtendrá poder sobre ese conjunto de aspectos que yo llamo personalidad y nuestra vida será más interna y más armónica a la vez que podemos decidir cómo y cuándo expresarnos y responder ante las circunstancias. Dicho esto, pasemos a la teoría sobre la que yo recomiendo meditar seria y profundamente para luego llevarla a la práctica.

PRINCIPIOS Y ENSEÑANZAS 

1º.- Si decimos que la mayor parte del tiempo actuamos y respondemos como autómatas, no será admitido fácilmente por cualquier persona. En cada momento respondemos de diferente forma según sea lo que estemos pensando y sintiendo, según lo guardado en la memoria y en el subconsciente, y de acuerdo a lo que nos llega a través de los sentidos y a la escala de valores que cada uno tenemos. ¿Cuándo nos expresamos verdadera y conscientemente como un Yo? Si consideramos a los impulsos, instintos, emociones sin control, pensamientos automáticos, hábitos, etc. como pequeños yoes, (no nosotros como Yo o conciencia) podemos asegurar que nosotros respondemos siendo conscientes de lo que hacemos muy pocas veces al día. Son esos pequeños yoes los que nos llevan de un  sitio para otro ante cualquier circunstancia. Comprender esto y saber que nosotros somos un Yo solo cuando pensamos, deseamos, actuamos y hablamos con voluntad y conscientemente es dar un primer paso para cambiar la personalidad.
La personalidad es el resumen de todos esos pequeños yoes que impiden que se manifieste el Yo o Alma. Podemos afirmar, creer, ver, pensar o desear algo según lo que estemos percibiendo, pero al rato podemos cambiar de opinión porque otro yo nos habla más fuerte y más claro. Así es que, hay que analizarse como el Yo  (con consciencia e intención) para ver cómo y cuándo suplantan esos yoes a nuestra voluntad y a nuestra consciencia. Es decir, debemos preguntarnos y respondernos ¿Todo lo que hago o expreso, lo hago consciente y voluntariamente o lo hacen esos pequeños yoes y  yo no lo evito porque no me esfuerzo en ser consciente para cambiar la personalidad?      

2º.- El verdadero yo no es la mente, ni los deseos, ni las emociones, y ni siquiera vive en el pasado ni en el posible futuro. Creer que somos todo eso es lo que da poder a la personalidad formada por esos pequeños yoes. Cuando nos auto-observamos consciente e intencionadamente y nos separamos de la mente y de todo lo demás, es cuando “despertamos a la realidad” y dejamos de preocuparnos, de sufrir y de ver las cosas como la personalidad. La personalidad se entretiene con sus experiencias pasadas y en sus programaciones futuras, y goza o sufre con sus placeres, deseos, preocupaciones y problemas para que el Yo no esté presente. Cuando el verdadero Yo se hace consciente de que la personalidad sufre porque hay deseos o sentimientos activos a raíz de una preocupación o problema, él no participa sino que lo observa y lo deja pasar anulando así el sufrimiento para luego utilizar la mente y discernir hasta encontrar la solución. La personalidad no suele conocer directamente sino que se vale del instinto, de sus experiencias, de sus hábitos, y de juicios y opiniones. Por eso, si actuamos así podremos controlar y silenciar a esa personalidad instintiva y automática y nos haremos conscientes de nosotros mismos como Almas.

3º.- La práctica de la auto-observación de uno mismo trae como efecto la auto-consciencia, que es como recodarse uno mismo como Ser a través de la mente. La práctica para el desarrollo de la auto-consciencia bien puede comenzar por el análisis de las expresiones y de los aspectos de la personalidad (esos pequeños y falsos yoes llamados deseos, emociones, hábitos, impulsos automáticos, etc.) Si nos domina el yo o deseo de tabaco y nosotros un día nos auto-observamos y tomamos consciencia de que es malo, y decidimos expulsar a ese yo, lo primero que debemos hacer es observar y analizar cuándo y cómo surge el deseo y por qué la mente se deja dominar por él. A partir de ahí y una vez tomada la decisión de no permitir que la mente se involucre en ese deseo, debemos estar atentos para ver cuando surge el mismo para no permitir que la mente piense en ello y que, al contrario, deje pasar el deseo de largo. En estos casos es la atención plena y consciente, bajo el poder de la voluntad, la que debe centrarse en el “sí mismo” o Ser (olvidarse del deseo y no pensar en nada) para simplemente tener el sentimiento de existencia separada de todos esos deseos y pensamientos. Cuando un deseo fuerte como el tabaco domina a una persona hay que practicar otras cosas complementarias como podrían ser el deporte y la auto-programación imaginando que rechazamos el deseo sin esfuerzo y que el tabaco ya no nos domina.
4º.- La neurociencia actual ya ha confirmado la relación de causa y efecto que existe entre la mente, las emociones y el cuerpo físico. Tal y como dicen, tenemos unas sustancias químicas (neurotransmisores, neuropéptidos y hormonas) que con cada pensamiento hacen que el cerebro envíe unas señales químicas al cuerpo para que, a modo de mensajes sobre lo pensado, hagan que el cuerpo reaccione de acuerdo al pensamiento, confirmando así que el cuerpo y el pensamiento están en sintonía. De esta forma podemos comprender fácilmente que si creamos pensamientos positivos (amor, compasión, fraternidad, etc.) el cuerpo produce sustancias químicas que nos harán sentir bien pero que, de igual forma, si creamos pensamientos negativos (miedos, preocupaciones, etc.) también nos sentiremos mal. Está claro, pues que según sentimos el resultado de nuestros pensamientos volvemos a pensar de acuerdo a eso que sentimos como resultado de la acción de las sustancias químicas. Si esto lo aplicamos a los hábitos que nos hemos creado, nos daremos cuenta de que ha sido la repetición de una forma de pensar y de sentir lo que nos lleva a actuar casi de forma automática obteniendo siempre los mismos resultados. Es aquí donde cabe preguntarse ¿Hasta qué punto dominamos nuestros cuerpos y hasta qué punto es lo contrario? Lo cierto es que el 95 % del comportamiento y de las expresiones que tenemos a lo largo del día son resultado de esa personalidad fruto de todo lo que acabamos de explicar. De acuerdo con estas explicaciones, es fácil comprender que el verdadero Yo, como conciencia superior, apenas tiene oportunidad de expresarse y por eso se suele decir que está “dormido”.
5º.- Si alguien nos insulta gravemente o nos injuria, suele ocurrir que nos ofendemos o que incluso nos descontrolamos, ¿por qué? pues porque al llegar las ofensas a nuestra conciencia y al observarlas y pensar en ellas hemos entrado en el juego, es decir, nos hemos ofendido en vez de habernos mostrado indiferentes y no haber hecho ninguna clase de juicio u opinión. Si estamos atentos a lo que llega a la mente y lo observamos con indiferencia y ecuanimidad, no interferiremos y esas palabras pasarán de largo sin pena ni gloria. Pero si hacemos lo contrario sufrimos, y cuanto más dejemos a la mente enjuiciar y pensar en ello será peor. Ese interferir, enjuiciar u opinar (no ser ecuánime ni neutral entre el placer y el dolor o la atracción y la repulsión) es lo que se llama “resistencia” al objeto que llega  a la conciencia y por eso se dice que el dolor más la resistencia produce sufrimiento. Cuando uno actúa en cada “ahora” desde la meditación introspectiva comienza a comprobar que es más libre y que obtiene más sabiduría. Cuando nuestra vida está guiada por una “atención clara y profunda” obtenemos una comprensión más clara de la vida, no es que sea solo una herramienta contra la ignorancia y el apego, sino que también nos mostrará la manera más correcta de actuar para eliminar todo aquello que obstaculiza la actividad del Yo. De ahí la necesidad de discernir para distinguir lo correcto de lo incorrecto y de eliminar los contaminantes y las distracciones mentales.
6º.- Es imprescindible que comprendamos que la personalidad no somos nosotros, la personalidad está compuesta de muchos yoes que nos hacen inconscientes del Ser y de la  Verdad (envidia, celos, venganza, rencor, lujuria, etc.) Es esa personalidad la que nos hace sufrir y nos ata, por consiguiente, es necesario que quien comienza a despertar (quien comprende perfectamente estos conocimientos) comience a analizarla desde la posición auto-consciente de sí mismo. Lo mismo que el niño es inocente y las experiencias (según cada caso) y las enseñanzas de los padres le pueden hacer orgulloso, odioso o cretino hasta que a una gran mayoría de edad se da cuenta de que es un error y que no le ha traído nada más que problemas y enfrentamientos con los demás, así mismo el ser humano se creó esta personalidad (se durmió o se hizo inconsciente de la realidad) que le ha llevado al apego, al sufrimiento y a la falta de libertad. Cada vez que nos auto-observamos y analizamos, es como si quitáramos una capa de la personalidad para así dar paso a una nueva visión y comprensión que nos hará un poco más diferentes en nuestras actitudes y expresiones. Se dice que quien se apega a la vida y al materialismo puede alcanzar cierto éxito personal pero no se acercará nada al Ser y, por tanto, cabe preguntarse ¿y de qué me sirve si después de muerto no me es útil?
7º.- La forma de responder con un trabajo superior para acercarnos al Ser sería poner la otra mejilla, es decir, auto-control ante la noticia, auto-observación de nosotros mismos y auto-consciencia para reaccionar y actuar correcta y razonadamente para que nuestras causas no nos traigan efectos negativos en el futuro. Cuando  ante los acontecimientos cotidianos nos dejamos dominar por el mal humor y por otros aspectos del carácter, como normalmente hacemos, ese mismo estado de conciencia de dormidos o inconscientes del Ser y de la Verdad, nos puede hacer pensar que la vida solo es amargura y sufrimiento no dejándonos ver que cada hecho y cada circunstancia es una prueba, un efecto y una oportunidad de progreso. Nuestra vida, monótona o no, fastidiosa y sacrificada, o llena de hechos fuera de lo común, es la vida que nos corresponde, es la vida que hemos creado en el pasado con nuestra conciencia y estado de ánimo inconsciente, y por eso no debemos repudiarlo sino estar atentos a lo que acontece para reaccionar despiertos o de forma consciente.
8º.- Muchas personas podrían pensar que lo que dicen estos párrafos no es cierto porque “ellos saben bien lo que hacen”. De alguna manera tienen razón, lo que ocurre es que nuestro comportamiento está basado en nuestro carácter, hábitos, respuestas, automáticas y otros muchos aspectos que ya hemos visto. Casi podríamos afirmar que no somos libres como deberíamos serlo si no estuviéramos tan “dormidos”, es decir, tan dominados por esos yoes que forman la personalidad ¿qué es lo que lleva a una persona a odiar, a robar, a asesinar, a mentir…? Pues todo lo que ha conformado su personalidad y su memoria más la naturaleza que trae desde que nace. Luego entonces, viéndolo desde la realidad o desde el nivel del verdadero Yo ¿No estamos dormidos respecto a lo que deberíamos practicar y ser? Creemos que el poder y las pasiones son imprescindibles, cuando no es así; creemos que todo aquello que tanto nos satisface y nos causa placer es lo que nos trae felicidad, y no nos damos cuenta de que nos adormece más; creemos ser los mejores o que estamos por encima de los demás y no vemos que eso es lo que nos aleja más de nuestra meta. Es necesario ser auto-conscientes de todo y discernir respecto a las emociones, actitudes, palabras, pensamientos, etc. entonces comprenderemos que debemos de despertar al estado de conciencia del verdadero Yo.
9º.- La vida con sus experiencias son nuestros maestros porque podemos experimentar en cada acontecimiento, pero si no lo hacemos desde la buena voluntad y la consciencia moriremos casi con el mismo carácter que ya traíamos cuando nacimos. La vida nos domina con sus acontecimientos y la única manera de superarlos sin identificarnos con ellos es trascenderlos conscientemente y sin apego. Esto parecerá una tontería pero, si me molesto porque me han tocado o cambiado de sitio algo y al siguiente día me enfado con un conductor que me hace una mala pasada y así sucesivamente, puedo terminar actuando violentamente o dando gritos porque en vez de trascenderlo me he identificado con ello y me he dejado llevar por esos yoes que me hacen inconsciente de lo que verdaderamente soy. La persona consciente de sí mismo es equilibrada y nunca puede ser violenta, por eso debemos interiorizarnos y no permitir que los deseos y las emociones negativas nos dominen. Si no estamos expectantes esa negatividad nos adormecerá y sutilmente nos cegará para que no veamos que estamos otra vez dormidos. Es importante poner barreras cada mañana cuando nos levantamos haciendo una visualización de lo que debemos hacer durante el día pero de una forma consciente. Esta auto-programación voluntaria y consciente nos recordará cómo debemos actuar en cada momento del día. No es necesario que nos dejemos arrastrar por los malos pensamientos, deseos y sentimientos, si los observamos y los dejamos pasar no nos afectarán para nada.
10º.- Hay quien piensa que todos sus problemas se acabarían si sus circunstancias y su ambiente externo fueran mejores, pero están equivocados porque, como se suele decir, el hábito no hace al monje. Es cierto que el aspecto psicológico del hombre es importante e influyente pero, aunque cambiemos de forma de vestir o de peinarnos, o cambiemos de piso o de ciudad, o cambiemos de amigos y de diversiones, nada puede cambiarnos si no hay un cambio interno voluntario. Mientras sigamos siendo los mismos en la manera de pensar, de hablar, de sentir y de actuar continuaremos cometiendo los mismos errores porque seguiremos estando ciegos ante la realidad del Ser. Mientras sigamos en esa inconsciencia personal seguiremos atrayendo las mismas circunstancias y los mismos problemas porque nuestras respuestas siguen siendo las mismas. Algunos afirman que el dinero trae la felicidad  pero eso tampoco es cierto, primero porque es una felicidad temporal y segundo porque no es la auténtica felicidad interna relacionada con el Espíritu. El dinero no evita las preocupaciones, ni quita los disgustos, ni el rencor, ni el egoísmo, ni el deseo por el placer carnal o material. El dinero nos puede hacer feliz durante un tiempo porque es algo nuevo (si, por ejemplo, nos toca la lotería) pero no tardando mucho volveremos a ser los mismos aunque compartamos nuestro dinero o nuestros bienes materiales. Por tanto, no es el dinero ni los placeres de este mundo lo que debemos buscar sino la manera de identificarnos con nuestra Alma.
11º.- Solemos decir que ciertos hechos son como la gota que colma el vaso, y en este trabajo interno así es, tanto en lo bueno como en lo malo, pero fijémonos en lo malo. La persona que se molesta con un vecino que hace determinados ruidos a lo largo de la noche o que pone el volumen del aparato de música muy alto, es fácil que dé tantas vueltas a la cabeza que se obsesione, hasta que un día tenga un enfrentamiento serio con su vecino ¿Qué ha pasado? Pues que, como la gota que colma el vaso, el hecho de repetir el mismo pensamiento hace que pase a la acción. Y esto que mucha gente no sabe ocurre demasiado a menudo ¿y todo por qué? pues porque esa persona es inconsciente de sí mismo de que se está enfadando todos los días y de que se está obsesionando hasta el  punto de que no es dueño de sí mismo. Y si esto ocurre en la vía pública con otras personas y con hechos similares, puede ocurrir incluso que una persona termine en la cárcel o herido. Hay otro aspecto importante en este trabajo transformador de sí mismo, y es que con cada auto-observación consciente y con cada victoria, obtenemos más felicidad y más ayuda de nuestro verdadero yo. Hay una realidad “externa” y otra interna y nosotros debemos estar en la interna por mucho esfuerzo que nos cueste, esto es algo así como cuando queremos ser conscientes de lo que leemos en un libro apasionante y no podemos hacerlo porque tenemos  unas cuantas personas al lado hablando sin parar. Mientras no sepamos aislarnos de lo que ocurre a nuestro alrededor, mientras no aprendamos a dejar  pasar sin implicarnos todas esas cosas que nos dominan, y mientras no nos demos cuenta de que la inconsciencia de nuestra vida cotidiana nos ciega y nos hace autómatas, (porque no nos separamos de ella conscientemente) no aprenderemos a transformar nuestro carácter y nuestra vida.
12º.- Deberíamos tomar como ejemplo lo que algunos dicen de que nuestra mente es como un ordenador, en él está guardado lo que trae de fábrica para que pueda funcionar y para que se puedan guardar datos más las nuevas informaciones. Pero, ¿de qué serviría un ordenador a una persona que no sabe manejarlo? Sí, es cierto que con el paso del tiempo aprendería (lo que equivale al desarrollo de nuestra mente a través de una vida) pero qué pérdida de tiempo. Si a esa persona le pusieran un profesor para aprender lo básico ya tendría el conocimiento suficiente como para esforzase y progresar por sí mismo. Esa es la situación en la que se encuentra la mente de gran parte de la humanidad, ésta está aprendiendo a escuchar a la voz de la conciencia (el que debe manejar el ordenador) y está aprendiendo a concentrarse y a silenciar la mente para experimentar algo nuevo. Cuanto más nos identifiquemos con el operador del ordenador más aprenderemos a hacer cosas que ahora  nos parecen increíbles o maravillosas.
Si introducimos un virus en el ordenador lo inutilizaremos y perderemos el contacto con dicho operador, pero si nuestros trabajos son hechos con la mejor voluntad y basados en nuestros más elevados ideales, entonces el operador se hará notar más y nosotros estaremos más predispuestos a ponernos en su nivel. El ordenador es como nuestra mente con su correspondiente memoria, y lo que pueda salir de él siempre dependerá de lo que hayamos guardado en forma de deseos, emociones, pensamientos, etc. Si fuéramos capaces de estar atentos a nosotros mismos y a ser conscientes de todo lo que expresamos de cualquier forma, sólo guardaríamos lo positivo y, por tanto, solo podríamos expresar positividad. Olvidémonos de los condicionamientos sociales, los hábitos, los instintos y todo lo  demás, porque con voluntad persistente y por medio de la observación de nuestra manera de expresarnos, podemos ver dónde y cuándo hacemos mal en la forma que sea.
13º.- En nuestro interior tenemos la solución para todo, vivir plenamente conscientes y atentos nos libera de sufrimientos. Da igual que nos sintamos víctimas de alguien, que juzguemos a otro o a nosotros mismos, sea lo que sea, algo nos hace sentir una especie de sufrimiento dentro de nosotros, pero si se presta atención a esa sensación, la misma cambia y se encuentra una solución al problema. Observarnos internamente nos facilita una solución que deberíamos aceptar porque viene de un nivel superior al de la personalidad, pero cuidado, no debe transformarse en sentido de personalidad y de forma inconsciente como solemos estar casi siempre, la solución deber ser consciente para que lo personal no nos vuelva a hacer sufrir. Cuando observamos las creaciones y manifestaciones de la personalidad (sentimientos de agresión, envidia, crítica, etc.) no debemos identificarnos con ellas y hacerlo nuestro (como solemos hacer por medio de la identificación) porque entonces nos dominan y puede que incluso nos hagan llegar más lejos causándonos más dolor. Lo ideal es observarlo imparcial y atentamente, (como conciencia) para así desapegarnos y ver cómo desaparece.
Por lo general y cuando se sufre emocionalmente, se suele culpar a los demás o a las circunstancias, aunque estemos dominados por una emoción o por un deseo que nos hace sufrir solemos negarlo y aparentar que todo va bien a la  vez que vamos contaminando con esa vibración a quienes nos rodean. Cuando, a raíz de una prueba o problema, surge una emoción que nos aflige y  no la resolvemos a tiempo, deja dentro de nosotros su huella, una huella que, a su vez, aumentará todas las dejadas anteriormente contaminando así el aspecto emocional y la mente y causándonos más sufrimiento cada vez que afloren. Así es como ante los desafíos de la vida nos manifestamos como esas huellas que hemos dejado en nosotros antes (rencor, odio, enjuiciamiento, etc.) Y lo peor, es que por más que queremos eliminarlo de nuestra vida más nos cuesta y surgen cuando menos lo esperamos y a la menor provocación. La solución está en  absorberla cuando se manifiesta, ver cómo actúa esa emoción o huella y ver cómo nos influye porque estamos apegados a ella, entonces y mediante el desapego será como nos liberaremos para comprobar después que ya no tiene poder sobre nosotros.
14.- La forma en que hemos llegado a ser como somos es más o menos así: Si todo lo que hemos conseguido ser (forma de pensar, de emociones y deseos, hábitos, etc.) gracias a las experiencias y a las circunstancias que hemos vivido, lo tenemos en el cerebro a modo de base de datos. Significa que ante cualquier estímulo o impacto externo siempre vamos a responder de la misma manera porque estaremos activando las mismas redes y agrupaciones de neuronas. Así es que, podríamos decir que lo interno se refleja y crea lo externo (mismas respuestas y expresiones ante los mismos hechos, problemas y circunstancias) y lo externo siempre recibirá la misma respuesta de lo guardado en lo interno impulsándonos a actuar según lo conocido. Por consiguiente, podríamos decir que son los recuerdos y lo guardado en el cerebro lo que nos “recuerda” que debemos expresarnos y que debemos actuar de la misma forma. Lo que tenemos en ese procesador llamado cerebro representa quiénes creemos ser en relación al mundo que nos rodea, sobre todo porque nos identificamos con él. Es por esto que podríamos asegurar que en cada momento estamos creando las mismas circunstancias del pasado, y que cada mañana nuestro cerebro se conecta a su realidad para crear el mismo estado de conciencia de forma automática.
Cuando estamos plena y conscientemente atentos a lo que pensamos, sentimos y expresamos  como colaboración complementaria de la repetida visualización de la futura personalidad, el cerebro cambia como si ya se estuvieran produciendo los hechos. Cuando pensamos e imaginamos repetidamente algo, excluyendo todo lo demás, llega un momento en que el pensamiento se convierte en experiencia; a esto lo podríamos llamar “instalar una nueva configuración en las neuronas del cerebro.” Un pensamiento no es solo una vibración electromagnética que puede afectar a la mente de otros y que puede estimular emociones, sino que también crea en el cerebro una reacción bioquímica que genera unos neurotransmisores que después son enviados al cuerpo para que éste responda de acuerdo a lo que se está pensando (esta labor la hacen los neuropéptidos y las hormonas relacionadas con las emociones)
15º.- La ciencia ha demostrado que los genes (al igual que el cerebro) cambian y son influenciables según sean nuestras actitudes y experiencias. Esto quiere decir que nuestra vida no es totalmente predecible y que nosotros podemos alterar algunos genes durante la vida para que sean la base de futuras actuaciones. Los genes se activan por medio de señales químicas y cuando lo hacen expresan lo que representan creando diferentes proteínas. Es decir, cuando cambiamos de hábitos e incluso de carácter de una forma intencionada y repetitiva, lo que estamos haciendo es enviar nuevas señales a las células para que expresen nuevas proteínas y creen miles de variaciones en los correspondientes genes. Como podemos ver, de acuerdo con los estudios neurocientíficos, de igual forma que algunas partes del cerebro cambian, también cambian los genes. Ahora cabe preguntarse ¿Si yo fuera creador (consciente e intencionadamente) de toda una serie de expresiones mentales y emocionales nuevas y positivas, estaría creando un posible futuro mejor? Si cambiar progresivamente nuestro carácter hacia lo moral y espiritual se graba en algunos genes para que tenga unas consecuencias efectivas ¿por qué no se va a grabar si hago lo mismo con la imaginación y la visualización, viviendo y sintiendo lo que estoy imaginando?
16º.- El cerebro es similar al procesador y donde se instalan los programas en el ordenador, por eso tiene lóbulos, zonas, agrupaciones y conexiones de circuitos, cumpliendo todo ello sus funciones. Sabemos que hay personas que han hecho grandes cambios personales y de carácter en su vida, tanto para bien como para mal. Lo que indica que algo tiene que haber en ese procesador para que cuando una persona ponga voluntad y esfuerzo para cambiar, lo consiga. Nuestra intención es crear un nuevo programa (una nueva personalidad y posible nuevo futuro) y para ello debemos hacer un espacio en el cerebro para idealizar e imaginar una nueva forma de ser. El hecho de imaginar y visualizar un futuro con nuevas posibilidades donde nosotros estamos y experimentamos según el ideal que queremos desarrollar, ya hace que el cerebro cree ese espacio y que comiencen a formarse los nuevos circuitos, conexiones, etc. A su vez y como es razonable, el cerebro busca información dentro del conocimiento y de las experiencias guardadas para extraer o conectar lo que sea necesario con tal de crear esa nueva forma de pensar.
La clave para alcanzar el éxito está en idealizar algo superior y elevado, y para ello es importante visualizar y vivir como si ya estuviéramos o fuéramos lo que deseamos. También está bien que respondamos a nuestras propias preguntas de: ¿Cómo deseo pensar y ser? ¿Qué carácter desearía tener? ¿Cómo me comportaría yo y qué efectos tendría en esa nueva realidad? El simple hecho de responder a esas y a otras preguntas similares hace que el cerebro comience a funcionar de otra manera y a renovar los circuitos y las conexiones cerebrales con tal de crear esa nueva mente. Lo que significa que cuanto más cambiemos la forma de ser, de pensar, de sentir y de ver el mundo, más cambiamos el cerebro y nuestra vida. Repito, la clave es introducir más y nueva información, porque cuanta más información más conexiones se crean y más facilitamos ese cambio que eliminará el hábito que tiene el cerebro de activarse monótona y automáticamente.
17.- Existen dos ejercicios que son muy útiles a todo aquel que desea superarse a sí mismo, estos son: La auto-observación y la Retrospección. La auto-observación trata de —como acto voluntario— tener la consciencia en todo lo que hacemos, sentimos y pensamos, es decir, de estar “sumamente atentos” a nosotros mismos para no actuar incorrectamente, para no crear malos sentimientos y deseos, y para evitar que la mente no esté descontrolada. Sólo de esa forma podemos evitar hacer mal y que lo que venga del exterior sirva de estímulo para ese mismo mal. La retrospección trata de revisar mentalmente los hechos del día —desde que nos acostamos en sentido inverso hasta que nos levantamos ese mismo día— Debemos practicar la observación de lo que nos rodea y la auto-observación propia para hacer una verdadera retrospección porque de lo que se trata es de ver dónde, cómo y cuándo hemos hecho mal para tomar conciencia de ello y proponernos no volver a caer más, así como también ver las buenas obras y pensamientos del día para fortalecernos espiritualmente y repetir esas mismas acciones siempre que podamos. Por tanto, es en la vida diaria, en las cosas pequeñas que llamamos “sin importancia” donde debemos esforzarnos por extraer el conocimiento y el poder espiritual que nos llevará a despertar una nueva y más elevada conciencia.
 18º.- Ya hemos visto cómo cuando se aplica un conocimiento y se persiste en su práctica, sus resultados afectan a la conducta del individuo lo que, a su vez, crea nuevas emociones que formarán parte de la nueva identidad. El pensamiento no solo afecta de una manera superficial al cuerpo, como por ejemplo en el caso de recordar un hecho trágico o del de pensar en algo repugnante que nos puede causar nauseas, el pensamiento puede cambiar el cerebro y el estado de conciencia del Yo ¿o no es cierto que el simple hecho de pensar en el comportamiento de Francisco de Asís con los animales no nos hace sentir emociones y deseos de ser más bondadosos con los mismos? Entonces, si por pensar unos momentos de esa forma conseguimos sentir una serie de elevados deseos y emociones ¿no podríamos conseguir un estado de conciencia similar por el hecho de vivir y experimentar ese aspecto compasivo en nuestra vida diaria? Es decir ¿No podemos cambiar nuestro cerebro y esquemas mentales, eligiendo y llevando a la práctica todos los ideales y cualidades espirituales que conozcamos?
Conociendo el ideal o la virtud que queremos desarrollar y una vez puesta en práctica, el cerebro se encarga de crear un nuevo modelo de personalidad o realidad futura personal por medio de nuevas agrupaciones y conexiones de las neuronas. Dicho de otra forma, la práctica repetida durante más tiempo crea unos nuevos circuitos neurales relacionados con los hechos cuerpo. Un pensamiento genera un sentimiento o emoción, es decir cuerpo y mente se unifican para trabajar en una sola dirección. Por eso, desde el mismo momento en que una persona comienza este proceso para desarrollar una nueva virtud, ella misma comienza a cambiar porque, inconscientemente, está creando nuevos circuitos y conexiones cerebrales. Esos procesos neurológicos y químicos producidos por la mente y por las emociones terminaran reflejándose como nueva personalidad y llevando a cabo como una programación para el futuro y como, tarde o temprano, se consigue, (si se hace correctamente) está claro que hemos encontrado la manera de anticiparnos al futuro creando una nueva personalidad y una nueva realidad futura. Y digo una nueva realidad futura porque, además de la virtud, también podemos cambiar circunstancias y hechos importantes de la vida.
Cuando una persona decide, por ejemplo, no criticar ¿Qué hace? pues estar pendiente de lo que va a decir cuando hable de alguien. Eso mismo ocurre con nosotros cuando actuamos basándonos en emociones negativas del pasado, en hábitos y en respuestas automáticas e instintivas. Si queremos eliminar un defecto o una emoción negativa que nos domina deberíamos comenzar por observarla y preguntarnos ¿Qué causa en mí? ¿Qué pensamientos despierta? ¿cómo respondo yo y cómo me siento? Neurológicamente se sabe que las áreas del cerebro y sus circuitos y conexiones cambian cuando nosotros cambiamos la forma de pensar y de interpretar los hechos y las cosas, por tanto, si dejamos de admitir, recordar o sentir todas estas negatividades que forman ese yo inferior, estaremos olvidándonos de ello, y si a la vez, imaginamos creativamente una nueva y positiva entidad comportándose con nuevas maneras para crear un mundo mejor, estaremos creando nuevas áreas, circuitos y conexiones en el cerebro. Esto no significa que el pasado sea futuros que deseamos alcanzar, pero en el momento presente. Cuando más repetición y práctica más fortaleza tendrá el nuevo estado de conciencia y más reacciones emocionales surgirán como respuesta de forma automática. En definitiva, el nuevo estado mental formará hábitos relacionados con la virtud elegida, esto aumentará los cambios neurológicos y químicos y esto se llevará a la experiencia en el momento presente.
19º.- Los pensamientos, como es obvio, están relacionados con el cerebro, y las emociones y los sentimientos con el  a nivel biológico y genético. Pero como este proceso lo estamos
inútil porque, como sabemos, de las experiencias se adquiere conocimiento y de estos se adquiere la sabiduría, por tanto, siempre se extrae un beneficio. Es necesario acabar con esos programas inconscientes si de verdad queremos cambiar y ser conscientes de lo que ocurre a nivel emocional, mental y de acción. Observar cómo, por qué y cuándo surgen estas respuestas automáticas es comenzar a dejar de ser lo que aparentamos para ser lo que verdaderamente somos.
             
CONTRAPORTADA

Aun habiendo desarrollado la razón
y hasta cierto grado la voluntad,
todavía seguimos actuando por
instinto, de forma automática
y muy dominados por nuestros
deseos y nuestras emociones.

Es obvio que “algo” nos guía hacia la
perfección a través de la ética, la moral 
y lo espiritual, pero si no adquirimos la
auto-conciencia de lo que somos
y de cómo nos expresamos en nuestra
vida nada conseguiremos.

¿Por qué nos dominan los deseos
y una emoción nos puede llevar
a la confrontación?

¿Por qué la mente piensa por sí misma
y no frena esos aspectos dominantes?

¿Por qué no somos conscientes
casi nunca de que ocurre todo
eso en nosotros mismos?

*

El desarrollo personal en nuestras manos.
Francisco Nieto 

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