jueves, 11 de agosto de 2016

“Nacer de nuevo” es indispensable


“Nacer de nuevo” es indispensable
CONFERENCIA DEL  DOCTOR  ROBERTO RUGGIERO

Queridos amigos No podemos evitar de rendir tributo a la vorágine de los acontecimientos de todos los momentos, que termina oscureciendo, diríamos hasta envolviendo en tinieblas nuestra mente mortal. A esto se refirió el Cristo cuando le dijo a Nicodemus: “Tienes que nacer de nuevo. Su tuviéramos que resumir la finalidad que perseguios sería repetirles lo mismo; la necesidad de que cada uno nazca de nuevo.
Miran las circunstancias; si las analizan verán que esa es la necesidad. Nicodemus fue a ver al Cristo en la noche; era miembro del Sanedrín y no quería que lo vieran. Pero esto tiene, para el ocultista, otro significado: la oscuridad de la mente de Nicodemus, que daba lugar al temor. Sin embargo, cultivado como estaba y razonando, él decía: Si hace los milagros que hace, es evidentemente Hijo de Dios. Pero el Cristo le dice “No es bastante razonar; es necesario nacer de nuevo”. Sin embargo, parecería que supo aprender la lección y el contacto con el gran Maestro, porque más tarde María de Belén, madre de Jesús, María Magdalena, que acompañó al Cristo y otras discípulas vieron en la noche en que era retirado el cuerpo que había usado el Cristo, a pesar de la débil luz de las lámparas, dos seres, que previo el permiso ante Pilatos, descendieron con toda ternura el cuerpo que había usado el Cristo, lo depositaron y le dieron los mayores cuidados posibles antes de colocarlo en la tumba donde iba a quedar.
Nicodemus, decimos, aprendió la lección y esto es lo notable; porque él después llega a ver al Cristo ya entrando en los mundos invisibles y cantando el Salmo 24, que dice: Oh puertas, levantad la cabeza, oh almas, levantad la cabeza. Es lo que nos hace falta a todos.
No queremos oscurecer las tintas, no queremos agravar las circunstancias; pero el que cultiva un poco y no percibe la deformidad de la realidad es porque no está entendiendo nada y todavía no llegó el momento para su desenvolvimiento espiritual. Si con conocimiento, con preparación, se observa el mundo y no se comprende por el triste camino que va, es porque todavía no tiene entendimiento y las tinieblas continúan nublando su mente. Lamentablemente es preciso reeducarla con nuevos principios. Son principios sumamente simples, pero vosotros están advertidos que por las circunstancias que han sido golpeados en la vida, por los hábitos adquiridos y por todo lo demás, vosotros mismos todavía no están empeñados en el cambio que tienen que hacer, porque optan todavía por la vida de todos los días, la vida mundana, la vida que todos viven.
No vayan a cometer el error de sospechar que no tenemos los pies bien apoyados en la tierra. Lo que pretendemos con la enseñanza, es que, como dice el Salmo 24 “Levantad la cabeza a los cielos”. Es muy simple. La mente se debe de modificar. Está habituada a ver hacia fuera y con mucho cuidado y precisión marcar los defectos de los demás. La mente limpia a la que queremos hacer referencia – es una enseñanza muy cuidadosa – es aquella capaz de una memoria – y va a ser el pensamiento que pondremos en el pizarrón el próximo mes – capaz de olvidar cuidadosamente las faltas de los demás, pero acordarse, con el mismo cuidado, de las propias. Todo el problema: estamos dedicados a mirar para afuera de nosotros mismos; nos hemos ejercitado incansablemente y seguimos arrastrados por ese hábito. Ya no sirve en el siglo XX. Las circunstancias nos muestran que hay un desorden absoluto, porque los adelantos son un espejismo espantosamente engañosos. Los adelantos, si fueran realmente tales, serían aquellos conducentes a una vida moral, una vida de virtud, una vida superior. El ser humano lo debería exigir. Decir ser humano es decir santidad, es decir divinidad y suena a ridículo dentro del momento de las circunstancias comunes. Se ridiculiza lo que debería ser sagrado.
¿Qué hacemos aquí? Llamarles la atención sobre la realidad y ¡cuidado! No sospechen que exageramos. Porque siempre les advertimos que la vida tiene sus períodos muy aprovechables, pero lo que es inevitable es lo que viene después: ¿qué recogerá después cuando se enfrente a la verdad de las verdades, de quién es cada uno?
Cuando el cuerpo no sea más el apoyo que tengan, se tendrán que apoyar en las virtudes que cultivaron. ¡Qué hermosa es esta realidad! Cada uno será lo que realmente cultivó y no lo que imaginó. Ahí está el verdadero carácter. Hasta se interpreta mal: carácter se cree tener energía, violencia, mandar. Absolutamente. Carácter es dignidad. Aquellos que siendo pequeños aspiran a grandes cargos, a cargos prominentes en donde recibirán reverencias y halagos, fracasarán en toda su extensión. Los verdaderos grandes no buscan las grandes oportunidades; a veces se conforman con las pequeñas. Pero las pequeñas, las aparentemente insignificantes se llaman “servicio”. Eso es lo que llevarán a los mundos invisibles: el servicio y que se hayan sacrificado por el bien de los demás, pero que simultáneamente y paralelamente creció dentro de sí  las virtudes, los valores, las facultades que le abrirán esas puertas en donde podrán levantar la cabeza porque vuelven triunfantes.
Y no es la nuestra una letanía de hablarles después; es nada más que recordar una realidad. ¿Acaso en estos momentos, alguien aquí puede decir lo que le ha costado llegar a la presente etapa? ¿Lo que han sufrido? Revisen la historia: El manoseo Realizado permanentemente, en todos los tiempos, en vidas y haciendas, sin respeto, sin consideración. Así, a través de ese doloroso proceso, llegaron a la etapa presente. Hoy, que la conciencia ha aumentado y las posibilidades también, se puede hablar de una realidad, levantar nuestra esperanza, nuestro pensamiento, nuestra invocación a los cielos en una gran plegaria. Pero también advertimos, aunque estamos aquí en un lugar de doloroso esfuerzo para hacer recordar verdades, tenemos que decirles: mientras que no hagan de la existencia una permanente plegaria, nunca tendrán respuesta. La verdadera plegaria es orar al mismo tiempo que obramos. En nuestra labor permanente, sea cual fuere, siempre dentro de las buenas costumbres, del buen orden, orar, orar siempre. Cuando se ora de esta forma se abre un canal a la iluminación interior y esa iluminación interior es la que borrará definitivamente las tinieblas de la mente. Y no les
hablamos para entristecerlos; al contrario.
Cuando están en el camino espiritual, cuando han buscado una meta con todo cuidado, cuando les satisface la modalidad de un conocimiento explicativo, razonable, lógico, ordenado, definido, que han encontrado una meta para la existencia, deben empeñarse con un poder invencible para seguir adelante. No más titubeos, no más dudas; una permanente seguridad de que si los poderes cósmicos trabajan para que la existencia pueda sea posible, ¿cómo cada uno no está siendo apoyado cuidadosamente cuando dirige sus energías hacia el bien, hacia la verdad, hacia la luz? En ese momento, que en plena actividad, en pleno esfuerzo, venciendo sinsabores y dificultades, porque las condiciones de la Tierra actuales son esas, no las pueden cambiar ... Eso lo decimos con mucha pena, no les podemos dar esa esperanza de decir que cada uno será un transformador de las condiciones existentes; por ahora no es posible; no es tan inmediato. Cada ser está supeditado a sus deberes, a cumplirlos con esfuerzo. Pero, ¡qué hermoso cuando se cumplen estos deberes dentro de una meta segura, de una idea clara, de una limpieza de procederes, en que el ser sin titubeos y sin modificar jamás su línea de desenvolvimiento va alcanzando lo que le es negado a los que todavía no han comprendido y deben de tener otras experiencias! Alcanzan lo que es la iluminación, lo que es el fortalecimiento, lo que es la seguridad de si mismos, y en medio de las mayores tribulaciones, de los mayores esfuerzos, a través de un entendimiento y de un cumplimiento del deber cada vez más continuado, la persona va iluminándose interiormente; por la plegaria, como dijimos, va abriendo ese canal que lo va iluminando, que le va desenvolviendo facultades que están reservadas, esperando pacientemente que cada uno haga los méritos para desenvolverlas, cuando se aspira a facultades.
Los verdaderos maestros de todos los tiempos aseguraron que es preciso una purificación real. Y además, en nuestros actos, en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos, hay que acompañar con un comportamiento totalmente, esencialmente desinteresado.
Vean cómo la enseñanza es clara y va, poco a poco, debilitando los lazos de la materialidad; materialidad necesaria como educadora, útil, pero nunca como finalidad, sino como un medio. Vean, si sabemos persistir en un desenvolvimiento desinteresado, en que nos preocupan los demás, en el sentido de que podamos extender nuestro servicio hacia ellos. Si nos interesamos por los demás, no porque nos conviene, sino porque queremos servir desinteresadamente, las facultades llegarán cuando corresponda.
Es el método seguro: el trabajo, la actividad. En el medio del mundo material, pero actividad, en fin.
El que elige el aislarse en una montaña tendrá la tranquilidad que busca, no será perturbado, tendrá paz para la meditación, tendrá un medio de calma y de paz. Pero el que está en la actividad, el que cumpliendo los deberes del mundo, en que actuando permanentemente como una unidad en el medio, igualmente vive evitando las costumbres que ya no corresponden, evitando los hábitos arcaicos, pero que – siglo XX – están enseñando o insinuando mejor otras modalidades; el que así vive en el mundo material, dinámicamente activo pero muy alerta consigo mismo, el que lleva una vida activa, constructiva y útil, está siempre más cerca de alcanzar las facultades y el completo dominio de si mismo, que aquel que se aísla sin ser nada útil al medio, sino egoístamente sólo piensa en si. Ese molde no sirve para un verdadero adelanto. Lo que transmitimos son nuevas costumbres, nuevas posibilidades.
Nos cuesta insistir en modalidades que rompen los moldes comunes. Pero los moldes comunes ya no sirven. El Cristo llegó a afirmar “sólo llegará al reino de Dios el que se vuelva como un niño pequeño”. No hay nada difícil de entender; somos todos adultos. Y cuando el Cristo le dijo a Nicodemo que debía nacer de nuevo, él dijo:
¿cómo es posible si soy un adulto? Si. Después él comprueba por él mismo cómo se puede alcanzar la iluminación.
Y cuando nosotros absorbemos el tiempo de vosotros, semana a semana, tratando temas espirituales, es para llevar la mente y el corazón de cada uno a una dimensión nueva, una dimensión mayor, a una dimensión no existente en la cómoda vida de placeres y de ganancias materiales. Nosotros también no dejamos de aspirar. El ocultista o el aspirante a la luz también sabe ambicionar. Y no se preocupen del término ambicionar porque lo hacemos en el verdadero sentido, en el sentido constructivo, en el sentido de poner barreras definitivas a costumbres inútiles que pudieron ser, que existen todavía, pero que el espiritualista va modificando con mucho esfuerzo, pero que o modifica o no triunfa.
Si buscan el camino espiritual, si dentro de cada uno palpitó el deseo de una meta diferente, no vulgar, no común; buscan conocerse a si mismos, buscan alcanzar comunión con Dios, es natural que haya en cada uno el impulso, la virilidad de querer, de querer y de realizar. No sigan con los dos caminos, porque el resultado es desastroso.
Gana más la persona honesta, correcta, que decide vivir una vida material exclusivamente, que aquel espiritualista que quiere hacerlo a medias; vive aferrado a las cosas materiales y quiere alcanzar los cielos; se despedazan y pierden lastimosamente el tiempo. No pueden estar con dos amos al mismo tiempo; ya lo dice la enseñanza: o uno y otro. Si optan por la ascensión espiritual, aquella que les irá descubriendo, poco a poco, quienes son, recuerden que tenemos la precaución de afirmar que el ser es el verdadero desconocido de si mismo. Y no es nuestra la afirmación; ya el Dr. Alexis Carrel escribió “el hombre, ese desconocido”. No hacía más que repetir las enseñanzas de las escuelas y templos de misterios de la antigua Grecia en su época cumbre de adelanto, que dio al mundo enseñanzas que aún hoy permanecen tan vivas y útiles como cuando fueron dadas. En su templo de Apolo decía: Hombre, conócete a ti mismo. ¡Qué cosa extraordinaria, que sorprendente que se nos repita a través de los siglos “Hombre, conócete a ti mismo, humanidad, conócete a ti misma”! Tanto son los valores, tantos los que encierra el ser que está evolucionando, que tiene que llegar a manifestar. Nuestras facultades tan preciosas, nuestros cinco sentidos tan necesarios e indispensables, son apenas el estado consciente, primario, elemental. Esperan otras posibilidades tan extraordinariamente grandes, no titubeamos en afirmar que las condiciones presentes quedarán para atrás, como quedaron otras costumbres, otros métodos de vida, otros sistemas. Esos preciosos cinco sentidos darán lugar a sentidos superiores, en donde esto, que hoy es indispensable, no se necesitarán más. Estas son las etapas de cambio.
Pero no queremos cifrar toda la enseñanza en posibilidades que aún son remotas.
Lo hacemos apenas a título comparativo, despertando inquietudes, despertando anhelos.
Somos cultivadores de esperanza; no lo negamos. No es nuestra intención destrozar y desgarrar almas, sino fortalecerlas. Pero fortaleciéndolas pretendemos dar – porque nunca imponemos nada – otras posibilidades, otras esperanzas, otro vigor, otra disposición. “Nacer de nuevo” es indispensable. Dentro de la vida presente se puede hacer a costumbres más permanentes, más ternas, más reales. Cada uno es una chispa divina e inmortal y el nuevo ser tiene que manifestarse como tal. Si la vida tiene sus deficiencias materiales no queremos disminuirle su enorme valor. Decimos que debemos siempre cumplir nuestros deberes, a la juventud prepararse para después estar en condiciones de enfrentar el esfuerzo que representa la existencia. Pero también decimos: existencia preciosa que está permanentemente brindando dificultades como una ayuda amiga, en que, como magníficas oportunidades que tenemos de aprender, las dificultades se presentan delante de cada uno para que sepa superarlas; no doblegado, no entristecido o renegando ante el esfuerzo que hay que realizar, sino con la alegría interna de saber si Dios, si los Poderes Celestes que gobiernan todas las cosas, las reales cosas, me presentan esas circunstancias, son las que más me convienen a mi, como espíritu independiente, individual, que está desenvolviendo condiciones propias y que nada, jamás, se alcanzará de prestado o por favor ajeno cuando sean cualidades personales. Esas han de ser cultivadas personalmente. Es la razón del por qué cada ser está separado de otro, en un cuerpo independiente, para obligarle a realizar su capacitación individual. Es la razón de la vida material. Pero las verdades nunca son totalmente abiertas para todos los tiempos y uniforme; van tomando aspectos cada vez mayores y trascendentales.
El que realmente sabe, el que realmente llega a desenvolver facultades – y acuérdense de los Apóstoles por acompañar al Cristo, el propio Jesús y el propio Lázaro recibieron instrucciones y alcanzaron facultades que les dieron la posibilidad de trascender las condiciones comunes y formar parte del plan de Dios. Leer la Memoria de la Naturaleza, ese archivo precioso y preciso de cada vida individual durante la etapa evolutiva en la Tierra. No desestimen esa realidad.
A veces les decimos: somos muy cuidadosos de mirarnos al espejo para ver si estamos bien trajeados, pero sospechamos que de la misma forma que nos miramos al espejo nos está mirando invisiblemente y permanentemente con todo cuidado? Ese es un hecho que lo comprueba todo ser que parte. Lo primero que acontece, y que es inevitable, es que deja el cuerpo e inmediatamente un panorama claro, preciso de la existencia que vivió se ha de desenvolver delante mostrándole desde las últimas etapas a las primeras por una finalidad educativa, con una finalidad de enseñar. Y no sólo existe ese panorama particular; se graba la existencia permanente, general, de toda la humanidad, como una manera de mostrar cómo se desenvuelve la ascendencia, cómo se corrige, cómo se alcanzará la etapa gloriosa de la victoria final, en que la última revelación es que al final de los esfuerzos, cuando cada uno haya culminado en sus verdaderos valores divinos, percibirá que está unido a toda vida, que toda vida es una, que la separatividad de hoy ha sido utilísima para desenvolver cualidades individuales, pero que toda vida es una ene l Creador; y que en esa etapa sublime en que todos los valores se habrán desenvuelto, que cada uno hará para si, adquirirá para si toda sabiduría, se encontrará que sin perder los valores particulares que haya desenvuelto individualmente, forma parte indisoluble de un conjunto de vida general, toda vida es una en el Creador. Estas son posibilidades, metas, realizaciones para un futuro distante.
Lo sabemos. Pero lo presentamos con el propósito de que hagan comparación.
Comparen con lo existente, para que si esa comparación les dice que no es real lo que vemos y vivimos, porque algo más que cuerpos materiales somos, entonces opten con todo vigor, con toda virilidad a desenvolver lo que aún no han alcanzado y les corresponde como Hijos de Dios.
Esto es sacar las nieblas de la mente mortal, esto es nacer de nuevo, esto es lo que consiguió Nicodemus, que fue al Cristo como un investigador, como un razonador, como un mentalizador, pero que el Cristo lo transforma, con una educación superior, y lo hace nacer de nuevo. Nicodemus es, pues, adquiriendo esa vista espiritual que permite ver a los seres que parten del mundo material, ve al Cristo, como dijimos, ascendiendo en el mundo espiritual, cantando el Salmo 24: “Puertas, levantad la cabeza, oh humanos, levantad la cabeza, definitivamente”.
Amigos, no los hemos entretenido con estas palabras. Hemos querido hacer como un picapedrero, con martillo en mano y su herramienta bien afilada va repiqueteando una piedra hasta darle la forma que desea. Nosotros no somos muy hábiles, pero hemos pretendido, a través de estos impactos, que la palabra puede dar, transmitir ideas, que vosotros examinen no se las presentamos como una imposición, sino como un deseo que les sean útiles. Examínenlas y elijan por vosotros mismos lo que quieren, lo que esperan, lo que desean.
Hay una regla que no se la ocultamos. La misma regla de triunfo en las cosas materiales, que muestra persistencia, persistencia, persistencia por encima de todas las circunstancias, en la misma regla en la conquista espiritual. Si optan por lo espiritual dentro del desenvolvimiento de la vida moderna de obligaciones, a las que siempre nombramos para que no las desestimen, si vosotros optan por lo espiritual, la misma regla de persistencia, persistencia y siempre persistencia, es la que les dará el triunfo final. No alberguen fracasos, tengan un pensamiento positivo, y un pensamiento principalmente apoyado en Dios.
Con esto dejamos nuestras palabras de hoy. No olviden que nuestra finalidad fue: saquen las tinieblas que nublan la mente, abran ventanas a la luz y a la verdad, y que la mente, como un punto de apoyo, de lugar a un sentimiento cada vez más puro, más sincero de la búsqueda de la verdad y de la realización eterna, no transitoria, que les devolverá la realidad inmortal a la que cada uno pertenece.
Amigos, es todo.

29 de octubre de 1981

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