lunes, 16 de noviembre de 2015

La Recolección definitiva de Salomón e Hiram


LA RECONCILIACIÓN DEFINITIVA DE SALOMÓN E HIRAM

Hemos dicho que Jesús era una reencarnación del Rey Salomón.  El arquitecto Hiram Abiff se encontraba de nuevo, en los tiempos de Cristo, sobre la arena de la vida.  En ésta nueva y definitiva confrontación, iba a producirse la reconciliación definitiva, entre los representantes de las dos tendencias “enemigas”.  La historia de esa reconciliación nos es narrada en uno de los primeros milagros de Cristo, el de la resurrección de Lázaro, el Hijo de la “Viuda”.
Ya hemos indicado en los artículos precedentes que Caín fue también llamado el Hijo de la Viuda, porque fue engendrado por la Serpiente, a la que después dio muerte Jehová, quedando así Eva viuda de la Serpiente.  En lo sucesivo, a los herederos  de la tendencia de Caín, se les ha venido denominando “Hijos de la Viuda”, y así se conocen hoy los francmasones del mundo entero, representantes teóricos de la tendencia de Caín.
Cristo resucitó al Hijo de la Viuda, es decir, fue a potenciar una tendencia que había quedado postergada desde el Diluvio y que, a partir de la venida de Cristo, volvería a tener gran protagonismo.
Este Lázaro resucitado, dicen las crónicas herméticas, se convirtió en Juan Evangelista, el discípulo preferido de Cristo.  El fue el encargado de difundir por el mundo entero la doctrina esotérica cristiana, mientras Pedro fundaba la iglesia exotérica para los que, no estando preparados para seguir el camino de la razón, puedan desarrollarse espiritualmente por el camino de la Fe.
Cuenta la crónica hermética que cuando Lázaro-Juan fue resucitado por Cristo, se dirigió al lugar donde Hiram Abiff enterrara el disco que le diera Caín antes de morir, en el que se encontraba grabada la fórmula que permitía  aliar el AGUA con el FUEGO, y el martillo para llamar a los obreros del Templo.  Al pié de aquella acacia halló lo que buscaba, pero el disco se había transformado en una Rosa, y el martillo en una Cruz.
La Rosa y la Cruz serían el signo de la llamada de los Obreros al Templo, ese Templo psíquico, inacabado, que sin ruido de martillos va construyendo el hombre.  Es por ello que los que un día fueron Obreros de ese Templo, los que comprendieron la Obra del Mundo y quisieron participar conscientemente en su edificación, al ver la rosa y la cruz, saben que allí está el Maestro Hiram llamándoles para proseguir la Obra.
El discípulo Juan, antes Hiram, el más excelso representante de la “raza” de Caín, tomo el nombre simbólico de Christian Rosenkreutz para realizar su obra.  En torno a él, doce Hermanos Mayores se dedican a instruir a los obreros del Templo, cuidando que de Aprendices pasen a Compañeros, y luego a Maestros.  Seis de esos Hermanos Mayores se encuentran encarnados en nuestro Mundo Físico, y otros seis actúan en los Mundos Superiores.
J.L.

Nota: los podéis encontrar en la web:  www.rosacruzmaxheindel.org

Agradecemos a Asociación de Filosofía Rosacruz Max Heindel  - Barcelona - España.

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