sábado, 25 de julio de 2015

Revista LA ROSACRUZ num.4 - Barcelona Octubre de 1927

Revista LA ROSACRUZ num.4


La Genealogía de la Tierra y del Hombre
(Fragmento de la Lección mensual del estudiante)
III PARTE 


Como dijimos en nuestra última lección la separación comenzó en la Época Atlante; ocurriendo sobre la mitad de tal época, que es conocida como la edad de Géminis que es cuando el Sol por la precesión de los equinoccios pasó por tal signo. Cuan extraordinariamente, las épocas pueden relacionarse con los signos del Zodíaco, y el tren general de la Humanidad  muestra  como un completo,  las influencias atribuidas a las estrellas.  Géminis indica separación “tuyo y mío”. Caín y Abel aunque vinculados por la sangre, fueron hermanos arrojados el uno del otro.  Géminis es un signo de aire y durante tal período,  el hombre  desarrolló  los órganos que le permiten respirar aire.  El no podía por más tiempo continuar respirando por las agallas como lo hizo durante el período de Cáncer, cuando vivía en los nebulosos valles de los atlantes.  Géminis rige los pulmones, y por lo tanto la humanidad ha desarrollado  tales órganos.  Los pasos hacia adelante sólo son conseguidos por un determinado porcentaje de la oleada de vida humana.  Todos no están preparados para pasar a los períodos nuevos, consecuentemente aquellos quienes fracasaron en su intento para alcanzar las cimas de las montañas atlantes, perecieron en las inundaciones.
Al siguiente periodo llamado Tauro, o sea  cuando el Sol estuvo en este signo, vemos que la humanidad mostró las características atribuidas al signo del toro.  Este fue el periodo más egoísta de los atlantes.  El buey Apis, fue colocado como un ídolo para ser adorado, y así la idolatría rigió soberana.  Reyes fueron adorados como dioses.  Especialmente fue así, entre los Turanianos, quienes fueron la cuarta raza de la época atlántica.
Los reyes se convirtieron en brutos.  Fueron embriagados por la ambición, y la opresión de las clases bajas fue excesiva.  Magia negra de la más vil especie fue practicada por reyes y sacerdotes.
Al cerrar el Gran Año Sideral de Tauro, fue inaugurado el trabajo de preparar una raza nueva que fue destinada a ser la originaria de la edad próxima, o sea la edad Aria.  Los semitas originarios fueron los elegidos para dar lugar a la religión del Cordero.  Moisés fue elegido como mensajero de Dios para dar la religión de la edad mencionada.  El tuvo grandes dificultades para establecer su religión, pues el pueblo persistía en mantener las creencias antiguas.  Pero con el tiempo gradualmente fue mirado con recelo y con desfavor la idolatría del toro.  
  

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
Por Max Heindel

He aquí cómo puede ser explicado, en esencia, el argumento que sustenta la religión Cristiana ortodoxa sobre el sacramento del matrimonio.
Primero: Tentados por el demonio, nuestros primeros padres pecaron y por ello fueron arrojados del Paraíso y en consecuencia, quedaron sujetos a la ley y la muerte de la que no podían escapar por su propio esfuerzo.
Segundo: En su gran amor por los hombres, Dios envió a su hijo Unigénito al mundo para redimirle y establecer en él el reinado del cielo.  Luego la muerte será al fin vencida por la inmortalidad.
Este sencillo credo ha hecho sonreír compasivamente a los ateos, a los puramente intelectuales  que han profundizado en filosofías trascendentales y también a muchos que estudian la Misteriosa Doctrina Occidental.  Pero tal actitud es enteramente gratuita, según vamos a demostrar.
En primer lugar hemos de reconocer que los guías divinos no hubieran permitido que millones de seres vivieran en el error durante siglos y siglos.  Cuando se despoja a la Misteriosa Doctrina Occidental de todo exceso de demostraciones y prejuicios y de detalladas descripciones secundarias, se ve claramente que sus enseñanzas concuerdan con los de la doctrina cristiana ortodoxa.
Hubo un tiempo en que la humanidad vivía en la pureza, desconociendo la tristeza del dolor y la muerte.
Digamos también, que no es una superchería ni un mito de la Cristiandad el  “tentador personal”  (demonio) pues los espíritus de Lucifer fueron realmente ángeles caídos que tentaban y están tentando al hombre, valiéndose de la sugestión en la fase material de su existencia donde el hombre está supeditado a la ley de la decrepitud y de la muerte.
Muy cierto es así mismo que la misión de Cristo fue la de ayudar a la humanidad a elevarse a un estado más sutil en el cual no será necesaria la disgregación para librarse del cuerpo denso.  Este es realmente un “cuerpo de muerte” del cual vive únicamente una pequeña porción, pues, una parte de su masa es materia nutritiva que no ha sido todavía asimilada y otra gran parte está ya en camino de la asimilación, encontrándose entre ambos polos la sustancia que es enteramente vivificadora por el espíritu.
Hemos considerado ya, en números recientes los sacramentos del bautismo y de la Eucaristía que afectan particularmente al espíritu.  Vamos ahora a tratar de la parte profunda del sacramento del matrimonio que afecta al cuerpo.
Cual los otros sacramentos, la institución del matrimonio tuvo su principio y tendrá su fin.  El principio fue expuesto por Cristo cuando dijo: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, macho y hembra  los hizo?  Por lo tanto, el hombre dejará padre y madre y se unirá a su mujer y serán dos en una carne.  Así que no son ya más dos sino una carne”. (San Mateo, capítulo 19 vers.4-6).
Del mismo modo indicó Cristo el fin del Matrimonio diciendo: “Porque en la resurrección, ni los hombres tomarán mujeres ni las mujeres maridos, más serán los Ángeles de Dios en el Cielo” (San Mateo, capítulo 22. vers.30).
La lógica de la enseñanza que encierra este pasaje, es evidente, pues el matrimonio es necesario para que se produzcan, instrumentos por el mismo nuevos, que vengan a suplir los que la muerte destruyó, y cuando la muerte sea absorbida por la inmortalidad y no sea preciso por lo tanto, producir nuevos instrumentos, el matrimonio no tendrá razón de ser.
Con admirable audacia, la Ciencia ha creído haber desentrañado el misterio de la fecundación, y nos ha explicado de qué manera se opera aquella en los ovarios, cómo está formado el huevecito recluido en oscura cavidad, como sale de allí para introducirse en la trompa de Falopio, y que en ella, penetra el espermatozoide del macho, quedando así completo el embrión del cuerpo humano.  Parece pues, que la Ciencia ha hablado por fin, de la “fuente y origen de la vida”.  Pero la vida no tiene principio ni fin, y lo que la Ciencia considera ser fuente de la vida, no es más, ¡AY! Que el origen de la muerte, ya que todo lo que nace de la matriz irá a parar tarde o temprano a la tumba.
El matrimonio, al mismo tiempo que procura nacimientos, provee de alimento a la voracidad insaciable de la muerte, y mientras el matrimonio sea necesario para la generación y el nacimiento, la desintegración y la muerte serán inevitables.
Es de primordial importancia conocer la historia del matrimonio, sus leyes, la duración de su institución y como puede ser espiritualizado.
Cuando obteníamos nuestro cuerpo vital en la “Hiperbórea”, el sol, la luna y la tierra estaban  unidos y las fuerzas lumino-solares permitían a los seres perpetuar su especie respectiva por medio de la yema y el esporo, tal como sucede en ciertas plantas de hoy día. 
Los esfuerzos del cuerpo vital para ablandar el vehículo denso y mantenerlo vivo, no se inter-penetraban, a la razón con él y este cuerpo-planta vivía por edades.
El hombre era entonces inconsciente y estaba en estado estacionario como una planta, es decir, no hacía esfuerzo alguno.  La adición del cuerpo de deseos despertó en el hombre incentivos y anhelos, y de la lucha del cuerpo vital (que construye) con el cuerpo de deseos (que destruye el cuerpo denso) resultó la conciencia.
Por consiguiente, la disolución de ambos cuerpos no es más que una cuestión de tiempo.                                                                                             

Continuará…



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