jueves, 5 de noviembre de 2015

El Diluvio, los descendientes de Caín y Abel


EL DILUVIO, LOS DESCENDIENTES DE CAÍN Y ABEL


CON EL DILUVIO LOS DESCENDIENTES DE ABEL ACCEDEN AL PODER

En el artículo anterior se ha explicado el significado del drama de Caín y Abel, y hemos hablado del rol que ha desempeñado, en el desarrollo de la conciencia, “el hermano maldito”. Decíamos que los descendientes de Caín fueron los que lo inventaron todo, los que lo descubrieron todo, ellos crearon las artes, las ciencias, las técnicas, ellos forjaron los metales y los modelaron para que nos sirvieran de utensilios. Sin su poderosa garra el mundo sería hoy, quizá, un receptáculo donde medrarían los “benditos”, llevando una existencia feliz y bobalicona, sin participar en ésta obra grandiosa que es la Creación. Caín quiso participar, aún corriendo el riesgo de salir malparado y de verse, al azar de las vidas, convertido en ciego, sordo, tullido, vagabundo errante de sangre podrida. Caín trajo al mundo las enfermedades, que son la otra cara de la moneda del error, pero trajo igualmente algo infinitamente precioso que es la CONCIENCIA.

Dejemos de momento a Caín y a los de su estirpe, para pasar una mirada panorámica sobre los descendientes de la tendencia representada por Abel.

Abel murió, pero Adán y Eva generaron a Set, en el cual vivió la tendencia de Abel. En la Biblia podemos seguir ampliamente la evolución de ésta familia humana, ya que prácticamente, la Biblia, sólo se ocupa de ellos.

Y es que la Biblia, fue escrita por un descendiente de Abel, es decir por un hombre que guardó contacto con la trascendencia, un hombre que sabía utilizar las invocaciones, los ritos, las plegarias para obtener aquello que deseaba. Los descendientes de Abel fueron los príncipes de la Iglesia, los sacerdotes y clérigos en general, mientras que los de Caín, como hemos dicho, fueron los creadores, los organizadores del mundo y de la vida. 

Mientras que los de Abel se reservaban el poder intemporal, los de Caín se hacían dueños de la política y el poder temporal. Entre las dos “razas”, la enemistad fue la regla, hasta que se produjo el primer intento de reconciliación. Pero antes de llegar a éste punto, veamos el significado de los grandes acontecimientos que vivieron los descendientes de Abel-Set.

LA CIVILIZACIÓN TÉCNICA DE LOS CAÍN SE DERRUMBA

El primer gran protagonismo de los descendientes de Abel, tuvo lugar en el momento del Diluvio. Noé un hombre de Abel, recibió la inspiración divina de construir un Arca (El Arca de Noé), que permitiera a la humanidad de subsistir de la catástrofe que se preparaba.

Noé era un experto en los asuntos del Agua. El agua guarda afinidad con la generación de los Ángeles, dirigentes de la evolución de la tendencia Abel-Noé, así como el elemento Fuego está en afinidad con el grupo de Lucifer, que dirige la evolución de la rama de Caín.

Los descendientes de Caín habían organizado una civilización que los herméticos conocen con el nombre de Atlante. Y el Diluvio, nos refiere como ésta civilización naufragó. Aunque la historia bíblica no refiere las causas de ésta crisis, hemos dado ya en los artículos precedentes los datos que han de permitir intuirla.

Los de Caín se guiaron por la experiencia, cortados de la sabiduría trascendente que poseía la tendencia muerta de Abel, y de ésta forma consiguieron progresar en conocimientos prácticos y construir una civilización técnica, a nivel de los conocimientos de entonces, claro está, pero fueron incapaces de edificar, al mismo tiempo, lo humano. Su civilización, persiguiendo el poder temporal por encima de todo, debía conducir forzosamente al naufragio, porque las reglas del Mundo están coordinadas de tal manera que no es posible que una de nuestras potencialidades se desarrolle a expensas de las demás. Si una de nuestras virtudes crece demasiado, y no desarrollamos las demás al mismo tiempo, las que se quedan cortas tiran terriblemente de la que ha crecido, hasta que la cuerda que la ataba a nuestra personalidad se rompe.

Caín sin Abel, no podía ir muy lejos, y aquí está la razón, digámoslo de paso, del fracaso de los sistemas sociales basados en las élites y en la tecnocracia . Que unos sepan la mejor manera de solucionar un problema no significa que ésta solución sea válida, porque el objetivo de la vida es que los otros, los no enterados, lo sepan también. Si alguien se lo soluciona por ellos, no aprenderán nunca.

El Diluvio acaeció porque la tendencia de los de Caín estaba a demasiada distancia de la tendencia de los de Abel, que era al mismo tiempo la tendencia inocente, puesto que prácticamente no había sido estrenada. Y los de Caín sucumbieron, mientras que los de Abel se salvaron en ésa mítica Arca que construyó Noé.

EL NACIMIENTO DE LA MENTE

A nivel Cósmico, el Diluvio representa el comienzo de la vida de la oleada humana, en otro Mundo. Hasta entonces, la humanidad vivía en un elemento húmedo y esas aguas se condensaron para dar paso a un nuevo elemento: el AIRE, que actualmente respiramos. ( el libro de Max Heindel, el Concepto Rosacruz del Cosmos, expone estos hechos de manera evidente y comprensible).

Mientras vivíamos en ambiente acuoso, sólo el Cuerpo de Deseos se encontraba vitalizado, es decir, el hombre actuaba movido por sus deseos, pero no por una mente pensante. A partir del Diluvio sería posible que naciera en nosotros un Cuerpo Mental.

Cada una de las etapas vividas se recapitula en el individuo, de forma que el Diluvio, a nivel individual, se sitúa en la etapa intra-uterina, cuando el feto se baña en las “aguas pre-diluvianas”. Cuando esas aguas se derraman y el niño nace, el infante se encuentra, como Noé cuando pisó tierra firme por primera vez.

Tenemos pues con Noé un cambio de directorio en el Mundo. Los de Caín habían perdido la dirección de la Tierra, se han muerto en el Diluvio, y Noé empieza su reinado. Con él, el mundo conocería las grandes ceremonias, los ritos, la magia, los encantamientos, en una palabra: la religiosidad.

Pero, si el mundo pudo vivir sin Abel, toda vida sería imposible sin la capacidad organizadora y creadora de Caín, de modo que Noé, nos dice la Biblia, tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. 

Cam, el que descubrió los órganos genitales de su padre mientras dormía su borrachera, fue maldito por Noé. Él sería el continuador de la rama del “hermano maldito”, pero era hijo de la tendencia principal, representada por el padre, de modo que se vería subordinado a los Noé-Abel, que dominarían el Mundo.

La borrachera de Noé no es un mero episodio pintoresco. Noé continuaba conectado con la trascendencia, seguía siendo un robot movido por la generación de los Ángeles, y era preciso que conquistara su plena individualidad.

El vino fue lo que le ayudó a desligarse del contacto de la generación angélica, para vivir más al tanto de las cosas de la tierra. El uso del alcohol, como el de la fuerza sexual, imposibilitan el contacto con las generaciones que nos preceden en el camino de la evolución, de modo que si la sexualidad y el alcohol fueron positivos para el hombre en el momento en que el objetivo era conquistar el mundo material, resultan altamente negativos ahora, cuando estamos en un momento en que la evolución apunta de nuevo hacia arriba y cuando el objetivo es restablecer el contacto con esas Entidades que van por delante nuestro en la obra del Mundo: Los Ángeles.

EL DRAMA DE LAS TRIBUS PERDÍDAS

Decíamos pues que, al ser introducido en el mundo un nuevo elemento, “el Aire”, fue posible que naciera en la humanidad un Cuerpo Mental que nos permitiría elaborar nuestros propios pensamientos. Es a través del aire que respiramos, que el Pensamiento Cósmico se introduce en nosotros. De ahí lo importante que nuestros pulmones funcionen bien y de que nuestra nariz esté en condiciones de captar ese aire.

En el marco de esa exposición no podemos entrar en detalles sobre la estructura hermética del hombre, pero digamos, de pasada, que la nariz realiza una función selectiva respecto a las imágenes mentales que introduce a los pulmones, y que, mientras la nariz derecha está regida por Júpiter y a través de ella se cuelan las tendencias expansivas y optimistas, la nariz izquierda regida por Saturno, introduce en nosotros la mesura, la ponderación, y las tendencias pesimistas. Hay que procurar absorber aire con las dos narinas para que no se produzca un desequilibrio en la mente, sea por un exceso de optimismo que nos haga verlo todo en rosa, o un exceso de pesimismo que nos lo pinte todo negro. El aire que respiramos, no solamente nos permite existir, sino que nos permite pensar y cuando Descartes, el filósofo iniciado dijo: “Pienso, luego existo”, lo que en realidad quería decir era eso, que pensamiento y vida es una misma cosa.

El Cuerpo Mental iba pues a ser dado al hombre, pero no a todos los hombres. Es evidente que, en el transcurrir de los siglos, hay siempre grupos que se quedan atrás y que, en el momento de la gran prueba, no están preparados para pasarla.

Fue así como las Jerarquías Creadoras, concibieron el proyecto de agrupar a un pueblo elegido, es decir, reunir al grupo humano que era capaz de funcionar con el Cuerpo Mental. La historia hermética nos refiere como los Creadores trataron con especial atención a ese grupo humano conocido con el nombre de Pueblo de Israel.

Para que esa idea, de dar a la humanidad un Cuerpo Mental, pudiera prosperar, era preciso que ese pueblo elegido no se desviara de su ruta, o sea que no se mezclara con personas pertenecientes a los pueblos “inferiores”, es decir, a los grupos humanos aún no preparados para recibir el “Intelecto”. Así les fue dada la consigna de no casarse con hombres o mujeres que no pertenecieran a su “raza”. Fue una consigna introducida en su conciencia, en su sangre.

Algunos respetaron esa consigna, pero otros la desoyeron y ese grupo se conoce en la Biblia, con el nombre de las Tribus Perdidas. Los que respetaron las consignas de los Creadores, dejaron su cautiverio, el cautiverio de la vida emotiva, y, estando en el desierto, les cayó del Cielo el Divino Maná, ese alimento espiritual que es, en realidad, el Cuerpo mental que les permitiría elaborar ideas. Ya con ese intelecto incorporado en ellos, el Pueblo Elegido pudo entrar en la Tierra prometida.

EL PUEBLO ELEGIDO

Cuando la Biblia habla del Pueblo Elegido, no se refiere a una raza física, sino, a un linaje espiritual. Ese Pueblo Elegido estaba formado por toda la élite de la humanidad, y fue elegido en un momento transcendente. 

Una vez recibido el Intelecto, prosiguió su evolución fundido en las diversas naciones, de alta civilización, que se irían progresivamente formando.

En cambio, para las Tribus Perdidas, la historia fue más trágica. Max Heindel en su libro “Concepto Rosacruz del Cosmos”, explica detalladamente cómo después de la muerte, asimilamos las experiencias que durante la vida no hemos percibido. Aquellas Tribus Perdidas, al morir, se dieron cuenta del gran error que habían cometido al traicionar la consigna de no casarse más que con personas de su “raza”, de su grupo, y se hicieron el firme propósito de cumplirla en la próxima vida.

Esas tribus Perdidas son los actuales Israelitas, que durante siglos sólo se han casado con personas de su grupo físico, con el imposible afán de cumplir una consigna que ya no tiene validez ni objeto alguno. A pesar de las catástrofes y de las lamentables desgracias que se han abatido sobre ese Pueblo, ellos siguen proclamándose los elegidos, y esperan un Mesías que llegó ya y no fue reconocido.

Ese Apego a su propio grupo humano, les impide evolucionar normalmente, ya que el apego a una cosa vincula a esa cosa, y su amor por el grupo al cual pertenecen los lleva a reencarnarse una y otra vez en el mismo grupo humano, cuando, en realidad, los grupos humanos son formas que van degenerando, como las razas “puras” con el tiempo, y es preciso saber salirse de ellos, para estar en la punta del progreso.

Cristo se encarnó en el cuerpo de un judío, Jesús, para intentar llevar este grupo al seno de la Fraternidad Humana Universal, puesto que él, uno de los suyos, fundaba una religión, precisamente de Fraternidad Humana Universal, y sin fronteras de ninguna especie. Pero todos sabemos lo mal que terminó la aventura humana de Cristo, en Jesús, ésta Gran Alma perteneciente a la generación de los dioses.

El amor a una “raza”, a un grupo humano, esclaviza pues al individuo, atándolo a esa “raza” o grupo humano, donde se reencarna una y otra vez, prisionero y declinando con ella. (las civilizaciones son también mortales). Por eso dice la Biblia que “las razas son caminos que conducen a la perdición”.
J.L. 


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