domingo, 8 de noviembre de 2015

Significado de la Misión de Cristo IV - La necesidad de una muerte violenta

SIGNIFICADO DE LA MISIÓN DE CRISTO IV
LA NECESIDAD DE UNA MUERTE VIOLENTA

La doctrina que predicó Cristo, difería de las religiones existentes en algo fundamental, mientras las religiones anteriores predicaban la meditación y la contemplación, y los rezos. Cristo vino a predicar la acción ante todo: Primero la obligación y después la devoción, reza uno de los dichos cristianos. A Dios rogando y con el mazo dando, reza otro. A quien madruga Dios le ayuda, proclama un tercero, haciendo hincapié en la actividad humana. La mayoría de sus parábolas tienen como protagonistas a hombres que trabajan, y a sus propios discípulos, no eran anacoretas sino hombres que trabajaban, pescadores. En la doctrina de Cristo se encuentran pues unificadas las dos tendencias antes enemigas: la que trabaja y la que contempla.
Pero su misión principal consistía en venir a morir violentamente en la Tierra. El esoterismo explica (y prueba de manera evidente) que todas nuestras vivencias quedan depositadas en la sangre y que, en el momento de morir, esas vivencias se imprimen en el átomo-germen del Cuerpo de Deseos, en vistas al proceso de asimilación post-mortem. Cuando la sangre se derrama, esas vivencias escapan y el Cuerpo de Deseos queda destruido, esa destrucción es, precisamente, la que Cristo buscaba. Su sangre debía derramarse sobre la tierra para que las intensísimas vibraciones de su Cuerpo de Deseos y de su Cuerpo Mental, quemaran, por así decirlo, la barrera de vibraciones densas que no permitían al hombre atravesar la frontera del Mundo de Deseos para penetrar en el Mundo del Pensamiento. Nos dicen los Evangelios que Cristo bajo a los infiernos para liberar a los condenados. Ello significa que la vibración crística desintegró la estructura del Mundo de Deseos, donde se hallaban purgando los desencarnados, los cuales ascendieron de golpe hacia la Región del Pensamiento. Las Puertas de un mundo nuevo quedaban abiertas y la vibración crística, ya para siempre, encadenada a la Tierra, continuaría siendo una máquina permanente de salvación, al fluidificar, gracias a su intensidad vibratoria superior, el ambiente enrarecido que va creando el hombre. Sin la ayuda que prestó, y que sigue prestando Cristo, el progreso del hombre se hubiese retrasado en tal vez decenas de milenios.
J.L.

Agradecemos a Asociación de Estudiantes de Filosofía Rosacruz Max Heindel, Barcelona- España

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