domingo, 13 de marzo de 2016

Apuntes sobre el Karma



APUNTES SOBRE EL KARMA

¿QUÉ ES KARMA? Karma es una oportunidad cíclica de vida; es la relación como resultado de la necesidad de expresar o crear; no es premio ni castigo y su meta es la perfección de todo lo existente y la espiritualización de la materia. Karma es también necesidad de manifestarse a través del renacimiento porque donde hay objetividad actúa la Ley de Consecuencia; gracias a Karma se produce la redención de la vida a través de la forma o materia.

LA LEY DEL KARMA. Como Cristo explicó y San Pablo predicó, el hombre recogerá lo que siempre; esta es la Ley de Causa y Efecto o de Acción y Retribución. Una Ley que afecta a todo el universo y a todas las Jerarquías que en él habitan porque gracias a ella (y en nuestro caso también al renacimiento) y a su justicia se acelera el desarrollo y se evoluciona. Esta ley nos hace comprender que nosotros somos los causantes de nuestro destino, bueno o malo, y, por tanto, somos el gobernante pero también el que aplica la justicia según sea nuestra propia manera de actuar. Están muy equivocados aquellos que entienden al destino como fruto del azar, de la casualidad, del fatalismo o de un Dios personal. Somos cada uno de nosotros los que vamos creando nuestro destino con cada causa creada momento a momento con cada uno de nuestros cuerpos (pensamiento, palabra y obra) Solo nosotros somos los responsables de las consecuencias que tengan nuestras actitudes ante la vida y ante los demás, por tanto, nos afectará principalmente a nosotros como causantes. Sin embargo, una de sus ayudas está en que nos muestra cómo nuestras aflicciones son el efecto de nuestras actitudes y errores para que no lo volvamos a repetir, o dicho de otro modo, nos muestra que cada uno de nosotros está capacitado para crearse su propio destino colaborando con las Leyes Divinas o retrasando su propia evolución.

Lo mismo que una enfermedad nos puede servir como instrumento regenerador para corregir determinada actitud causante de dicha enfermedad, como de hecho, normalmente ocurre, así mismo la Ley de Consecuencia tiene un aspecto purificador para corregir nuestra manera de utilizar nuestros cuerpos en cada vida, enseñándonos a través del dolor que no estamos colaborando con Dios ni con la naturaleza. La ignorancia de las leyes divinas y el egoísmo en todos sus aspectos son los más grandes enemigos en el desarrollo de la humanidad porque su práctica nos trae una respuesta negativa kármica, por ejemplo: Una persona dominada por la gula puede terminar afectando físicamente a su estómago y al organismo en diferentes aspectos, y si esa persona no se corrige puede llegar a tener cáncer, sobre todo si ya trae consigo algo de karma al respecto de otra vida. Por consiguiente, como el efecto de una causa solo puede ser neutralizado por el mismo causante, decimos que karma nos ayuda porque nos da la oportunidad de corregirnos a nosotros mismos y así poder evolucionar. Sabiendo que el cuerpo de deseos, de sentimientos y pasiones, es decir el gran tentador, es el que nos ha hecho caer en todo lo peor desde que obtuvimos la propia conciencia y el libre albedrío, deber ser un deber para nosotros desarrollar un carácter fuerte y positivo para actuar rectamente en pensamiento, palabra y obra.

Debemos ser conscientes de que estamos tomando decisiones en cada momento y de que cada decisión no solo tendrá el efecto correspondiente sino que, además, puede cambiar el rumbo de las cosas haciendo que tengamos que responder o actuar de otra manera y que tengamos que tomar nuevas decisiones. De aquí la necesidad y el deber de hacer un correcto uso de la voluntad y del discernimiento en nuestro libre albedrío. Lo mismo que cada día que pasa nos aleja más de la ignorancia y la inexperiencia de la infancia, cada decisión nos trae una enseñanza a través de su efecto, la cual nos puede acercar a la meta de nuestra vida y a la sabiduría o nos puede alejar de dicha meta al dejarnos dominar por el cuerpo de deseos. El que más discierne y el que mejor planifica con antelación lo que tiene que hacer cada día, auto programándose nada más despertarse para actuar correctamente, más se acerca al cumplimiento de su destino y más sabiduría obtendrá a lo largo de su vida.

Como la Ley de Causa y Efecto es un poder que está por encima de todas las cosas y que controla de forma justa e infalible las leyes que, de cualquier forma, produzcan efectos, está ley actúa durante la vida, después de la muerte y en cualquier renacimiento futuro. Esto es así porque, aunque el cuerpo físico muera, al no ser el verdadero yo creador de las causas, la ley actuará sobre ele Yo, el pensador y creador después de la muerte y, como consecuencia también de la vida pasada, sobre el destino futuro. Las causas no se pueden borrar del historial del Ego hasta que los efectos correspondientes las cambien e invaliden dentro de las Leyes de Dios o que ese mismo Ego las compense en la propia vida de forma adecuada. El fin es restablecer la armonía como efecto y esa intención persistirá incluso durante varias vidas si hiciera falta. Por tanto, el hombre crea las causas y la ley del Karma ajusta sus efectos de manera que el resultado esté en sintonía con la armonía del universo. El karma ayuda en el desarrollo y evolución de la humanidad ayudando a los buenos e introduciendo toda una serie de problemas y aflicciones en el destino de los malos para que rectifiquen, lo que también traerá consigo la recompensa o castigo después de la muerte. Solo la creación de nuevas causas (epigénesis) puede suplantar a esta ley pero, aún así, las nuevas causas de una vida tendrán su origen en el resultado de todos los anteriores renacimientos.

Si de verdad queremos colaborar con la Ley de Consecuencia para que nos ayude en nuestro propio desarrollo y, por el contrario, no nos afecte negativamente, deberíamos saber y discernir sobre lo siguiente:



1º.- Los karmas maduros (inevitables porque son deudas que debemos afrontar) han sido aceptados en el Mundo del Pensamiento con la conciencia como Ego y antes de descender para un nuevo renacimiento, por tanto no deberíamos de combatirlos ni rechazarlos.

2º.- Las deudas que no se consideran karmas maduros se pueden evitar siempre y cuando se rectifique en conciencia y se compense moral y físicamente el mal causado. 

3º.- Las causas cuyos efectos se producen en el momento y que enseñan la lección correspondiente, por ejemplo, pillar in fraganti al que comete un delito, o bien un accidente causado como efecto de la droga. 

4º.- Un defecto físico o mental puede tener su origen en una vida pasada por haber causado ese mal físico a otro o por el mal uso de la energía divina y creadora. 

5º.- Podemos sustituir una deuda o karma cuando por amor y altruismo nos sacrificamos por otros. 

6º.- Por medio del ejercicio de la retrospección podemos borrar muchos pecados para no sufrirlos en el purgatorio siempre que se haga correctamente y de corazón. 

7º.- De forma general, hay dos clases de karma en el destino de cada persona:

A: El que nos trae felicidad, prosperidad y oportunidades de progreso material y espiritual porque colaboramos con las Leyes Divinas en vidas pasadas.

B: El que nos trae impedimentos, aflicciones y mal estado social como efecto del mal que hicimos en nuestras actitudes en general y a determinadas personas en particular. El fin de este karma es enseñarnos toda una serie de lecciones que nos llevarán a elegir el bien como norma en la vida.

8º.- Como el origen del universo es Dios y Dios es amor y Sus leyes están basadas en el amor, la Ley de Consecuencia actúa con amor con la sola intención de despertar en nuestra conciencia el amor en todos sus aspectos. De ahí que se dijera “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, y es que en un universo de amor no puede existir el mal y, por tanto, debe ser transmutado.

9º.- Toda causa (pensamiento, palabra o acción) que no esté de acuerdo con las Leyes de Dios tendrá un efecto negativo sobre esa persona hasta que sus nuevas causas o transmutaciones estén en armonía con el Universo y no sean causantes de desequilibrios.

10º.- Lo mismo que la medicina estudia e investiga para descubrir el origen de la enfermedad, también el ser humano debe razonar más lo que hace como causas y no fijarse tanto en lo que le trae el destino como efecto o deudas de otras vidas.

11º.- Es aconsejable tener siempre presente que nuestras causas y decisiones afectan a todo lo que nos rodea incluyendo, en la mayoría de los casos, a las personas con las que tienen relación, por consiguiente, a mayor conocimiento y desarrollo mayor responsabilidad por nuestras causas; por eso está escrito: “Al que más se le dé más se le exigirá.”

12º.- Sabiendo que cada semilla o causa lleva consigo el fruto o efecto de la misma, deberíamos razonar más y pensar en los posibles efectos a corto y a largo plazo. Hacer las cosas de forma consciente, voluntaria y con buena intención trae felicidad y progreso.

13º.- Aunque no tengamos claro el sentido de nuestro destino y no comprendamos el porqué de nuestros problemas, no debemos desesperarnos; una vida es solo un día de otra vida que comprende toda nuestra evolución, por eso, cuando comprendemos cómo trabaja la Ley de Consecuencia lo vemos todo más claro y más lógico, lo que nos debería llevar a ser más previsores y a estar más en guardia.

14º.- También el Nuevo Testamento hace referencia a la Ley de Consecuencia cuando afirma: “Te he curado, pero no peques más no sea que te venga algo peor”; “El que a hierro mata a hierro muere”; “No juzguéis y no seréis juzgados”; “Con la misma medida que midáis se os medirá.”

Al hablar de karma hay que decir que en el destino de la humanidad no existe la suerte, la casualidad ni el accidente puesto que la Ley de Causa y Efecto se basa en que cada suceso tiene como causa u origen una acción del pasado. Aunque en cada vida tenemos la posibilidad de responder libremente ante las circunstancias y personas y aunque nos dan la posibilidad de crear nuevas causas que aceleren nuestro desarrollo, lo cierto es que su efecto se hará sentir en un futuro, sea en la misma vida o en otra. Como aún no recordamos las vidas pasadas ni sabemos cuál es nuestro destino, la mayoría de la humanidad piensa que los sucesos y circunstancias surgen de la casualidad o de la nada, sin embargo, el ocultista sabe que no es así. Lo mismo que está confundido el salvaje ignorante de las leyes físicas del universo al pensar que todo lo que sucede tiene como origen la casualidad o los milagros, así mismo ocurre respecto al común de la humanidad por no conocer la Ley de Consecuencia ni las que regulan el desarrollo respecto a la moral y a los pensamientos; algunos llaman a esto incluso buena o mala suerte. Cuando el salvaje comienza a conocer las leyes físicas piensa que todo lo que haga está controlado por esas leyes inmutables y comienza a resignarse ante ellas, pero tarde o temprano se da cuenta de que es libre dentro del mundo limitado donde actúa. Al final, cuando conoce cómo funcionan las leyes divinas, sabe en qué dirección trabajan, con qué fuerza actúan y colabora con ellas sintiéndose libre.

Cada no mucho tiempo se descubren nuevos hechos de las leyes físicas, el hombre adquiere cada vez más poder sobre la naturaleza como podemos observar cuando trabajan con el átomo o con los genes así como en otros aspectos y leyes que hasta no hace muchos años estaban ocultas. A medida que el hombre comprende estas leyes las utiliza como fuerzas con las cuales puede calcular, trabajar e incluso predecir hechos futuros; es decir, comprendiendo y manejándolas puede producir efectos. Así es que, podemos decir que el ignorante es esclavo de su destino y de las circunstancias, mientras que el sabio es libre y utiliza las leyes o energías según sea su voluntad.

Esto mismo ocurre respecto a las Leyes Divinas que rigen en los mundos ocultos y en el nuestro respecto al pensamiento, a la moral y a nuestros actos. Cuando más violamos las Leyes más nos limitamos a nosotros mismos para que, gracias a esas limitaciones, aprendamos a razonar pensando en tomar otro camino mejor. Cuando más conocemos las leyes más nos damos cuenta de que haciendo el bien colaboramos con ellas y tenemos más liberad, es más, el conocimiento de estas Leyes nos da fe, esperanza en un mundo mejor y confianza propia. El hombre es creador de su propio destino según utilice sus cuerpos, lo que a su vez dará origen a una respuesta en el mundo que corresponda. Así un mal pensamiento está regido por las leyes del Mundo del Pensamiento y nos traerá el efecto que ese pensamiento cause al mundo y a las personas que nos rodean. Y si a ese pensamiento va unido un deseo de hacer bien o mal, también entrarán en juego las leyes del Mundo del Deseo o astral; y si ese pensamiento y deseo unidos nos impulsan a la acción y cometemos un acto malévolo, en su momento, las leyes físicas también actuarán sobre nosotros; no sabremos cuando vendrán estos efectos pero podemos estar seguros de que vendrán. Por consiguiente, cada uno de nosotros es dueño y causante de su destino, sea como sea el presente como efecto de nuestro pasado.

La mente es creadora y poderosa, un pensamiento puede influir a otras personas según sea su naturaleza. Toda acción del hombre tiene su origen en su mente, lo mismo que todo lo que ha creado también ha sido gracias al pensamiento. Por esta razón se dice que así como el hombre piensa así es él, por consiguiente, si queremos comenzar a cambiar nuestro destino o karma debemos empezar por gobernar nuestra mente para que sus pensamientos sean creadores de bien. Controlando la mente podemos controlar los deseos y sentimientos y, como efecto, las acciones, pero además, sabiendo que esos cuerpos pertenecen a los mundos superiores, quien desea cambiar su carácter y, por tanto, su destino, debe saber que podrá hacerlo también después de la muerte. Las ideas y pensamientos de una vida serán las tendencias mentales para la próxima pero también serán la causa que lleve al hombre a la región del los mundos del pensamiento y del deseo que le corresponda. De alguna manera, las leyes hacen que los pensamientos y los deseos modelen al hombre después de la muerte y que sean la causa principal de su reconocimiento y del lugar donde la haga.

Sabemos que los pensamientos cumplen la misión encomendada cuando van dirigidas hacia alguien, pero también que son atraídos por otros que piensan en hechos de la misma naturaleza. Así es que, si un pensamiento de maldad creado por nosotros, crea un impulso de acción para que otra persona cometa un delito, estaremos unidos a esa persona por el karma y en un futuro nos relacionaremos para afrontar nuestra deuda. Si no fuera así, en algún momento tendremos algún problema o perjuicio imprevisto y, aunque como hombres no comprendamos porqué nos ocurre eso, nuestro Ego sí lo entenderá.

Karma también tiene en cuenta (además de los sentimientos, deseos y pensamientos) nuestros actos sean en la forma que sean, es decir, un mal hábito como efecto de repetir una mala acción; el mal uso de la energía vital como efecto de la función creadora, (sexo) de la palabra hablada (crítica, injurias, etc.); el mal ejemplo que damos; nuestra colaboración o no respecto a la sociedad; el cuidado y la responsabilidad de nuestro cuerpo físico; etc. De esta forma podemos ver cómo quien siembra dicha recoge felicidad en el mismo mundo donde lo hizo afectando en bien a los demás. Una persona puede crear de manera altruista una guardería para niños necesitados y otro puede hacer algo similar pero no pensando en los niños sino en obtener renombre, pues bien, los dos recibirán su recompensa física en una vida futura, sin embargo, el desarrollo de su carácter no tendrá la misma respuesta por parte de karma. Cada uno nace en la familia y posición económica y social que le corresponde según lo que hizo en el pasado y eso será una prueba e influirá de nuevo en su carácter y destino. Una persona puede disfrutar de lo material porque benefició a la sociedad en otra vida pero si su carácter no fue lo suficientemente noble tampoco será feliz en su riqueza. El que crea miseria recibe miseria pero si esa misma persona cambia su carácter, en la próxima vida será feliz en su miseria. De ahí la necesidad de dar importancia a la formación de un buen carácter. Un mal hecho sin mala intención no es lo mismo que cuando hay mala intención, así mismo karma tampoco considera similar al motivo que a la acción. Una mala acción tendrá un efecto perjudicial sobre la persona causante pero en sentido físico y hasta que el karma se agote, pero posiblemente sin que la persona haga nada por regenerarse; sin embargo, el motivo (los motivos) crea carácter bueno o malo y éste, a su vez, tendrá un efecto regenerador en el futuro y muy en particular después de la muerte.

El carácter, como resultado del karma acumulado, se puede cambiar de acuerdo a la voluntad y a la fuerza mental con que se ha creado, claro que unos lo transforman más fácilmente que otros. La persona que piensa reiteradamente en robar terminará robando, bien por su propio pensamiento o bien por el de otros que piensen como él, pero lo curioso es que lo hará impulsivamente porque es su carácter. En estos casos vemos como cambiar un mal hábito, o lo que es lo mismo, el carácter, es tan simple como crear pensamientos de naturaleza contraria, lo que estimulará a la mente y al Alma a elegir otro camino mejor. Un mal hábito crea limitaciones en el destino pero siempre tenemos el libre albedrío para actuar de otra manera en esas limitaciones, de tal forma que al final las vencemos. Algo similar ocurre con las tentaciones, cuanto más las resistamos razonando e intentando buscar la victoria sobre ellas, más fuertes nos hacemos y antes las venceremos.

KARMA COLECTIVO. Además del karma engendrado por cada individuo, cada uno de nosotros estamos creando un karma que repercute en los demás como karma colectivo. Lo que le ocurre a un país como tal es efecto del karma creado por los habitantes de ese país y lo mismo ocurre con el líder de una secta, el padre de familia, el presidente de un gobierno, etc. Nuestros pensamientos, deseos y decisiones que tomemos como parte de un grupo de personas (familia, sociedad, religión, etc.) afectará a los demás. Una persona buena, altruista y servicial nace en una familia pobre y por diferentes circunstancias alguien que le aprecia le deja parte de su herencia (como karma de otra vida) gracias a la cual él la comparte con su familia como un acto de altruismo. Una catástrofe puede terminar con la vida de una cantidad de personas que juntas hicieron una matanza en otra vida. El egoísmo por ganar dinero hace que un conductor de autobuses trabaje muchas horas y esto, a su vez, que tenga un accidente, si algún viajero tiene pendiente una deuda de morir en esas circunstancias, morirá y si no es así, salvará la vida milagrosamente. Como podemos ver en estos ejemplos, los Ángeles del Destino ajustan el karma según las necesidades de desarrollo y las deudas pendientes muy sabiamente y aprovechando todas las oportunidades. 

Una persona tiene que sufrir una enfermedad hereditaria como karma maduro, pues nacerá en una familia que tenga problemas en el sistema nervioso y en la parte que corresponda para que lo herede y así forme el cuerpo etérico kármico ya ideado. Un Ego poco evolucionado que en su anterior vida se dejó dominar por vicios y no tuvo aspiraciones elevadas que le beneficiaran después de la muerte, nacerá en una familia similar para que pueda atraer materia grosera y donde el sistema nervioso sea débil, de esta forma y a la vez, aprenderá también muchas lecciones de ese ambiente.

CÓMO VENCER EL KARMA. Sabemos que cada Ego renace muchísimas veces porque, aunque va desarrollando sus poderes espirituales y en cada vida se le brinda nuevas posibilidades de acelerar su evolución, debe ser así mientras siga creándose nuevo karma. Por consiguiente cabe preguntarse ¿Cómo podemos romper el ciclo de renacimientos y adquirir la liberación? Para responder a eso lo primero que debemos tener en cuenta es que el hombre se ata a las cosas del mundo físico por medio del deseo, y segundo que, aunque sean deseos de disfrutar gracias a los sentimientos y emociones positivas o devocionales, también atan porque esos sentimientos que causan felicidad atraen también al Ego. Es por esta razón que el mayor impedimento para alcanzar la liberación es el objeto del deseo, ya que lo que en realidad se busca es el goce del fruto de ese deseo y de esa acción. En sentido general, el hombre actúa siempre con la intención de conseguir un resultado, y ese resultado o fruto recompensa el esfuerzo lo que, a su vez, le satisface y le ata.

Pero no nos equivoquemos, el deseo ha hecho que la humanidad esté en el nivel donde se encuentra aún habiéndole utilizado para el mal. El deseo es necesario porque es el incentivo para la acción y la experiencia, sin la cual no podríamos evolucionar. Si hasta ahora el deseo ha hecho que el hombre busque la manera de vivir cada día mejor y que se esfuerce y trabaje para ello, en un futuro, el deseo debe ser el que lleve al hombre a buscar su propio desarrollo espiritual. El deseo nos puede llevar a buscar lo material, la gloria o la fama pero el karma nos da las lecciones que necesitamos para que razonemos y cambiemos nuestro carácter. Se trata, por tanto, de actuar con responsabilidad en el cumplimiento de los deberes pero haciéndolo, además, como un servicio a Dios y a la humanidad para que desaparezca el deseo de posesión y de goce del fruto de la acción.

Naturalmente que estas explicaciones van dirigidas más bien a las personas que ya han recorrido más de la mitad del sendero y que empiezan a buscar la vida superior intentando llevar una vida fraternal y altruista. Pero, además de no crear karma por el deseo de lo material ni del fruto de la acción, también debemos mirar el pasado para ver si nos hemos creado deudas respecto a los malos deseos, sentimientos y pensamientos contra nuestros hermanos. En ese caso debe haber un arrepentimiento sincero, un pedir perdón si surge la oportunidad y un servicio o donación de la deuda a la persona interesada o a otras si eso no fuera posible; pero ¡claro! sin deseo de recompensa. Se trata simplemente de neutralizar las fuerzas del pasado que nos pueden atar introduciendo causas nuevas de altruismo, benevolencia, fraternidad, etc. Quien manifiesta amor y altruismo neutraliza lo que le pueda venir del pasado y origina buenas causas para el futuro.

El hombre debe subyugar sus cuerpos y utilizarlos para el bien aunque lo considere un sacrificio, es un deber sacrificar lo inferior a lo superior sin esperar nada a cambio si queremos actuar con la conciencia del Yo superior. Lo mismo que un sacrificio por lo material obtiene resultados materiales, un sacrificio con la intención de colaborar con Dios y ayudar a la humanidad traerá una respuesta de los mundos espirituales. Ver a Dios en todas las partes y en todo motivo es identificarse con Él y es trabajar con y por amor a Él y a su creación, y eso no crea karma que ate al renacimiento. Cuando se utilizan los cuerpos para esto se tiene una vida dichosa donde no se necesita nada y donde no existe el sufrimiento ni la desesperanza. Es aconsejable para el aspirante espiritual que busca su propio desarrollo y el fin del karma que, cuando se levante por las mañanas, se ofrezca a Dios y se sacrifique para que sus pensamientos, palabras y acciones beneficien a los demás y no busquen recompensa. Quien actúa así debe ser consciente de que todo lo que ocurra será fruto de su voluntad y que debe sentir gozo por todo lo que le ocurra puesto que son las Leyes Divinas quienes responden con sabiduría. El sacrificio voluntario aporta felicidad y poder espiritual.

Francisco Nieto

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