martes, 7 de octubre de 2014

Servicio del Solsticio de Verano - The Rosicrucian Fellowship


The Rosicrucian Fellowship
Servicio del Solsticio de Verano 

Orden del Servicio: 

1 - Música: la concurrencia canta la tercera estrofa del Himno Rosacruz de Apertura.

2 - El lector descubre el emblema y da el siguiente saludo: Mis queridos hermanos y hermanas, Que las Rosas florezcan sobre vuestra Cruz. (La concurrencia responde: Y sobre la vuestra también). 

3 - Lectura del Servicio:
Estamos ahora en la época del solsticio de verano, estación durante la cual la manifestación física sobre la Tierra llega a su apogeo. 
Una ola espiritual de vitalidad entra cada año en la Tierra durante el solsticio de invierno para fecundar las semillas durmientes en la tierra helada, a fin de dar una nueva vida al mundo en el cual vivimos. Y este trabajo se hace durante los meses de invierno mientras el Sol está pasando a través de los signos zodiacales de Capricornio, Acuario y Piscis. 

Cósmicamente el Sol nace en la noche más larga y obscura del año, cuando Virgo, la virgen celestial, se halla sobre el horizonte oriental a medianoche para dar a luz a su inmaculado hijo. Durante los meses que siguen, el Sol pasa a través del violento signo de Capricornio, donde míticamente están concentrados todos los poderes de las tinieblas en un frenético esfuerzo para matar al portador de la luz, una fase del drama solar que está presentado 
místicamente en la historia del rey Herodes y en la huida de Egipto para escapar de la muerte. 

Cuando el Sol entra en el signo de Acuario, el aguador, en febrero, tenemos la época de la lluvia y las tormentas; y así como el bautismo consagra místicamente al Salvador en Su trabajo de servicio, así también los diluvios de humedad que descienden sobre la Tierra, la ablandan y maduran para que pueda producir los frutos con los cuales se conserve la vida de aquellos que viven en ella. 
Entonces viene el paso del Sol a través del signo de Piscis, los peces. En esta época, las provisiones del año precedente están casi consumidas y el alimento del hombre está escaso. Por lo tanto, tenemos la larga abstinencia de la Cuaresma, que representa místicamente para el aspirante el mismo ideal que es mostrado cósmicamente por el Sol. En esta época hay un carnaval, el adiós a la carne, porque todo el que aspire a la vida superior, debe en algún momento de su vida decir adiós a su naturaleza inferior con todos sus deseos y prepararse para la Pascua que está entonces cerca. 

En marzo, cuando el Sol cruza el Ecuador celestial y entra en el signo de Aries, el cordero, la cruz se eleva como un símbolo místico del hecho que el candidato a la vida superior debe aprender a abandonar el cuerpo mortal y comenzar el ascenso al Gólgota, el lugar de la calavera, y desde allí cruzar el umbral para entrar al mundo invisible. Finalmente, y como imitación del ascenso del Sol hacia los signos de los cielos boreales, cuando nutre con sus 
rayos calurosos al crecimiento de la semilla en el suelo, la cual ha sido revitalizada por la ola Cristica durante los meses invernales, El debe aprender que su lugar está con el Padre y que tiene que ascender a este lugar exaltado. 

Así es que en la época presente, durante la estación que culmina el 21 de junio, el gran espíritu de Cristo ha llegado al Mundo del Espíritu Divino, el trono del Padre. Durante los meses de julio y agosto, mientras el Sol está en Cáncer y Leo, El está reconstruyendo Su vehículo del Espíritu de Vida, el cual ofrecerá al mundo y rejuvenecerá a la Tierra y a los otros reinos de vida que 
evolucionan en y sobre ella. 

Sin esta ola mística anual de energía vital que viene del Cristo cósmico, la vida física sería una imposibilidad. No habría pan y vino, ni el transubstanciado baño espiritual preparado alquímicamente con la sangre del corazón del discípulo. La existencia física es la escuela o laboratorio en la cual aprendemos 
a transmutar los metales bajos de muestras naturalezas inferiores en el brillo resplandeciente de la piedra filosofal, y así hacer posible nuestra liberación hacia las esferas superiores, donde nuestro exaltado ideal, el Cristo, está presente. 

Hay factores detrás de todas las manifestaciones de la naturaleza, inteligencias de varios grados de conciencia, constructores y destructores, quienes tienen a su cargo partes importantes en la economía de la naturaleza. La mitad del verano es la época de diversión para los duendes de la Tierra y entidades similares relacionadas con el desarrollo material de nuestro planeta, como nos lo muestra Shakespeare en su "Sueño de una Noche de Verano." 

La acción semi-inteligente de los silfos levanta las finamente divididas partículas de vapor de agua preparadas por las ondinas desde la superficie del mar y las llevan tan alto como pueden antes de que la condensación parcial tenga lugar y las nubes se formen. Ellos conservan estas partículas de agua hasta que son forzados por las ondinas a devolvérselas. Cuando hablamos de tormentas, es que se están librando batallas en la superficie del mar y en el aire, algunas veces con la ayuda da las salamandras que encienden la 
antorcha luminosa del hidrógeno y el oxígeno separados, y envían su imponente y estrepitoso zig zag a través de la obscuridad, seguido por los pesados estruendos del trueno que repercuten en la clara atmósfera, mientras las ondinas arrojan triunfalmente las gotas de agua rescatadas hacia la Tierra, para que así puedan ser devueltas otra vez a su elemento nativo. 

Los pequeños gnomos son necesarios para formar las plantas y las flores. Su trabajo es teñirlas con las innumerables variedades de color que deleitan a nuestros ojos. Ellos también cortan los cristales de todos los minerales y hacen las inapreciables gemas que centellean desde las diademas doradas. Sin ellos no habría hierro para nuestra maquinaria ni oro con qué pagarla. Están por 
todas partes y la proverbial abeja no es más activa que ellos. A la abeja, sin embargo, se le reconoce el trabajo que hace, mientras que los diminutos espíritus de la naturaleza que juegan una parte tan inmensamente importante en el trabajo del mundo, son desconocidos, excepto por los así llamados soñadores y locos. 
En el solsticio de verano, las actividades físicas de la naturaleza están en su cúspide o apogeo; por lo tanto, la "Noche de Verano" es la gran fiesta de las hadas que han ayudado a construir el universo material, nutrido el ganado, alimentado el grano, y saludado con alegría y agradecimiento a la cresta de la ola de fuerza, que es la herramienta que emplean para modelar las flores en la sorprendente variedad de las delicadas formas, según sus arquetipos, y 
coloreándolas con los innumerables matices que son el deleite y la 
desesperación del artista. 

En la más prolongada de todas las noches de la alegre estación del verano, ellos se reúnen desde el pantano y el bosque, y de la cañada al valle en el festival de las hadas. Ellos cocinan y preparan verdaderamente sus alimentos etéricos y después danzan en medio de éxtasis de alegría al haber realizado y cumplido su importante misión en la economía de la naturaleza. 

Es un axioma científico que la naturaleza no tolera nada que sea inútil; los parásitos y los zánganos son una abominación; el órgano que ha llegado a ser superfluo, se atrofia, y así sucede con el miembro u ojo que no se usa más. La naturaleza tiene trabajo que hacer y requiere el trabajo de todos para justificar su existencia y continuar como parte de ella. Esto se aplica a las plantas y al planeta, al hombre y a la bestia, e igualmente a las hadas. Ellas tienen su trabajo que hacer, están ocupadas y sus actividades son la solución para muchos de los variados misterios de la naturaleza. 

Estos son puntos que debemos esforzarnos por comprender a fondo con el fin de que podamos aprender a apreciar esta estación del año tan profundamente como se debería hacer. ¡Qué calamidad cósmica sería que nuestro Padre Celestial fallase en proveernos los medios para nuestra existencia física y sustento cada año! El Cristo del año pasado no puede salvarnos del hambre física, del mismo modo que la lluvia del año pasado no puede mojar el suelo otra vez y hacer crecer los millones de semillas que dormitan en la tierra y 
aguardan las actividades germinales de la vida del Padre para comenzar su crecimiento; el Cristo del año pasado no puede encender de nuevo en nuestros corazones las aspiraciones espirituales que nos impulsan hacia adelante en nuestra búsqueda, del mismo modo que el calor del último verano no puede 
calentarnos ahora. El Cristo del año pasado nos dio Su amor y Su vida hasta el último aliento sin límite ni medida; cuando nació en la Tierra en la última Navidad, El infundió la vida en las durmientes semillas que crecieron y llenaron abundantemente nuestros graneros con el pan de la vida física. El prodigó el Amor que le dio el Padre hacia nosotros, y cuando había agotado completamente Su vida, murió en la época de la Pascua y ascendió de nuevo hacia el Padre, así como el río por evaporación se eleva hacia el cielo. 
Pero el Amor Divino fluye perpetuamente y como un padre ama a sus hijos, así nuestro Padre Celestial nos ama, porque El conoce nuestra dependencia y nuestra fragilidad tanto física como espiritual. 
Pueda ser que podamos aprovecharnos de las oportunidades que se nos ofrecen durante esta estación y que la nueva venida del Espíritu de Cristo en el otoño nos encuentre con una mayor facilidad para responder a las poderosas vibraciones espirituales con las cuales seremos imbuídos en esta época. Nos concentraremos ahora en el Amor Divino y el Servicio. 

4 - Concentración.

5 - Música: el organista toca el Himno de Clausura.

6 - El lector cubre el emblema y da la admonición de partida: Y ahora, mis queridos hermanos y hermanas, al partir para volver a entrar en el mundo material, salgamos con la firme resolución de expresar en nuestras vidas diarias, los elevados ideales espirituales que hemos recibido aquí, para que día tras día podamos convertirnos en hombres y mujeres más dignos de ser usados como canales conscientes en la obra benéfica de nuestros Hermanos 
Mayores en el servicio de la humanidad. 





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