jueves, 5 de noviembre de 2015

El drama de Caín y Abel



EL DRAMA DE CAÍN Y ABEL 

En el artículo anterior se habló de esa humanidad paradisíaca que se conoce con el nombre de Adán y Eva. Hemos visto como en aquel entonces el hombre vivía aún en su realidad espiritual, sin descubrir el mundo material que le rodeaba. Antes de ocuparnos de este segundo paso hacia adelante, representado por la generación de Caín y Abel, precisemos el significado de la separación de sexos.

¿SALIÓ EVA REALMENTE DE UNA COSTILLA DE ADÁN?

La historia de la costilla se debe a una traducción defectuosa del Génesis, realizada por personas que ni comprendían el hebreo ni poseían los conocimientos herméticos que les hubieran permitido explicar correctamente el proceso de la Creación. No es costilla la palabra justa sino “COSTADO”.

Eva es un costado, no del hombre varón o macho, sino del ser humano primitivo, que era hermafrodita, es decir poseía los dos sexos, y Adán es el otro costado de este mismo ser.

Sí, en efecto, cuando el hombre apareció por primera vez en la arenas de la vida, poseía ambos sexos y se auto-reproducía a sí mismo.

En un momento de su evolución, las Jerarquías Creadoras juzgaron más conveniente dividir la humanidad en dos sexos, uno con polaridad Luna-Venus dando lugar a la mujer, el otro con polaridad Sol-Marte, dando lugar al varón. En los artículos que seguirán ya explicaremos lo que significa eso de las polaridades. De momento señalemos este hecho.

LAS ALMAS GEMELAS

De ese episodio de la división de sexos, los poetas perpetuaron la doctrina de las almas gemelas. Es una bella y romántica historia, que a menudo ha servido para justificar pasiones que no tenían nada de bellas ni de románticas. Pero la existencia de las almas gemelas es un hecho.

En efecto, cuando la división de los sexos fue decidida por los Creadores, el hombre se encontraba ya individualizado, había pasado por fases de conciencias progresivas:

Había pasado por una experiencia mineral, por una experiencia vegetal, por una experiencia animal, y había llegado a la humana en el Cuarto Día de la creación. La chispa espiritual que llevaba dentro poseía un contenido, inconsciente aún, pero formando una entidad psíquica.

Al ser divida ésta entidad en dos, es evidente que la unidad se quebró, y que esas “dos” forman parte de esa unidad que un día nos será restituida. Ello significa que, en algún lugar del universo, se encuentra esa mitad nuestra, que nos fue arrebatada entonces, y que es parte de nuestro ser. Es esa añoranza, de la otra mitad, la que lanza a los hombres a su descubrimiento en el otro sexo, y lo que impulsa igualmente a las mujeres a reencontrarla. Cuando las dos mitades se juntan, aunque sea en cuerpos distintos, se produce ese estado de exaltación que se conoce por felicidad.

Un día, decimos, que esa unidad primordial nos será restituida. La otra mitad vendrá a nosotros aportando toda su riqueza experimental y entonces ya no sentiremos la necesidad de bregar, de penar, de buscar dinero o gloria, todo estará en nosotros, y la única necesidad será la de crear, la de imaginar mundos y humanidades, y cristalizarlos con nuestros poderes creadores. El drama de la existencia ya habrá terminado, el programa de la Creación en su planteamiento actual, ya habrá concluido.

¿Es posible encontrar esa alma gemela, esa mitad perdida, ahora, cuando es todavía necesario que evolucionemos separados?

Sí, claro que sí es posible pero lo que no conseguiremos jamás será identificarla. Es raro que haya seres en el mundo que se compenetren de una manera tan intensa y profunda con una persona de sexo contrario, pueden tener el sentimiento de haber encontrado esa alma gemela perdida. Pero ¿es ella realmente? No lo sabrán jamás.

Dejemos a los poetas la historia inmortal de las almas gemelas, para proseguir el relato de los avatares de la primitiva humanidad.

LAS RELACIONES SEXUALES FACTORES PRIMORDIALES EN EL DESCUBRIMIENTO DEL MUNDO FISICO

En el relato bíblico, la “caída” de Adán y Eva va extrañamente ligada a dos acontecimientos:

El haber mordido la manzana, y el haber tenido relaciones sexuales.

Tan pronto como eso ocurrió, bajaron del cielo los Ángeles con espadas y arrojaron a la pareja del Paraíso.

¿Cuál es la relación exacta de estos hechos con la “caída”?

Ya hemos explicado en el artículo anterior, el significado de la manzana y, aunque nos hemos referido también a la cuestión sexual, merece la pena insistir en un tema que es factor primordial de nuestra evolución. Hemos dicho que el órgano sexual está ligado al cerebro a través de nuestra columna, lo mismo vivifican nuestros órganos de procreación espiritual, el cerebro, dándonos poderes mágicos, por así decirlo, como vivifican los órganos de procreación físicos, dándonos la posibilidad de engendrar formas físicas.

En la época paradisíaca, las energías que circulaban a través de la columna vertebral de aquella humanidad, estaban orientadas exclusivamente hacia arriba, dándoles poderes espirituales y haciendo que vivieran en un mundo angelical. Lo conocían todo, referente a lo que está arriba, pero ignoraban el mundo físico que tenían a sus pies. En ciertos periodos del año, se producía una superabundancia de energías circulantes en la columna vertebral, de manera que quedaba un residuo que podía ser aprovechado para el acoplamiento físico. Esto sucede hoy con los animales, y así vemos como en una determinada fecha del año los animales se ponen a parir.

Es decir, se utilizaba la energía necesaria para la reproducción, sin que ello supusiera una merma para las necesidades del cerebro. Pero mientras esto no cambiara, la humanidad no podría descubrir el mundo físico, que debía constituir su nuevo hogar. Para que descubrieran ese mundo, no había más que un camino, obligarles a gastar sus energías espirituales en las tareas sexuales. De este modo, el canal energético de la columna vertebral se orientaría hacia “abajo” y la humanidad perdería su contacto con las generaciones superiores. Y así sucedió.

Podemos decir pues, que la actividad sexual fue la que permitió al hombre el descubrimiento del mundo físico y su conquista. Pero ahora nos encontramos con que la operación debe realizarse a la inversa. Se trata, después de un período de involución, de volver a recuperar aquel estado primitivo, ya enriquecidos con las experiencias que nos han procurado nuestras encarnaciones sucesivas. Y, para recuperarlo, no hay más que un método. Si la actividad sexual fue lo que nos permitió “bajar”, la castidad es lo que ha de permitirnos “subir”. Nuestra tarea humana, a partir de ahora mismo, para los más avanzados, consiste en lograr que esa corriente que transcurre por nuestra columna vertebral se proyecte hacia arriba, para irrigar nuestro cerebro con el chorro necesario para sentirlo auténticamente creador. Esta es la explicación de porqué la castidad es necesaria para conseguir progresos en la vida espiritual.

CAÍN, EL HERMANO MALDITO

Caín y Abel eran hijos de Adán y Eva, nos dice la Biblia. Si Adán y Eva es el nombre hermético que se da a la humanidad primitiva, Caín y Abel tienen forzosamente que representar esa misma humanidad, pero ya en otra fase de involución. En efecto, esos dos hermanos, protagonizan con su drama el comienzo del trabajo humano.

Quiero llamar la atención del estudioso de esa ciencia de la vida, sobre el error que se comete al pensar que las enseñanzas de la biblia son un relato histórico, es decir, un relato de hechos que ocurrieron en un remoto pasado. No se trata de historia, sino de algo que nos está ocurriendo a todos, o que nos ocurrirá en un momento de nuestra existencia. Adán y Eva son el comienzo de la gran aventura humana, pero se encuentran presentes también en todo comienzo de cualquier cosa que emprendamos. La biblia nos refiere en imágenes nuestra historia psíquica interior, y si la relacionamos con nuestra vida, podríamos decir que Adán y Eva son nuestra infancia, cuando vivimos, realmente, en un Paraíso, sin responsabilidad alguna, guiados por nuestros padres. A los 14 años, cuando descubrimos nuestros atributos creadores, cuando los deseos personales empiezan a ser más fuertes que la voz que viene de los progenitores, estamos viviendo el momento de la desobediencia, y nos vemos arrojados del paraíso infantil. Viene entonces la época de Caín y Abel.

Estos dos hermanos enemigos, también los llevamos dentro. Son las dos tendencias que se disputan el reino de nuestra personalidad. Caín, es el heredero de Adán, el que representa el atributo viril de la voluntad. Abel, es el heredero de Eva, el que es rico en imaginación y en obediencia.

Hemos dicho en el artículo anterior que, en el comienzo de nuestra evolución, propiamente humana, la virtud que nos permitió avanzar fue la imaginación, atributo supremo de la mujer. Es por ello que Eva es la gran protagonista de este primer capítulo de la historia humana. Fue con ella que la Serpiente se entendió, fue ella quien mordió la fruta y se la dio a su compañero, ella, la que lo inició sexualmente. Es igualmente el fabuloso poder de la imaginación el que permite al niño aprender, en su edad más temprana, no una lengua, sino diez, si las oye a su alrededor.

Pero he aquí que llega un momento, ya en otra etapa, en que la Voluntad es más fuerte que todo. Tan fuerte, que ya no es posible que subsista otra tendencia dentro de la psique humana, y de un modo inevitable se produce el drama.

El Caín-Voluntad mata al Abel-Imaginación. A partir de entonces es la Voluntad, la Fuerza, el Macho, el que toma las riendas del Mundo.

Abel era el hermano que seguía “oyendo voces”, el que guardaba un tenue contacto con las fuerzas espirituales pero, para conquistar el dominio de las cosas, era preciso aprender con los errores, era preciso actuar y ver lo que pasaba sin que los “bien informados” del más allá metieran la nariz en lo que era ya un asunto estrictamente humano. Es por ello que Abel tuvo que morir. Es por ello que, aún hoy, Abel muere en la psique de los jóvenes, cuando se enfrentan por primera vez con las responsabilidades de su existencia.

Caín representa pues al hombre totalmente desligado de las Jerarquías Creadoras, el que actúa según sus impulsos. Después de su crimen, pudo aún escuchar la voz de las alturas, y pudo así enterarse de que era maldito por los dirigentes del programa de la Creación. Las últimas palabras que escuchó, eran sin embargo tranquilizadoras, prometían inmortalidad para la tendencia que representaba. Nadie se atrevería, a menos de ser castigado setenta veces siete, a levantar la mano contra ese formidable impulso creador que Caín llevaba dentro.

Abel era también representante de una tendencia inmortal. No se puede destruir a la imaginación, de modo que su muerte, es una muerte aparente y el hermano muerto sigue actuando a través del hermano vivo.

Con Abel-Imaginación, incorporado en su subconsciente, y sirviéndole de motor, Caín vivió el más colosal de los “wésterns” Fueron los suyos, sus descendientes, quienes descubrieron el fuego, quienes forjaron los metales, transformándolos en utensilios, ellos los de la raza de Caín, lo que construyeron los primeros instrumentos musicales y transmutaron sus lamentos en balbuceos artísticos. Ellos, nos dejaron testimonio de su añoranza de la patria celestial, esculpida en la piedra de los primeros templos, que señalaban el camino a los que venían detrás.

Las artes, las letras, las ciencias, las técnicas, la industria, los negocios, todo ello constituye el patrimonio que Caín ha dejado al Mundo. Y ahí donde se encuentra un hombre ocupado en tales quehaceres, ahí con toda seguridad está Caín realizando su obra.

Pero su violencia primigenia era una llamada a otra violencia que debería sufrir en su propia piel. Con el correr de los siglos, Caín sufriría la misma suerte que él hizo sufrir a su hermano, antes de que se produjera una reconciliación de las dos tendencias: La Voluntad y la Imaginación.

J.L.


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