CÓMO AFRONTAR
LA PÉRDIDA DE UN SER QUERIDO
Editorial - Revista Conocimiento
“La vida no comenzó cuando nacimos, ni termina si morimos”.
Hay tres verdades que pueden ser de gran ayuda cuando tengamos que
afrontar la pérdida de un ser querido.
I. La vida es eterna
“El don de Dios”, dijo Pablo, “es vida eterna”. La vida no comenzó
cuando nacimos, ni cesa si morimos, así como no comenzamos a vivir
cuando nos ponemos una prenda de vestir, o dejamos de vivir cuando la
echamos a un lado. Es cierto que parte de nuestro desarrollo espiritual
estriba en aprender a usar el poder que Dios nos ha dado para ejercer
dominio sobre el cuerpo, pero “el último enemigo a vencer es la muerte”.
Damos un gran paso hacia esta meta cuando vencemos el temor a la
muerte. No podemos vencer la muerte si insistimos en pensar en la
muerte así como no podemos vencer la debilidad pensando en debilidad.
Para vencer la debilidad debemos usar la fortaleza que tenemos.
Mientras más la usemos, más aumentará. Para vencer la muerte , debemos
dar énfasis a la vida. Mientras más vida expresamos, más aumentará
nuestra vida.
No debemos querer perpetuar el cuerpo tal como es, sino que
debemos vencer cualquier imperfección que se le manifieste. Lograremos
esto, no alimentando estas imperfecciones, sino sosteniéndonos
en el modelo perfecto de Dios, creado a Su imagen, por la sustancia
espiritual.
“Porque es necesario que este cuerpo corruptible se revista de
incorrupción y que este cuerpo mortal se revista de inmortalidad”.
No debemos pensar que el cuerpo compone todo nuestro ser. No
soy solamente cuerpo o mente. Tengo un cuerpo y una mente Soy
Espíritu. “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu,
de que somos hijos de Dios”.
“Dios con ellos estará, como Dios suyo; y limpiará toda lágrima
de los ojos de ellos; y la muerte no será más; ni habrá más gemido, ni
clamor; ni dolor; porque las cosas de antes han pasado ya”.
Esta fué la revelación de alguien cuya visión era clara, que percibió
las cosas como son en Verdad, y como serán cuando el hombre
haya aprendido a expresar completamente la Verdad.
Pero sin embargo, la muerte y el luto todavía existen en el mundo
-la muerte, como un escape de cuerpos de hombres que no han aprendido
a revestirlos de salud y bienestar; el luto, porque los hombres no
han percibido claramente que la vida no finaliza con la muerte, y no
comienza con el nacimiento.
A pesar de todo, debemos avanzar hacia la muerte como la suprema
voluntad de Dios, así también reconoceremos el amor de Dios a
través de las duras experiencias que nos llevan a esa meta. A través de
las experiencias de la vida mantenemos nuestra divina identidad, y aunque
cambien de ropaje, extraemos la esencia de la vida y la sustancia
espiritual que contribuirá a edificar el cuerpo perfecto e incorruptible.
II. El amor es más poderoso que la muerte.
Leemos en los cuentos de hadas de la invisibilidad. El cuerpo es
lo opuesto a esto, para nosotros, es el manto de lo visible. El cuerpo nos
hace vernos unos a otros. Es el instrumento por medio del cual lo divino
puede expresarse a sí mismo en el plano físico del ser. Es un regalo
muy valioso e importante, que el Padre nos ha dado. Pero si lo echamos
a un lado, no cesamos de existir, así como no dejamos de existir cuando
echamos a un lado cualquier otra vestimenta, o cuando nos alejamos
de la vista de nuestros amigos al ir a un lugar distante.
Nuestra proximidad o distanciamiento de otros no se determina
por la cercanía o la remóta distancia en que estemos de ellos. Podemos
estar distantes de aquellos que podemos tocar con la punta de los dedos;
y muy cerca de nuestros seres queridos que se encuentran a larga
distancia. Estamos cerca de nuestros seres queridos, porque les amamos,
porque tenemos algo en común, porque el vínculo que nos une a
ellos no es el cuerpo sino la mente y del espíritu.
Es muy natural que nos guste tener cerca de nosotros a aquellos
que amamos, pero así como les vemos distanciarse para ir a la escuela,
para comenzar un trabajo, o por alguna otra razón, así también no debemos
buscar apego a aquellos que dejaron sus cuerpos físicos. Debemos
amarlos con el suficiente desprendimiento para liberarlos de nuestra voluntad personal, pero debemos afirmar con firmeza y seguridad
que viven para siempre, y así les daremos el sostén, la fortaleza y la
comprensión que les ayudará a vencer el “último enemigo”. Debemos
bendecirlos con la convicción de que están amparados por el amor y la
sabiduría de Dios, y que El les guía paso a paso hacia el supremo bien.
No debemos temer a la muerte para nosotros o para otros. No la
tememos si descansamos firmemente en el conocimiento del amor de
Dios para todos nosotros. Deseamos lo mejor para aquellos que amamos.
Si nuestro amor humano haría mucho, ¡cuánto más hará el amor de Dios!
Olvidamos fácilmente las faltas de los que amamos. Les ayudamos a sobreponerse
a la debilidad, a manifestar sabiduría y fortaleza. ¡Cuanto más
Dios olvidará nuestras flaquezas, y nos audará a ser fuertes y sabios!.
III. Venciendo la pena
La pena que sentimos por los fenecidos, generalmente no es por
ellos. Tampoco nos apenamos porque ellos no lograron hacer el supremo
vencimiento que hizo Jesús pero más bien nos apenamos porque nos
harán falta, y porque nos parece que estamos separados de ellos. Nos
libramos de la pena causada por la muerte de un ser querido cuando nos
convencemos de que en realidad nuestra pena es por nosotros mismos.
Hay muchos medios más prácticos para expresar nuestro amor a
los que nos han dejado. Una madre, angustiada por la muerte de su
hijito, que se convenza de este hecho, valerosamente echa a un lado su
pena y se consagra a la ayuda de cientos de niños que han sido privados
del afecto y cariño que ella le prodigó a su propio hijo. Un esposo,
que se vuelva al Cristianismo práctico al buscar consuelo por la perdida
de su esposa, no solamente regenera su vida sino que ayuda, con su
ejemplo y compartiendo sus riquezas, a atraer a las otras personas al
convencimiento de la Verdad que tanto le ayudó.
Mejor que apenarnos por aquellos que amamos, es hacer de
nuestra vida un noble testimonio de nuestro amor por ellos.
JOYAS ESPIRITUALES
FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY
ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE CRISTIANOS MÍSTICOS
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario