viernes, 12 de agosto de 2016

Cosmogénesis y Antropogénesis.


“SANTUARIO ROSACRUZ”
Max Heindel
Fundador Roberto Ruggiero Grimaldi
Casilla de Correo 20071 – UPAEP
E-mail: juanrezzano99yahoo.com.ar
http://santuariorosacruz.tripod.com
MONTEVIDEO – URUGUAY

Conferencia dictada por el Sr. Roberto Ruggiero.

Cosmogénesis y Antropogénesis.

La razón de la Existencia del Sistema Solar.

Señoras, Señores, Amigos:
Refiriéndonos al pensamiento del mes, estamos asegurando que el Altruismo irá cambiando a la humanidad. Y como el hombre primitivo dio lugar al de hoy, al mismo impulso que lo hizo posible, finalmente transformará o llegará a hacer al hombre a imagen y semejanza del Creador. Nos atrevimos a asegurar esto y buscaremos un símil que nos ayude a aceptarlo como probarlo.
Tienen que tener en cuenta que la ley de analogía guía permanentemente en la investigación. Para esto, posiblemente recuerden que se denomina ninfas o crisálidos a uno de los estados de los lepidópteros, que es una de las metamorfosis en que pasa la larva de un principio, que se transforma después en gusano; éste se envuelve en su propia sustancia y adhiere todo lo que tiene en su alrededor, para formar un capullo, que generalmente es muy grotesco. Pero que pasado un intervalo de tiempo, finalmente se transforma o alcanza su plenitud de desarrollo. ¿Y por qué nos sirve este ejemplo? Porque cuando en los verdes campos vemos moverse bellísimas mariposas, de multiplicidad de colores, con infinita gracia y belleza, tenemos que recordar que se originó en el antiguo capullo grotesco, que sirvió de ejemplo. Si el capullo grotesco del ejemplo se transforma con el tiempo en una grácil mariposa, por qué dudar de la transformación humana, si seguimos las mismas leyes! Por eso elegimos ese símil, porque nos parece útil. No dudemos, pues, que leyes que transforman en belleza otros reinos, están acompañando también al ser humano, que está en una posición especial de reino que tiene más evolución, más adelanto; y, por lo tanto, le corresponde también un alcance mayor.
No sabemos si han sentido el ejemplo. Buscamos con inquietud algo que nos ayude. Veamos también las leyes generales de la naturaleza y observemos cómo conducen para la perfección.
Todavía recordemos lo dicho por el profesor Clemente Estable, fundador y director del Instituto de Investigaciones biológicas, que llegó a afirmar, entre otras cosas, que no somos perfectos. Es evidente. Pero él agregó algo más: “pero somos perfectibles”; es decir, es posible, o nos encaminamos para la perfección. Es también una conclusión de la Ciencia.
Lo que busca la enseñanza esotérica es producir inquietudes en los seres, para que cada uno busque un destino más completo y más verdadero. Para que cuando se alcances metas, estas sean ciertas; no metas de ilusión, no metas de engaño, no metas de derrota, sino verdadera victoria. Desenvolver paulatinamente al ser inmortal que está dentro de cada uno, esperando, como en ese sueño que nos sirvió de ejemplo, como ese capullo que tiene dentro un ser semi adormecido, hasta que completa su desarrollo. También nosotros estamos, similarmente semi despietos; porque el despertar totalmente es el actualizar, es poner en actividad todos los valores espirituales, en principio divinos, que existen en cada uno. Es futuro.
Para buscar apoyo a lo que queremos afirmar, para buscar justificativo a nuestras esperanzas de mostrarles un destino completo y glorioso, vamos a recurrir como tema de hoy a lo que la enseñanza presenta como Antropogénesis y Cosmogénesis, o sea, principio del Ser y del Cosmos.
El científico moderno – y es un ejemplo presentado por el Sr. Max Heindel – en una vasija de agua echa una gota de aceite, con una aguja comienza a revolver y esa mancha que era deforme se transforma en un círculo y siguiendo agitando el líquido en forma circular, comienza a desprender anillos, que se transforman en otros globos que van circulando la masa central, y muestra entusiasmo cómo realiza un sistema solar. Totalmente cierto, pero carente de información completa. Conocemos el modelo del origen del Sistema Solar de Carl F. Von Weizsacker. Su teoría afirma que la gran nube a partir de la que se formó este sistema se fragmentó en remolino sobremolinos, que luego por un proceso de coalescencia, originaron el sol, los planetas y sus satélites.
Cuando una investigación viene de los Cielos y la información es superior, muestra realmente cómo han sido procesados los hechos hasta llegar a la etapa de hoy. Muestra la forma gradual, paulatina, perseverante y sabia, en que fueron procesándose los tiempos para posibilitar la condición inteligente y activa, de hoy. Y si apenas les diéramos un esquema, si apenas mostráramos el camino seguido, si apenas les dijéramos un poco de la obra realizada, vería, con admiración, la magna realización celeste de un Divino Creador. Cómo Dios, ilimitado en principio, decide por amor, por sentimiento de dar, decide, decimos, limitarse en una parte del espacio, tomarla para sí como ambiente de su trabajo y produce, con suma sabiduría, un nuevo sistema. El Universo es inmenso, muy ocupado, por cierto, pero no en todas sus partes. Y cuando un Creador decide hacer su Obra, Su Nueva Obra es porque está preparado para hacerla, porque un sistema solar no es la improvisación de un aprendiz, sino es la magna realización de un sabio ya experimentado, que emprende algo sabiendo cómo realizarlo y terminarlo. La complejidad de un sistema solar como el nuestro demanda un gran jefe, que, como dijimos, toma su área de acción y le imprime Su Poder. Esa área, que antes era apenas sustancia inerte – sustancia raíz cósmica – sin actividad, comienza a moverse – el movimiento es vida – y el Poder del Creador le va imprimiendo sucesivamente diversas condiciones, que, con el tiempo, se transforman en mundo y globos de actividad diferente; base para el crecimiento anímico, para el crecimiento espiritual.
Valga nuestra Tierra como ejemplo; como la nuestra, los demás planetas de nuestro sistema, en más o menor grado, cumplen finalidades semejantes, excepto las lunas, que como tales, son desprendimientos de zonas, que por la inactividad de quienes las habitan se cristalizan y tienen que ser desprendidas – cuando aún se encontraban en estado gaseoso – como no propias para el crecimiento espiritual. Esa es la razón de nuestra luna y, como dijimos, de las demás.
Tan divino es, en principio todo ser en evolución, que imprime sus propias condiciones al medio ambiente; espiritualizándolo o cristalizándolo. El espíritu positivo, apto para la evolución, tiene una condición individual, original, que hace que toda su actividad se desenvuelva de acuerdo a la propia disposición y respuesta al progreso de cada uno. No es evolución desenvolvimiento mecánico. Por esto todas las condiciones son diversísimas. Hay quien responde de inmediato y hay quien demora un poco más. Y aquellos conjuntos o seres que no reaccionan a repetidos impulsos, quedan relegados para oportunidades futuras, antes de haber alcanzado la etapa de la forma física.
Pero lo que queremos presentar es un esquema. Un esquema de trabajo del Creador, el Gran Arquitecto, un esquema que transmite a cada uno la sensación de una realidad; trabajo sublime, que no pretendemos magnificar, sino que deseamos comunicar con un solo deseo: que al comprenderse lo realizado, esto conmueva e impacte en nuestro interior y nos decida a realizar más y mejor cada día; que lo que hacemos pueda ser mejorado y que nuestro discernimiento y nuestro impulso interno nos diga de hacer algo más, hoy, mañana y para siempre, aprovechando mejor la existencia.
Y es por eso que dijimos: el Creador toma su zona de influencia, de actividad, la pone en movimiento y atrae a sí a diversas y variadas ondas espirituales. ¿A quiénes? Primeramente a ondas de excelsos seres, de jerarquías muy adelantadas, que como constructores, como ejecutivos, como compañeros, van a colaborar en Su labor y al mismo tiempo atrae otros grupos espirituales nuevos, o que hayan podido adelantar en otros Días de Manifestación muchísimo, pero que aún precisan culminar. Dios, el Creador, les ofrece una nueva oportunidad en un plan dividido en varias etapas, cada una cumpliendo una labor específica para que la secuencia de estas labores de una culminación total. Entonces, en un principio, en una atmósfera aún oscura, sin luz, como sintéticamente explica la Biblia, una humanidad ya evolucionada anteriormente culmina, a través de un largo período, sus cualidades y su crecimiento; culmina alcanzando plenitud. Y es el momento en que nuestra propia humanidad fue traída al medio. Para nosotros, es nuestro principio. Onda espiritual, virginal, sin ningún
desenvolvimiento, en principio; chispas divinas, inactivas, sin crecimiento propio, son traídas a un medio de trabajo para ir impactándolas y aproximándoles estímulos para que consigan, en ese medio ambiente, ir despertando valores, irse cultivando. Y así un período sucede a otro, con intervalos que se llaman, en la jerga espiritual, en lenguaje rosacruz, se llaman Noches Cósmicas. ¿Qué representan ellas? En el lapso que existe entre una actividad y otra se preparen nuevas condiciones; en ese espacio de tiempo se deshacen las condiciones que fueron útiles para un primer período, y se producen nuevas, para que sirvan de base, por los cambios correspondientes, a un segundo, a un tercer, a sucesivos períodos, en que cada nuevo presenta condiciones propias y en que cada período un conjunto espiritual, una humanidad de ese tiempo culmina, al mismo tiempo que otras continúan, mientras que una nueva se inicia. El Creador manipula las condiciones de la sustancia raíz cósmica, siempre cambiante, teniéndola apta para que produzca efectos nuevos y consecuentes. Sustancias que se ponen en actividad para producir un determinado resultado, desenvolver determinada condición. El ser, espiritual en principio, tiene posibilidades latentes, pero es cultivado como se cultiva un grupo estudiantil en una aula, en una clase, en que un profesor los va impactando con determinada enseñanza, hasta que consigue imprimirla en el entendimiento de todos.
Los mundos van cambiando en forma muy especial para imprimir nuevas condiciones, como dijimos. Y hablamos que transcurriendo varios períodos; estamos actualmente en el cuarto.
En un primer período, a una humanidad primera ya muy adelantada se le enseñó a ser hábil artífice de un material mental en forma creadora. Manipularon el material mental, que hoy nosotros queremos bien usar y tantas dificultades tenemos. Pero esa humanidad primera, que se integró culminando y completando su evolución a través de un primer período, con una trascendental habilidad, en una culminación de valores, esa humanidad se integró, junto con otras jerarquías adelantadas en el plan de Dios, y hoy están activísimos, procurando sernos úti8les a nosotros. Nosotros empezamos después y estamos recibiendo ahora esa ayuda.
En un segundo período, grandes seres que siguieron a los primeros, se tornaron habilidosos en el manipuleo de la sustancia cultivadora del sentimiento, en los valores de todo lo que es anhelar, desear y bien querer lo que tanto nos cuesta hoy a nosotros.
¿Por qué? ¿Cuál es el problema humano? Cuando dijimos que, si bien los tiempos primitivos fueron más precarios, todavía no caímos en el error de decir “nuestra actual civilización”. Eso no fue lo que dijimos. Dijimos, si, “el ser de hoy”, porque si queremos calificar nuestra situación siglo XX, apenas podemos hablar de una semi-civilización. Y en este calificativo no va ningún sentido de disminución o de desprecio a lo que se ha alcanzado y tanto ha costado. Pero lo que queremos determinar, que apenas es una posición intermedia; eso es lo que queremos decir. No queremos empobrecer, no queremos disminuir, como expresamos. Lo que se ha conquistado ha sido a través de esfuerzos, de sufrimientos y de dolores. Pero conquistas, al fin, que no son todavía completas.
Cuando hablábamos de sentimientos, ¿cuánto nos cuesta manejarlos? ¿cuánto nos cuesta sentirnos?, como dice el pensamiento de hoy “seres altruistas”! Altruismo es amor, es la expresión sublime de sacrificio. Esa no es nuestra etapa actual, en general; todavía titubeamos, todavía reaccionamos al esfuerzo, nos sentimos cómodos con nosotros mismos; queremos para nosotros, pedimos para nosotros, luchamos por nosotros, desvirtuando completamente la realidad. Acaso cuando partimos, como nueva onda virginal, en ese día de principio de manifestación, para dar los primeros pasos, ¿partimos unos separados de los otros? ¿Este partió de aquí, este partió de más allá, el otro de más lejos? Partimos en conjunto, con una sola bandera, con una sola necesidad, con una sola finalidad, toda en común. La caparazón en que nos envolvimos forma parte del plan divino, pero que mal interpretamos. Como el gusano que se envuelve para ponerse en condiciones de un desarrollo mayor y después se transforma en una hermosísima mariposa, que, como dijimos, adorna con su multiplicidad de colores los ambientes del campo, nosotros nos envolvimos en una materia, pero nos dejamos cegar por ella. Los ojos físicos ven lo físico, pero no ven la finalidad espiritual y de ahí nuestro engaño.
De ahí que nuestra vida no sea completa; es semi-activa, porque cumplimos con nuestras necesidades materiales – de eso no hay duda, todos luchamos para lo que necesitamos – pero nos olvidamos que el conjunto de necesidades humanas trasciende las condiciones materiales: en esas necesidades incluye el pensamiento, de que hemos hablado, incluye el mejoramiento del sentimiento. Para esto hay una actividad invisible, celestial, alrededor de los seres humanos, invitando, ayudando a que sintamos mejor, sintamos de una forma más real, más definitiva, más digna de lo que en principio somos; más digna porque somos divinos y tenemos que corresponder a esa divinidad.
Todavía, volviendo al esquema que estamos planteando, aunque ligeramente, cuando surgió un tercer período y a través de una noche cósmica se hizo los cambios necesarios y las condiciones propias, una tercera humanidad culmina en condiciones vitales, se hacen expertos, aprenden, y hoy son los que impulsan la vida biológica del ser humano. Los científicos, en sus magníficos adelantos, tesoneros, sinceros, aún tienen como meta el crear vida.
Solamente será posible cuando la ciencia, ya en nivel que corresponde a creación de vida, se ponga en condiciones de producir vida, porque la humanidad se ha equilibrado, porque hayamos alcanzado, definitivamente, a comprendernos a nosotros mismos, en el verdadero sentido universal y hayamos dejado de hacer el mal.
Este es un esquema. ¿Qué caminos seguimos? ¿Cómo explicar el tremendo esfuerzo que hace un Creador para despertar estos valores?
Y van a pensar, los que poco nos conocen, que estamos exagerando. Pero cada período que hemos nombrado, representa la actividad en varios y determinados mundos de diferentes condiciones, en que la humanidad, para desenvolver las condiciones que tiene latentes, es llevada a transitar, para irse adaptando, para ir asimilando las condiciones y despertando los valores correspondientes.
Sientan: cada mundo tiene una nota propia, y la humanidad es llevada de un globo, de una tierra más diáfana a una tierra más densa, para que despierte a esos valores, y en cada período se le hace bajar y subir, una vez, dos veces, tres veces, hasta siete veces; cada período representa siete revoluciones en que se hace el recorrido con condiciones cambiantes, como sistema. ¿Por qué damos este número? Para que vean el esfuerzo que se ha hecho para que la humanidad responda a las condiciones intrínsecas de cada mundo.
Por eso, llegado el cuarto período, que es el actual, a través de ese manipuleo de largo tiempo y de variadas condiciones, la humanidad, envuelta en un cuerpo denso, y en vehículos invisibles cuidadosamente coordinados, despierta a las condiciones del mundo y entra en actividad consciente. No hay duda que esa condición se consiguió, porque es la que vivimos.
El esfuerzo que hace la enseñanza para mostrar el camino seguido, es para dar la debida importancia a los hechos. No ha sido fácil. Están en el mundo físico, se desenvuelven con toda naturalidad, pero ¿para qué? El por qué es lo que estamos intentando explicar. Porque hay un trabajo tremendamente sabio, difícil, penoso y perseverante de un Creador, de Dios.
Entonces, ¿qué persigue una enseñanza espiritual? Presentar estas realidades, para que cada uno bendiga el momento que está viviendo. No piense en o que le falta. Piense en lo que ya tiene, agradeciendo al Creador, porque todo lo debemos, todo se nos da.
Acaso, ¿no contamos con un cuerpo? Acaso, ¿este cuerpo no está biológicamente activo? Este cuerpo, tan bien organizado, nos permite pensar, discernir, decidir, equilibrar nuestros actos; porque estamos tan perfectamente constituidos, que somos, si queremos, perfectos directores de nosotros mismos.
Dijimos con intención “si queremos”. Cuidado! Si nuestro desenvolvimiento es el sabor de las circunstancias, al albur, ¿cómo estamos alimentándonos espiritualmente? ¿Atraemos a nosotros lo que nos ayudará? ¿O atraemos a nosotros lo que nos destruirá?
Entonces, ¿cuál es la conclusión? Vidas riquísimas, por un lado, de seres que quisieron alcanzar, que algún día parten para la verdadera patria que está en los Cielos, llevando un hermosísimo fruto, un resultado real. Otras vidas, no activas, apáticas, que no han sabido querer, no han sembrado, no aparecen frutos, aparecen deshechos, fracasos, vida perdida, en fin. ¿Podemos aceptar este fracaso?
¿Podemos admitir que transitamos por la existencia 60, 70 o más años y no tenemos un patrimonio para llevar? Si, Vds. podrán decir, si no analizan bien las circunstancias, que puede haberles faltado esto o aquello otro; pero fijen la atención en lo que falta, fijen la atención o analicen todo lo que tienen, cuántos valores; y con esa realidad sigan adelante, para justificar este esquema de un plan evolutivo del que hemos dicho poco, porque es tan complejo y tan profundo que hasta cuesta a las mentes humanas de hoy acompañar un programa tan especial.
Nuestra mente – y no es extraño – tan preciosa, tan útil, todavía está trabajando en tres dimensiones. Estamos comenzando a alcanzar una cuarta, que se presenta como posibilidad. Pero el plan que hemos presentado, de una Entidad Divina que llamamos Dios, o que pueden llamar Alá, porque el nombre no importa, pero como director de nuestro sistema solar ha emprendido su labor – este plan abarca siete y más dimensiones, más allá de las capacidades humanas. Todavía hay personas que vienen a consultar la enseñanza y dicen: Ah, Vd. me puede decir quién es Dios? En lugar de empezar a decir: Hágame el favor, explíqueme quien soy yo. Ser más modestos, ubicarse. Ah, no, Dios. Dios ¡qué lejos está de las capacidades humanas! Pero si queremos tener una idea, ¿no se conoce el autor apreciando su obra? Analicen la obra. Y entonces sabrán la magnitud de su creador!
Y con estas palabras, que procuramos elegirlas, que procuramos dirigirlas a cada uno con una sola finalidad: que sientan la magnífica realidad cotidiana que todos tienen, para ser y hacer mejor. Si presentamos una Obra, es para que sintiéndola cada uno, afirme mejor sus valores reales y realice definitivamente mejor.
Qué gloria para aquel que comprendiendo que nuestro verdadero ser está más allá del egoísmo, de la mezquindad, de lo que es ruin, de lo que es criminal, de lo que es atrasado, lo queremos elevar, produciendo una nota de altruismo, una nota de amor, una nota de bondad! Entonces, como todas las condiciones que tenemos a nuestro alrededor nos van a ayudar, encaminémonos en esta nueva disposición; seamos capaces de comenzar a desenvolver valores divinos.
El Plan evolutivo del que formamos parte consistió en proveernos a cada uno de todo lo necesario. No hay lo que podamos desear e imaginar que no podamos alcanzar, si vamos o nos desenvolvemos dentro de los verdaderos valores del espíritu; no ya como seres apenas terrenos, sino que aunque nos movemos dentro de la realidad de todos los días, nos sentimos, en fin, inmortales, seguros de nosotros mismos, eternos. Movámonos dentro de esta nueva modalidad. No nos amilanemos por nada. Que ninguna circunstancia o hecho pueda desorientarnos. Aunque sean los seres o los hechos que están a nuestro alrededor contrarios, adversos, que no sea la inquietud que nos domine, sino una decisión de comprender los hechos, de analizar las causas. No dejemos que los efectos nos envuelvan.
La vida es inteligentemente dirigida en el sentido personal de cada uno. Si Vds. acompañaron todo el formidable esquema que pretendimos presentarles, ¿por qué van a dudar que la existencia personal de cada uno es estrictamente dirigida en el sentido de una necesidad personal? Cada uno vive exactamente la condición que más le conviene para desenvolver valores, los valores que vino a desenvolver en esta existencia; no los que tiene el vecino, sino lo que necesita cada uno individualmente.
Así que las vidas no se repiten. Todavía recuerden que la felicidad no es negada. Pero la Tierra, acepten que no es o no tiene la finalidad principal de brindarnos exclusivamente felicidad.
Felicidad llega como premio a una actividad bien desarrollada en la Tierra, cuando regresemos a zonas de expansión, de tranquilidad, de placer espiritual, que espera a todo aquel que bien cumplió en la Tierra.
La Tierra es una oportunidad de adelanto, de progreso.
Todas las circunstancias individuales son sabiamente preparadas para que se cumpla aquello que nos prometimos a nosotros mismos alcanzar cuando decidimos volver. El ser de hoy es producto de muchas y muchas existencias en que se realizaron bellísimas conquistas, en cierto sentido, pero que, para que esas conquistas sean completas, volvemos a completarlas. Ahora es el momento del esfuerzo. La enseñanza nos invita a ese esfuerzo y nos habla de esperanza; nos dice: anhelen, conquisten, y todo llegarán a alcanzar.
¿Pero que tal, amigos, si comenzamos a recordar nuestros principios? ¿Nuestros principios no son en Dios, en el Creador?
¿No es Él que preparó las condiciones para hacernos transitar a través de un plan de progreso¡ ¿ No es Él que nos impulsa y nos da las oportunidades? Si es el Creador, ¿por qué no hacemos unidad con Él? ¿Por qué no vivimos permanentemente unidos a esa fuente?
Sea cual fuera nuestra actividad, cumplámosla. Cumplámosla de la forma más eficiente, pero en unión con Dios.
Podemos tener las plantas de nuestros pies bien apoyadas en la Tierra, ¿pero quién nos impide que nuestra mente se eleve a los cielos permanentemente, buscando en Dios la capacidad, la sublimidad de nuestro actuar? Que todo lo que hagamos, que todo lo que sintamos, que todo lo que pensamos tenga una base divina, como divino cada uno es en principio. Y cuando la Biblia nos habla en el génesis de que los días se sucedieron y que Dios vio Su Obra buena, es porque Dios, el Creador, vio en el futuro, vio los resultados. Él, sabio, sabe ver lo que una humanidad trabajando, trabajando bien, algún día llegará a alcanzar. Y entonces no nos dice falsamente que estamos hechos a imagen y semejanza de Él.
Nos dice en verdad, en verdad, en semejanza a imagen del Creador.
Por cierto, no el cuerpo físico, pero sí quien lo habita. El cuerpo físico es el capullo de que hablamos, en que un insecto se cobija, para después, algún día, a través del proceso, emerja con alas vaporosas, con luz en su aura, a realizar tareas que están por encima de la etapa material, muy útil, pero que no es una etapa definitiva, sino apenas intermedia; preciosa, necesaria, pero nunca definitiva.
Elevemos nuestra mente, elevemos nuestras aspiraciones, y juntémoslas en ruego al Creador, para que Él nos trasmita su sabiduría y sepamos alcanzar definitivamente los valores que nos faltan. Nos faltan valores; alcancémoslos. Todo lo que nos rodea nos posibilitará a alcanzar. Busquemos siempre no los efectos de las circunstancias, sino las causas que hay detrás. Entonces, desenvolvámonos con conocimiento; sabiendo causas controlaremos efectos.
Amigos, es el camino que el plan de Dios nos permite seguir, para alcanzar algún día la etapa para la cual estamos destinados. No coloquemos nosotros mismos impedimento a nuestro desenvolvimiento. Libremos nuestro sendero de escollos y de barreras. Sigamos serenamente, no impulsivamente, sino serenamente el sendero que todos los días y a través de toda la existencia tenemos la oportunidad de actuar, de hacer y de alcanzar.
Este es nuestro ruego, este es nuestro voto. Si hoy hablamos un poco de Antropología y de Cosmogénesis, o sea, en principio, de nosotros mismos y del mundo, lo hicimos para presentar un plan que nos diga: todo se hace para el crecimiento espiritual. Que cada uno alcance y cumpla un destino mejor. Para eso es que se da la
enseñanza espiritual y las sabias circunstancias cotidianas.

29 – III – 79.

*

No hay comentarios:

Publicar un comentario